Desde Brasil
29/Julio/2013
Caperucita y los Lobos Feroces
Bruno
Peron Loureiro
Todo indica que los
brasileros reescriben el capítulo de malversación del dinero público que causa
picazón en la enciclopedia de la democracia en Brasil. En una sociedad altamente
patriarcal y de intercambio de favores, el sistema se equilibra a través de un
pacto que institucionaliza la corrupción, justifica la acumulación de riquezas
y prorroga cualquier forma de protesta. Esta vía de manifestación no es la
favorita de los brasileros, que prefieren la resignación y la burla, pero la
movilización del 20 de junio de 2013 trae una lección para la democracia en el
país. Descubrimos que cuando somos provocados hasta el límite nuestra fiera
interior se vuelve indomable.
Las protestas que
surgieron en Brasil al unísono componen las líneas de un nuevo capítulo en la
historia de la democracia y de los movimientos sociales en América del Sur. Sus
hermanos próximos son la lucha por la reforma educativa en Chile y la
continuidad de los avances sociales en Venezuela. El factor común es que el
pueblo se cansó de las vías tradicionales de lucha política: obligatoriedad de
las elecciones, creencia en los partidos políticos y conformidad con la prensa
hegemónica. Los brasileros se organizaron en las redes sociales de Internet y
fueron a las calles.
La apariencia de
ingenuidad provocó el incendio de las profundas ausencias de los brasileros.
La particularidad
de las protestas en Brasil es que sus Lobos Feroces dejaron caer monedas de un
valor total de R$ 0,20 en el camino a casa de la Abuelita. Es la pista.
Pensaron que R$ 0,20 no harían la
diferencia. Pero Caperucita recolectó “fuera del camino” que siguió solita y
comenzó a desconfiar de la mucha buena voluntad del Lobo Feroz para mostrarle
un camino alternativo. Aunque estas monedas no perjudiquen el presupuesto del
Lobo Feroz, ellas movieron a todo el país a cobrarles los montos de otras
cuentas. Cayó la ficha de los brasileros.
Después de una
larga jornada, Caperucita toca la puerta de la Abuelita. Hasta entonces todo
parecía normal. La Abuelita espera a su nieta, Caperucita entra y hace algunas
preguntas. La Abuelita responde que sus grandes ojos son para verla mejor. En
seguida la Abuelita agrega que sus grandes orejas son para escucharla mejor.
Y así las
prefecturas bajan las tarifas de autobús, los legisladores prometen rever sus
polémicos proyectos de ley, la presidenta Dilma propone un pacto con los
gobernadores de los estados para atender las reivindicaciones populares, los
gestores de la Copa Confederaciones dudan sobre la continuidad o no de los
juegos, la prensa mundial revé su posición sobre el Brasil “emergente”. La
culpa no es de una sola persona, sino de una manada de Lobos Feroces que
corrompen la esperanza de los brasileros. El pueblo paraliza las calles en todo
Brasil. Sólo así.
Otra particularidad
de las protestas en Brasil es la sensación generalizada de que todos tienen
alguna reivindicación, de allí su carácter apartidario e inclusivo. Todo
brasilero, incluso integrantes de la Policía Militar que se esconden tras los
escudos, se siente parte de las protestas, independiente de cuál fue su
candidato en las últimas elecciones y de los trastornos que debe enfrentar
(como el atraso en los vuelos de Cumbica debido al cierre de avenidas en
Guarulhos, la quema de neumáticos en Brasilia y el arrancado de baldosas en Río
de Janeiro).
La cultura política
del brasilero revela que se acumuló la desconfianza hasta que se acabó la
paciencia y explotó en una manifestación auténtica de sus derechos
democráticos. Esta explosión de reivindicaciones en todo el país llena de
orgullo al ser brasilero, dejando de lado desvíos minoritarios de conducta que
enturbian las protestas, practican la violencia y destruyen patrimonios
públicos y privados. Estos no hacen más que dificultar la tarea de los
luchadores dignos de la democracia en el país.
Mientras tanto, el
mero enaltecimiento de la democracia no atiende las demandas de los brasileros.
Los gobiernos municipales concentran sus medidas en la reducción de tarifas de
autobús, el gobierno federal enfatizó el avance democrático y la televisión se
focalizó en los actos de vandalismo. Es preciso ser cuidadosos para que ninguna
bandera sectaria se aproveche de estas protestas. No desviemos el rumbo de los
cambios que se avecinan. No queremos sólo el almuerzo, porque más tarde también
tenemos que comer. Tampoco queremos que el gobierno nos haga aquello que
depende de nosotros.
Los brasileros se
despiertan después de preguntarle al Lobo Feroz para que le sirve su boca.
Solicitamos una rendición de cuentas sobre el camino equivocado que el Lobo
Feroz nos sugirió.
http://www.brunoperon.com.br
Publicación Barómetro 24-06-13
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