25/Abril/2014
Desde Venezuela
¡Que se joda la Unión Europea!
Sergio Rodríguez Gelfenstein
Después que sus principales líderes fueran sujeto de espionaje por parte
de las agencias de seguridad de Estados Unidos, que la subsecretaria de Estado
para asuntos europeos de ese país, Victoria Nuland haya prorrumpido en el
“piropo” que titula este artículo, al referirse a sus aliados europeos, da
cuenta de la muy poca estima que tiene la potencia norteamericana por sus
amigos, poniendo en evidencia además, la dignidad en decadencia de sus líderes.
Salvo una tibia reclamación de la canciller alemana Ángela Merkel, no se
escucharon voces que salvaguardaran algo del decoro que en otros tiempos
caracterizara al viejo continente. La política es así. Con cientos de satélites
espiando sus comunicaciones, los dirigentes europeos pensaron que era mejor
tragarse el insulto antes de despertar la ira de su aliado mayor. Esta vez la
causa del exabrupto fue Ucrania
La vida política de Ucrania ha estado marcada a través de la historia por
su ubicación a medio camino entre Rusia y Europa. De ahí su nombre que
significa “País de la Frontera”. Los ucranianos desarrollaron una larga lucha
por su unidad y su independencia, lograda apenas en el siglo XX. La relación con Rusia es parte inseparable de su
historia desde mucho antes de la existencia de la Unión Soviética.
Ucrania fue el espacio donde se
desarrollaron algunos de los combates más cruentos de la Segunda Guerra Mundial
o Gran Guerra Patria como la han denominado los pueblos que pertenecieron a la
URSS. Su territorio fue escenario de la lucha de grandes destacamentos
guerrilleros que operaban en la retaguardia de las fuerzas de ocupación nazis.
Estas unidades actuaban de manera primordial contra los trenes y otros convoyes
de medios de transporte que necesariamente debían pasar por su territorio para
apoyar a las fuerzas que pugnaban por ocupar la Unión Soviética.
Se calcula que más de 6 millones de ucranianos fueron asesinados por las
tropas nazis y alrededor de un millón y medio de soldados provenientes de este
país entregaron su vida formando parte de las Fuerzas Armadas Soviéticas. 700
ciudades y más de 25 mil pequeños pueblos fueron destruidos por la barbarie
fascista.
El gobierno soviético se volcó a la reconstrucción de Ucrania en el
período posterior a la guerra. Eso permitió que el país desarrollara un gran
potencial industrial, de los más importantes del campo socialista y de toda
Europa.
Ucrania heredó parte significativa de la industria de armamento y de las
Fuerzas Armadas de la Unión Soviética. Su ubicación geográfica y su soberanía
sobre Crimea desde 1954, le permiten tener algunos de los puertos más
importantes en el mar Negro. En Sebastopol se encuentra –después de un acuerdo
bilateral- la gigantesca Flota Rusa del Mar Negro que opera en el flanco sur
del territorio ruso y en el Mar Mediterráneo, lo que le da importancia
estratégica.
Ucrania es un país de gran desarrollo industrial. Una vez superada la
aparatosa caída de su economía, signada por el incremento de la pobreza,
altísimos niveles de inflación y una ola de privatizaciones durante la
transición del socialismo al capitalismo tras la desaparición de la Unión
Soviética, el país se ha ido reponiendo durante este siglo.
Su economía está considerada entre las 40 más importantes del mundo por su
PIB, aunque el PIB per cápita la ubica en lugares cercanos al 80 en el mundo.
Su riqueza se basa en el desarrollo industrial, la alta tecnología, la
producción de vehículos de múltiples usos, particularmente camiones, así como
aviones de todo tipo. Se destaca también en el desarrollo espacial y el
turismo. Sin embargo, es un importador neto de petróleo y gas, en primer lugar
desde Rusia y en segundo de los países que bordean el Mar Caspio. Casi la mitad
de su energía es nuclear.
