Desde Panamá
Fecha: 10/Nov./2014
¿Por qué es necesaria la
educación en salud sexual en las escuelas?
Por
Olmedo Beluche
Jorge
Sarsanedas, en un excelente artículo ("¿Reír o llorar?"), publicado
hace unos días, ha puesto en evidencia a una serie de sectores, muchos de ellos
escudados bajo el ropaje "religioso" o tras el morbo hipócrita de
medios de comunicación, que se oponen de manera irracional y con argumentos
infundados al proyecto de ley que debate la Asamblea Nacional sobre "salud
sexual y reproductiva", que incluye la educación sexual, seria y
científica, en los programas educativos.
Hay una sola
cosa que añadir al aporte bien fundamentado de Sarsanedas: la sociedad panameña
debe despertar y ver la realidad como es, las estadísticas señalan que los
adolescentes están teniendo relaciones sexuales, pero sin orientación adecuada,
por un lado; y por el otro, un gran porcentaje de embarazos precoces son
producto de violaciones e incestos.
Basta de negar
los hechos. Basta de mirar para otro lado o esconder la cabeza en el hoyo, como
las avestruces (aunque dicen que esas aves no hacen eso). En hogares coherentes
y bien establecidos, en familias disfuncionales, entre pobres o ricos, del
interior o las urbes, con padres permisivos o represivos, la juventud panameña
en su proceso de maduración fisiológica y social está iniciando sus primeras
experiencias sexuales bien temprano. Aunque usted no lo quiera reconocer, no
esté de acuerdo o no le guste, eso es lo que está sucediendo.
¿No lo cree?
Una encuesta dada a conocer por la Defensoría del Pueblo, encontró que el 31,7%
de las chicas y el 40,7% de los varones tuvieron su primera experiencia sexual
antes de cumplir los 15 años de edad. En 2012, hubo 15.206 nacimientos de
madres menores de 20 años (4% de ellas con edades entre 11 y 14 años). En 2013
asistieron a control prenatal 17.843 menores entre 11 y 19 años de edad.
Quienes
pretenden que la educación sexual corra única y exclusivamente por parte de los
padres están siendo desmentidos por los hechos y las estadísticas. No nos
engañemos, quienes somos progenitores, incluso entre los más liberales y
progresistas, sabemos que no es muy fácil abordar esos temas con los hijos.
Pero, aún en el caso de que ese supuesto funcionara en las familias
"equilibradas", bien informadas y con buena comunicación parental,
¿qué hacemos con las familias divididas, disfuncionales, cuyos padres están
ausentes por trabajo, etc.?
El estado
tiene una responsabilidad que cumplir hacia todos los niños y adolescentes,
pero más aún con los más vulnerables. Según los datos del INEC, sólo el 57% de
las menores panameñas viven con ambos padres; el 42%, es decir, 541.440 menores
no viven con ninguno de los padres o sólo con uno de los dos, a las que hay que
añadir otras 9.933 en las que no se pudo determinar la situación.
Un problema
conexo, que requiere urgente atención es que muchos de los embarazos de
adolescentes son producto, no de relaciones "irresponsables" entre
jóvenes, sino de abusos sexuales y violaciones cometidos por adultos del propio
entorno (familiar, vecinal) de las menores. A veces nos escandalizamos con lo
que sucede en ciudad Juárez, la India o en algunos países musulmanes, pero en
nuestro entorno "occidental", cristiano y "civilizado" la
violencia sexual contra las mujeres escala junto a la violencia social en
general, pero requiere un tratamiento particular, no sólo en el plano jurídico,
sino educacional, de salud pública, cultural.
Por añadidura,
la información sobre sexualidad y reproducción la están obteniendo los jóvenes
por muchos medios (amigos, redes sociales, televisión, cine, etc.) y a veces
(no tanto como debiera) de los propios padres y algunas con suerte en los
centros de salud. La única ausencia en ese proceso es de la educación formal,
seria, científica y bien fundada.
Los jóvenes
tienen sexo pero carecen de información elemental al respecto. Basta un
ejemplo, proveniente de la fuente citada: sólo el 37,1% de las mujeres entre 15
y 24 años de edad son capaces de identificar dos formas de prevenir el VIH. En
sentido contrario, el 60 % de las jóvenes no saben cómo prevenir correctamente
ser víctimas de las enfermedades de transmisión sexual. Esa falta de
información guarda relación directa con el hecho de que el 13% de los 13.264
casos registrados de personas portadoras de VIH en Panamá son menores de 25
años
La educación
sexual como parte de los programas educativos, en relación y dependiendo de la
edad y maduración de los menores, pretende aportarles información seria sobre
las relaciones humanas, sobre el cuerpo humano (y como parte de ello, la
sexualidad). No se trata, como irresponsablemente aducen algunos desde púlpitos
y medios de comunicación, de "enseñarles a hacer el amor en las
escuelas". En esto destaca la hipocresía de algunos medios de comunicación
que, solapada o abiertamente, se oponen al proyecto de ley, pero cuya
programación y páginas está cargada de erotismo y comercialización del cuerpo
femenino.
Para tener
sexo los jóvenes no van a la escuela. La escuela lo que sí debe hacer es proveerles
información y orientación sobre este tema, que es propio de la vida cotidiana
de cualquier persona. Está demostrado que en todos los países con sistemas
educativos desarrollados, en los que la salud sexual no es tabú, donde la gente
posee información adecuada, para tener sexo responsable, las mujeres retardan
en el tiempo (no la sexualidad) sino la maternidad, porque dan importancia a su
desarrollo intelectual y profesional.
Donde no hay
educación sexual, crece el número de adolescentes embarazadas con sus vidas
frustradas e infelices por tener hijos no planificados que le dificultan
continuar sus estudios y su desarrollo personal. Entre ellas, muchas niñas que
aún no han terminado de madurar y que se ven obligadas a asumir un papel de
madres para el que no están preparadas.
Algunos, en
una muestra de ignorancia supina, creen que cuando la ley dice "derechos
sexuales y reproductivos" es que se les va a enseñar a los muchachos a
exigirle a sus padres que ellos tienen "derecho de tener sexo cuando quieran"
y que de ahí vendrá el "descontrol". No. Cuando la ley dice
"derechos" se refiere a que aprendan a defender la integridad de sus
cuerpos frente a la ola de abusadores (que también los hay en las "buenas
familias"), a denunciar el acoso y abuso sexual, que sepan esa agresión
también es un delito, y que tienen derecho a la protección de las autoridades e
instituciones públicas.
Las cifras
aportadas demuestran la necesidad urgente para la sociedad panameña de tener
una política educativa sobre salud sexual y reproductiva. Digámosle basta a los
sectores oscurantistas que quieren que el estado y el país siga mirando para
otro lado mientras a nuestro lado crece un problema que adquiere dimensiones
epidémicas.
Es un deber
moral de toda persona responsable exigir la aprobación pronta de ese proyecto
de ley. No puede haber ni un gremio profesional, en especial ningún gremio
docente, ningún sindicato, ni mucho menos una organización política que se diga
progresista o de izquierda que pase agachado en este debate nacional. Es su
obligación ante la historia tomar posición y exigir la aprobación de este
proyecto de ley.
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