Desde Panamá
29/Octubre/2012
Quinientos años de lucha contra el
saqueo
Olmedo
Beluche
El pueblo
ngäbe-buglé lucha, desde la época de la conquista española, contra los
colonizadores ávidos de sus riquezas minerales. Los cronistas narran que el
propio Cristóbal Colón, en su cuarto viaje a América, llegó a la vertiente
caribeña de las actuales provincias de Veraguas y Bocas del Toro, en donde
habitan los indígenas. Los europeos se impresionaron por el oro que portaban.
Algunos historiadores estiman que la impresión causada por el oro de “Veragua”
[como se conocía en esa época] fue de tal magnitud que cambió el objetivo de la
Corona española, que era la búsqueda de un paso hacia las islas de las
especias, por el de controlar el territorio para obtener el oro de los nativos.
Colón estableció
una primera colonia denominada Santa María de Belén, a orillas de la
desembocadura del río Belén o Yebrá, como le llamaban sus habitantes
originarios. Ante la violencia del despojo que intentaron, incluso secuestrando
al mítico cacique Quibián, este se fugó y organizó una liga de tribus contra
los españoles, destruyendo Belén e hiriendo al propio hermano del almirante,
Bartolomé Colón, en 1503. Entre 1520 7 1527, Gaspar de Espinosa y Pedrarias
Dávila fueron derrotados por el cacique Urracá en sus intentos de posesionarse
de las minas de oro de Veraguas. Urracá los mantuvo en jaque y llegó a sitiar
la ciudad colonial de Natá, en lo que se llamó “La batalla de las razas”. La
mayoría de las descripciones del genocidio de los españoles contra los
indígenas de América, que relatara el padre De las Casas, se refieren a hechos
ocurridos en el istmo de Panamá.
A fines del siglo
XIX, siendo Panamá parte de Colombia, los abusos de los terratenientes
continuaban bajo la forma de impuestos, como el diezmo, y arrebatándoles sus
tierras para crear fincas ganaderas. Esto motivó que otro gran líder indígena,
el general Victoriano Lorenzo, aprovechara la Guerra de los Mil Días
(1899-1902), para transformar las demandas liberales por democracia, en una
guerra campesina contra los terratenientes blancos de Penonomé y Natá.
La insurrección fue
total, logrando Victoriano el control de todo el interior del país, salvo la
ciudad de Panamá, a la que los marines yanquis protegieron militarmente. Victoriano
fue traicionado por liberales y conservadores, asesorados por Estados Unidos
(Pacto del Wisconsin), siendo fusilado poco antes de la imposición de los
tratados de 1903, cuya consecuencia fue la separación de Colombia y la creación
de la Zona del Canal.
Hoy día, los
ngäbe-buglé son la fuerza de trabajo barata para el sector agrícola panameño:
en las bananeras, en la zafra del azúcar y en la cosecha del café. Pese a su
importante aporte económico, reciben los peores salarios, además de la
discriminación racista. Según las cifras oficiales, son el grupo más pobre del
país, cuya pobreza sobrepasa el 90% de la población, y la pobreza extrema al
80% de sus habitantes. Fueron desplazados de los llanos por la industria
agrícola y ganadera, y ahora resulta que viven en cerros poco productivos para
la agricultura, pero cargados de ricos yacimientos de cobre y oro codiciados
por las empresas transnacionales mineras. Hoy, como hace 500 años, este pueblo
aguerrido continúa luchando en defensa de sus tierras y riquezas minerales. Al
igual que lo hicieron Quibián, Urracá y Victoriano, durante los tres años de la
administración del presidente Ricardo Martinelli, los ngäbe-buglé han sido
ejemplo de combatividad y dignidad.
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