Desde México
27/Enero/2013
Miedo e
Incertidumbre; Autodefensa Armada
Rodrigo Huerta
Pegueros
Los movimientos de autodefensa
armadas que iniciaron en varios municipios del estado de Guerrero los
ciudadanos de varios pueblos, comunidades y cabeceras, no son otra cosa, mas
que el resultado de la ineficacia e ineficiencia de un gobierno estatal para proveer
a la sociedad de una eficaz seguridad pública.
No es de ahora sino desde hace
varios años atrás que los gobiernos locales y estatal han perdido la capacidad
de respuesta ante el aumento cada vez mayor de la delincuencia común y de la
criminalidad organizada y han entregado sin mayor obstáculo sus
responsabilidades constitucionales a la instancia de gobierno superior, en este
caso la federación, la cual se ha puesto y dispuesto a operar sin cortapisas y con las consecuencias
que hoy padecemos.
Las causas que provocaron
estas acciones extralegales por parte de los ciudadanos , no son otra cosa mas
que el miedo que sufren y la incertidumbre de no visualizar que puedan obtener
apoyo solidario de parte del gobierno. Por eso se han armado y por eso han puesto
el grito en el cielo para arremeter contra los delincuentes y los criminales
que azotan sus regiones.
El miedo es un factor
importante y quizá el principal que impulsa casi en automático a los ciudadanos
para proveerse de cualquier instrumento que les de cuando menos confianza en su
autodefensa y por ello han realizado las acciones que ahora todos conocemos y
que las hemos visto en varias regiones expresarse con el consabido apoyo formal
de parte del ejecutivo estatal. La incertidumbre que acompaña al miedo es otro
argumento que se esgrime de parte de los ejércitos de autodefensa desplegados
en las regiones de la tierra caliente, de la montaña y de la costa chica, sin
olvidar que también estos hechos se han registrado en la región de la costa
grande y en algunas cabeceras del norte de la entidad. Acapulco ha sido la
región que no ha tenido que emprender estos actos de autodefensa pues las
autoridades federales y estatales han logrado arribar rápidos y prestos para
enfrentar la ola de violencia que no ha cesado de registrarse.
Esta situación general de
alarma cada vez se ha ido ampliando en la entidad. Si antes solo había la
sensación de pérdida de libertad individual, ahora se ha extendido a grupos y
comunidades que casi abarca un poco mas de la mitad del territorio guerrerense,
particularmente algunos municipios de la región de la montaña, unos más de la
tierra caliente y ahora nos encontramos con una casi revuelta de varios
municipios de la región de la costa chica. Sin embargo no podemos olvidar que
están casi al borde de la crisis de inseguridad varios municipios de la región
de la costa grande y de la zona norte, salvaguardándose hasta ahora la región
del centro y parte de Acapulco.
Si bien es cierto que no
podemos argumentar que el gobierno del estado está en una situación de
ingobernabilidad, pues las instituciones que lo sostienen funcionan no en
óptimas condiciones para bien de la ciudadanía, si se puede argumentar que el
gobierno federal está prácticamente sosteniendo a las instituciones estatales y
municipales responsables de otorgar seguridad pública a los ciudadanos, a una
sociedad que clama paz y por ende justicia, pues desde los tiempos antiguos se
afirmaba que para que en las ciudades hubiera paz debía existir y prevalecer la
justicia. En la época actual, la justicia es la que menos está presente y esta
se ha sustituido con acciones de fuerzas armadas o actos de represión o
abiertamente—como sucedió en el pasado sexenio—en una franca guerra contra los
grupos delictivos y criminales que azotan al país. Los resultados son
vergonzosos y el problema subsiste.
Por cierto que los sociólogos
que han abordado con éxito la situación de inseguridad en la mayoría de los
países del globo, han expresado que si bien el miedo es un factor determinante para
que los ciudadanos ejerzan su autodefensa, ‘’lo crucial no es el miedo al
peligro sino el grado de expansión que el mismo miedo puede adquirir, en qué
puede convertirse’’.
El mensaje es bastante claro,
lo malo del caso es que los gobernantes que no han evolucionado al mismo ritmo
que se ha transformado el resto del mundo nunca podrá hacer frene con éxito a
los nuevos hechos producto de la expansión y la reformulación de los nuevos
grupos delictivos, empezando por la necesaria certificación de los agentes en
materia de confianza y posteriormente en el uso de las nuevas tecnologías y
nuevas armas para combatir con éxito a los criminales y a la delincuencia que
hoy por hoy han sofisticado sus actividades con lo que le llevan un buen trecho
a las autoridades responsables de combatirlos.
Hoy la sociedad vive con miedo
y resguardada. No ha logrado revertir su desconfianza hacia las autoridades
quienes se han ganado a pulso el descrédito popular y cada vez más estaremos
siendo testigos de cómo las instituciones no solo no se fortalecen sino que
cada vez con mayor celeridad se desmoronen.
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