Desde
Guerrero, México
Fecha: 10/Nov.2014
¡Ayotzinapa Vive!
La Lucha Sigue…
Carlos
Reyes Romero
Ángel
Aguirre Rivero desperdició la oportunidad de reconciliar al gobierno del estado
con los estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa; peor
aún, desperdició la oportunidad de gobernar Guerrero.
Ahora tendrá que pagar los costos de
haber dejado el gobierno en manos de familiares. Unos para enriquecerse más;
otros para ejercer la operatividad gubernamental y también enriquecerse. El
gobernador nunca debió haberles cedido la facultad de tomar decisiones porque ésta
es una facultad indelegable de quien resulta electo para ejercer la gubernatura
del estado.
Las normales rurales son el último
bastión de la educación popular en el país. Lo que quedó de la devastación
educativa que sucesivos gobiernos priistas propiciaron luego del sexenio de
Lázaro Cárdenas. Primero desaparecieron las escuelas para hijos de trabajadores;
luego los grandes internados indígenas –a los que sobreviven algunos albergues
que ahora sólo sirven para dormitorios–; después cerraron los internados del
Instituto Politécnico Nacional y de la Escuela Nacional de Maestros.
En los estados sobrevivieron algunos
albergues escolares rurales y algunas casas de estudiantes,sobre todo en
Michoacán y Guerrero; pero más como un esfuerzo magisterial-estudiantil que
como una política de apoyo y fomento a la educación popular.
Sometidos a una política de literal inanición,
porque durante décadas los gobiernos estatales les han confiscado buena parte
de los pocos recursos que manda la Secretaría de Educación Pública para su
manutención; con una planta docente formada con otros parámetros educativos y
poco actualizada; sufriendo toda clase de estrecheces y penurias, los
normalistas rurales son de los pocos sectores normalistas de Guerrero y del
país que sí presentan examen de conocimientos, aunque estos sean aplicados por
maestros que muchas de las veces les son hostiles.
Ciertamente salen mal formados, pero
también entran mal formados; al igual que el resto de los normalistas y
estudiantes del estado y del país.
Aguirre pudo cambiar esta circunstancia
y no lo hizo. Se le atravesaron los sucesos del 12 de diciembre de 2011, que
dejaron un saldo de 2 estudiantes de Ayotzinapa muertos a manos de fuerzas
policiacas federales y estatales.
Sólo el apoyo del gobierno federal, de
jueces, magistrados y de la CNDH, pudo salvar a Aguirre Rivero de la debacle.
Pero tuvo que sacrificar piezas clave de su equipo, entre ellas a su amigo Humberto
Salgado Gómez.
Hoy, con los sucesos de la sangrienta
noche del 26-27 de septiembre en Iguala, la tormenta se ciñe nuevamente sobre
su cabeza.
La gravedad de esta masacre es tal que,
incluso, sectores de la ciudadanía que todavía confiaban en su gobierno, ahora
participan en las acciones de protesta y en el reclamo de que se castigue a los
culpables de las 6 muertes y de la desaparición de 43 estudiantes, que no
aparecen por ningún lado.
En esta ocasión, en una típica maniobra
de control de daños, el gobierno de Peña Nieto se apresura a deslindarse de
Aguirre Rivero y a exigirle resultados; incluso Televisa, que no actúa por sí
sola, está dedicando varios de sus programas a soliviantar a la opinión pública
contra el gobierno del estado.
Y no es para menos. Es el resultado de
la política de encubrimiento que el gobierno de Aguirre Rivero ha asumido en
casos clave para la opinión pública como los asesinatos de los diputados
Armando Chavarría y Moisés Villanueva de la Luz;de los ecologistas Eva Alarcón
Ortiz y Marcial Bautista Valle; de los dirigentes sociales Arturo Hernández
Cardona y Rocío Mesino Mesino;en la desaparición del joven activista indígena
Longino Vicente Morales, y ahora en estos graves y lamentables hechos.
¿Cómo va a ser posible que el gobierno
del estado no pueda averiguar el paradero de 43 estudiantes de Ayotzinapa,
teniendo en la cárcel a los 22 policías que participaron en su detención?
No quiero ni imaginarme qué va a suceder
si estos estudiantes no aparecen.
Ángel Aguirre hizo lo que tenía pensado,
cuando en aquella reunión con Beatriz Paredes Rangel, Rubén Figueroa Alcocer le
negó el apoyo del PRI a su candidatura: agarrar sus maletas e irse.
No hay de otra; y será lo mejor para
Guerrero.
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