Desde México
01-febrero-2014
Hartazgo Social: Nueva Guerrilla
Rodrigo Huerta
Pegueros*
Nunca es bienvenida una expresión de
lucha armada como tampoco es plausible que se instalen huelgas de hambre, ya
que una y otra expresión no es mas que consecuencia de una forma de hartazgo
social que lleva a grupos determinados a utilizar medidas extremas para dar a
conocer su inconformidad por las cosas que ocurren a su alrededor y que no
vislumbran ningún cambio y si en contrario, el que se compliquen a causa de que
quienes tienen en sus manos la solución de los problemas no tienen la mínima
intención de actuar en esa dirección.
La irrupción de las llamadas Fuerzas
Armadas Revolucionarias-Liberación Popular, hace unos días en la región de la
montaña del estado de Guerrero, es quizás la cereza del pastel que le faltaba
al gobierno del estado de Guerrero, ya que a éste se le acusa de haber
provocado su organización y su accionar como fuerza insurgente apartada de los
lineamientos democráticos que no han sido útiles para los luchadores sociales
que han caído poco a poco—pero constantes—durante este sexenio del gobernador
Ángel Heladio Aguirre Rivero.
Los comunicados que han aparecido
durante estos días, emitidos presuntamente por las FAR-LP, dan cuenta puntual
de los porqués se levantaron en armas. Son sus demandas enfocadas a lo que ha
sucedido en la entidad y la ausencia de resultados que las autoridades, en sus
distintos niveles de gobierno, han producido.
La ausencia de una administración y
procuración de justicia es evidente.
Los asesinatos políticos en contra de
los luchadores sociales, de los defensores de los derechos humanos, de los
propios periodistas y desde hace unos meses a la fecha contra miembros de los
grupos comunitarios o autodefensas, ofrecen una postal nítida de la ausencia de
legalidad aplicable en la entidad y por lo tanto, el propio gobierno, es en
automático, el menos indicado para hablar sobre legalidad y justicia.
La inseguridad pública, es también
fuente inagotable de la serie de confrontaciones que se han tenido entre las
comunidades rurales y algunas urbanas, contra las fuerzas armadas del país y
contra las policías municipales y estatales, ya que han sido ineficientes para
proveer de seguridad y ofertar paz pública a los ciudadanos y en cambio se ha
visto que la delincuencia común y el crimen organizado sigue ampliando su radio
de acción sin freno alguno.
No hablemos de la miseria que cunde en
el estado. Los cientos y miles de jóvenes que salen de sus territorios en busca
de trabajo y se enganchan en cualquier viaje con tal de poder vivir mejor aún y
a costa de su propia existencia. Dice el julgo sobre la juventud actual que
esta prefiere vivir poco pero bien y no mucho en desgracia.
Ahora bien. Las FAR-LP debe asumirse
como un grupo guerrillero de nuevo cuño o una nueva división del Ejército
Popular Revolucionario. No se tiene bien precisado esta fuente, como tampoco se
ha visto que las otras expresiones guerrilleras que de un tiempo en otro
reaparecen en las páginas de los diarios, han externado su apoyo, solidaridad o
bienvenida a esta nueva expresión.
Las fuerzas de inteligencia del
estado—particularmente el CISEN—debe tener en cuenta que en Guerrero ha habido,
desde los tiempos de Genaro Vázquez Rojas, movimientos armadas consecuencia de
injusticias sociales y abusos de poderes fácticos e institucionales.
Recordemos que en los últimos tiempos
los guerrilleros han sido más mediáticos que operativos y que se han dedicado a
señalar los errores y abusos cometidos por los gobernantes, pero no han actuado
en consecuencia.
Hoy estamos a la espera del accionar de
este nuevo grupo guerrillero, el cual si en verdad cuenta con una estrategia y
bases sociales en las regiones que ha dicho operar tiene que dar cuenta de
ello, para que no se vaya a pensar que es solo una impostura.
Las demandas de la nueva expresión
guerrillera son claras y contundentes. Las autoridades estatales son las que
tienen que dar respuestas puntuales si es que quieren evitar que esto se
complique aún más de lo que está y se vaya a ser realidad la idea que se tenía
hace unos años de que los grupos comunitarios no eran más que la expresión de
una gran organización guerrillera que estaba sentando las bases para su
actuación futura.
Hoy las cosas no están claras.
El gobierno dice desconocer a las FAR-LP
y les niegan cualquier interlocución y los amenazas con perseguirlos.
Los grupos comunitarios no se han
deslindado de los guerrilleros.
Los partidos políticos no han querido
caminar sobre tierra fangosa y han callado.
El Congreso se ha mantenido al margen y
dejan solo al gobernante.
Los grupos sociales en pie de lucha
tampoco los han desconocido.
Luego entonces, la aparición de las
FAR-LP no han sido con mucho mal vistos por una sociedad atosigada y harta de
tanta impunidad y desdén de las autoridades locales.
Veamos cómo evoluciona este nuevo
capítulo en la historia del sexenio aguirrista que cada día se parece más al
sexenio negro del figueroismo.
Periodista/Analista Político*
porteno4964@gmail.com
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