Desde Argentina
01-febrero-2014
La inseguridad y el socialismo
Oscar Rotundo.
La inseguridad en Venezuela ha sido tratada por los medios de comunicación
privados de una manera deliberada, no para contribuir en el combate a la
criminalidad, sino para generar una matriz de opinión que al público lo lleve a
pensar que con este gobierno no está seguro.
Este mensaje de “La inseguridad” no solo se ha construido en torno a la
delincuencia, también se habla de “la inseguridad” de poder conseguir
alimentos, de poder obtener dólares para viajar o importar, inseguridad para
efectuar una denuncia por corrupción o por algún otro delito; inseguridad,
falta de confianza, de certeza hacia la eficacia del gobierno para resolver los
problemas de la sociedad.
Para este fin, los medios privados han recurrido a diversas alternativas,
una de ellas es la despreciable tarea de contar cadáveres cada inicio de semana
en la puerta de la morgue, transmitiendo una estadística morbosa que en nada
contribuye con la solución del problema de la delincuencia, pero que sí trata
de poner en duda las políticas del Estado para solucionar este flagelo.
No existe, por parte de estos comunicadores, ni una actitud de respeto por
el público, ni un tratamiento riguroso de la información, muertos son muertos y
cifras son cifras; pero no todos esos fallecidos lo han sido en un evento
delictivo. En esas cifras de cada lunes entran los arrollados en las rutas, los
crímenes pasionales, las víctimas de los robos o secuestros, y los delincuentes
ultimados por la policía, etc.
No se trata solamente de una actitud irresponsable ante el conjunto de la
ciudadanía por el tratamiento que se le da a la noticia, se trata de una acción
deliberada para generar zozobra en la población, no es un mal manejo de la
información, es una estrategia.
¿Cómo la gente no va a tener una constante sensación de inseguridad, si
desde los medios se la bombardea con criminalidad las 24 hs del día?
Para los dueños de los medios privados de información son más importantes
los hechos delictivos en los que se encuentran involucrados policías y
funcionarios del gobierno, que los cientos de miles que aportan su vida y sus
conocimientos para que la Patria resurja.
Esta estrategia de alienación tiene como objetivo inducir al repliegue de
la población y aislar al gobierno en las luchas fundamentales en la Guerra
económica y la Guerra contra la criminalidad.
Estas luchas, son luchas de todo el pueblo, no solo de las instituciones,
para los socialistas, los desafíos por la construcción de una nueva sociedad,
son los desafíos del conjunto del pueblo y es por eso que el gobierno ha dado
en la tecla al convocar a todos los actores políticos y sociales a esta lucha
que profundiza la democracia y afianza a las instituciones del Estado en una
batalla crucial contra la desintegración nacional.
Podríamos decir que esta es una Guerra Patria y así lo tienen que entender
quienes, más allá de las diferencias, se sientan protagonistas de este momento
histórico. La criminalidad nos lleva a la desintegración. Fundamentalmente a
una desintegración moral, a una desmoralización profunda cuando aceptamos a la
corrupción y convivimos con ella llevándola al rango de conducta socialmente
aceptable. La desintegración nos lleva
al caos y el caos a la dominación, a la perdida de la independencia y la libertad.
Estos fenómenos no son espontáneos, son el resultado de años de
degradación social y sometimiento político a la estrategia del imperio.
Hemos remontado una cuesta gigante en estos 14 años y uno de los problemas
más graves que podemos enfrentar, es no reconocer el triunfo obtenido. Es el
árbol tapándonos el bosque. Es no reflexionar sobre las circunstancias que
tuvimos que sortear. Es perder la memoria y entregarnos a la inmediatez, al
egoísmo y al dogmatismo que ha caracterizado a alguna militancia de izquierda
en el siglo pasado.
Esta es la hora de unir a la
sociedad en un proyecto común, pero la unidad no es una pieza de mármol, es un
fenómeno dinámico que expresa la maduración de un proceso de conciencia dentro
de la dialéctica de la lucha de clases, al resolver correctamente las
contradicciones que nos conducirán a una nueva correlación de fuerzas con la
que vencer los obstáculos que nos impiden la realización de la revolución
popular y socialista.
La unidad sobre objetivos políticos con quienes nos adversan y han sido
elegidos para gobernar distintas instancias de la organización del Estado, no
demanda la claudicación de los ideales, ni de los principios revolucionarios,
al contrario, consolida la democracia y equilibra la carga del costo político,
neutralizando la conducta de francotiradores que muchos dirigentes opositores
adoptan al criticar la gestión de gobierno.
La unidad entre los “Chavistas” es una cuestión fundamental, menos formal
y más compleja, pues nos lleva a profundizar y sincerar nuestra relación con el
gobierno, el partido y el proyecto. Hay quienes no se sienten representados por
el gobierno, hay quienes militan en otras organizaciones y comparten el
proyecto del gobierno, hay quienes no militan y desde la teoría cuestionan
todo, hay quienes están de acuerdo con el gobierno y solo votan por él.
Todas estas expresiones de la realidad, y muchas otras no mencionadas, que
son respetables y que en el desarrollo de la política aparecerán con mayor o
menor fuerza, deben ser protagonistas en estas luchas contra los efectos de la
política capitalista.
La lucha contra los anti-valores del capitalismo es una lucha por la
humanidad y por el socialismo pues el futuro de la humanidad está en el
socialismo.
El socialismo es una necesidad para la humanidad y, cada día que pasa, más
imperiosa, para seguir existiendo sobre la faz de la tierra.
El capitalismo depredador, expropiador y guerrerista ha generado esta contradicción antagónica entre vivir o
desaparecer.
La violencia legalizada y difundida desde los medios de información y
entretenimiento, el narcotráfico, el armamentismo y las políticas de hambre y
exclusión impuestas desde los centros del poder imperial, son los factores que
generan los espirales delictivos que sufren hoy todas las sociedades con
variadas manifestaciones y distintos niveles de gravedad.
La pacificación de Venezuela es urgente, pero debe ocurrir casa por casa,
extirpando el flagelo de la violencia intrafamiliar, barrio por barrio
desmontando las bandas de micro traficó y también combatiendo el alcoholismo y
preservando a los niños de la violencia de las películas y video juegos.
Para esta tarea necesitamos la participación y el compromiso de todos y
cada uno de los habitantes del país, y fundamentalmente de los
revolucionarios pues no se puede
construir el socialismo en la sociedad del “sálvese quien pueda”, en la sociedad
del egoísmo.
Debemos transmitir confianza y alentar a la sociedad para que libre esta
batalla crucial para el porvenir.
Así como en una catástrofe natural, como la del estado Vargas en 1999, el
pueblo y el gobierno solventaron la situación, así nos debe encontrar este
momento, pues también este es el momento de la unidad por la vida.
oscar.rotundo.caracas@gmail.com
PIA: www.noticiaspia.com.ar
Publicación Barómetro
27-01-14
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