La victoria electoral de Viktor Yanukovich tuvo importantes implicaciones
políticas para el país y para la región. Su acercamiento a Rusia, generó
condiciones óptimas para una alineación de estos gobiernos con el de Belarús,
impidiendo en los hechos los planes de la OTAN para extenderse hacia el este.
Esto cambió la correlación de fuerzas en la geopolítica de Europa Central y de
todo el continente. La posibilidad de reactivar una alianza similar a la
Comunidad de Estados Independientes (CEI) que se creó al desaparecer la Unión
Soviética, hizo que el eje que tiene centro en Moscú se pudiera articular
nuevamente desde Europa oriental hasta las profundidades de Asia. Las buenas
relaciones actuales de Rusia con China crearon -en los hechos- un polo de poder
que mermará el posicionamiento de la OTAN y Estados Unidos en esta parte del
planeta. La importancia de Ucrania en esta lógica es trascendental por su
ubicación geográfica como puerta de entrada y salida de Europa y por su
privilegiado litoral sobre el Mar Negro.
La Unión Europea y Estados Unidos han puesto en funcionamiento a tope su
diplomacia tratando de buscar una salida favorable a sus intereses y ajenos a
los de Rusia. Sus negociadores han actuado coordinadamente durante todo el
invierno hablando con uno y otro actor del conflicto. Sin embargo, lo han
tenido que hacer con suma prudencia a fin de no exaltar los ánimos de
Yanukovich, llevándolo a caer mansamente en los brazos de Moscú.
El malestar de la subsecretaria Nuland surgió por la diferencia de visión entre su país y Europa en torno a
la salida de la crisis. Mientras Estados Unidos apuesta por Arseni
Yatseniuk, abogado y ex ministro de
economía de la República Autónoma de Crimea en el sur de Ucrania, los europeos
lo hacen por el ex campeón mundial de boxeo y actual parlamentario Vitali Klichkó, para controlar un potencial
gobierno post Yanukovich. Los intentos de encontrar una opinión de consenso han
fallado una y otra vez. La impotencia de Nuland por la incapacidad para imponer
la alternativa estadounidense a Europa
causó su destemplanza cuando hablaba por teléfono con su embajador ante
Ucrania.
La imposibilidad de Occidente para alcanzar una solución del conflicto
parte de su errada idea de buscar la misma entre las instancias políticas que
hacen vida en el parlamento. Los manifestantes opositores que se encuentran
instalados en la plaza Maidán en Kiev, responden a criterios diferentes y a
reivindicaciones muy distintas de las que sustentan los políticos.
En una situación que guarda cierta similitud con el manejo de la crisis
siria, Occidente apostó por los manifestantes opositores suponiendo que serían
dóciles vasallos que podrían controlar para hacer caer a Yanukovich. Al igual
que en Siria, cuando el conflicto se le escapó de las manos, buscaron a ciertos
sectores proclives a sus intereses a fin de hallar una salida atinada al
problema. Al igual que en Siria, tendrán que acudir a Rusia para que los salve.
Al igual que en Siria, Rusia acudirá gustosamente.
Desde el primero momento. Moscú ha informado a Occidente que los
manifestantes de la Plaza Maidán
provienen de agrupaciones extremistas y xenófobas, vinculadas a organizaciones
fascistas y, han alertado en torno a la orientación anti rusa de los líderes de
las protestas.
Estados Unidos y Europa hicieron caso omiso de las advertencias rusas y
alentaron a los manifestantes de igual manera que en 2004 cuando impulsaron la
Revolución Naranja. Aunque en esa ocasión lograron la anulación de las
elecciones que tuvieron que realizarse nuevamente, la situación hoy es
distinta. Las diferencias entre Europa y Estados Unidos dan cuenta de esta
situación.
Tal vez ahora, Rusia coincida con Nuland y parafraseándola, puedan afirmar
lo mismo que ella, aunque probablemente agreguen a Estados Unidos en su
imprecación.
sergioro07@hotmail.com
Publicación Barómetro 13-02-14
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