Desde
Venezuela
Fecha:
10/Noviembre/2014
¿Una Nueva Guerra Fría?
Sergio Rodríguez Gelfenstein
Hace
unos días, exactamente el 2 de octubre pasado, el vicepresidente de Estados
Unidos, Joe Biden afirmó que el gobierno del presidente Barack Obama obligó a
los países de la Unión Europea (UE) a imponer sanciones contra Rusia, con el
objetivo de contrarrestar la activa diplomacia de ese país en el conflicto interno de Ucrania. Con el mayor
desparpajo, Biden admitió que los países europeos "no lo querían hacer”
pero que esa decisión cuestionaría el
liderazgo de Estados Unidos, por lo que “el Presidente insistió”. De acuerdo a medios internacionales, en el
Foro John Kennedy, en la Universidad de Harvard, el vicepresidente explicó que
Obama se había visto obligado “…a poner a Europa en una situación embarazosa
para que asumiera el daño económico y obligara a pagar a Rusia".
La
propia Secretaria de Estado adjunta para Europa, Victoria Nuland, quien se
hiciera famosa por su expresiva oratoria cuando dijera “¡Que se joda la Unión
Europea!” reiteró que “… Washington reconoce que las sanciones impuestas contra
Rusia afectan a las economías europeas”
Esto
no sería sorpresa cuando se trata de la política exterior de Estados Unidos, si
no fuera porque los países presionados son sus principales aliados en la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) la mayor alianza militar
del planeta. Sin embargo, como ya ocurrió cuando sus líderes fueron espiados
por la potencia norteamericana, los miembros europeos del pacto hicieron
silencio y asumieron sumisos esta nueva ofensa que se va transformando en forma
habitual del comportamiento internacional estadounidense.
Esta
situación ha llevado a algunos analistas a afirmar que el mundo se encamina
nuevamente a una estructura bipolar del sistema internacional, similar a la que
existió en el planeta hasta 1991. El desembarazo con el que Estados Unidos se
vincula con sus aliados hace alusión a una relación de subordinación más que a
un lazo horizontal entre sujetos similares.
Estados
Unidos ha obligado a sus socios europeos, además de Canadá, Japón y Australia a
establecer rígidas sanciones que sólo perjudican, -una vez más- a quienes
tienen una cercana relación de vecindad y una economía mucho más interconectada
con el gigante euroasiático. Eso no pareciera importarle mucho a Obama y su
gobierno.
En
esa medida, la OTAN teledirigido por Estados Unidos ha asumido la vanguardia en
las acciones más relevantes contra Rusia. A pesar que en el espectro mediático
se hace alusión con mayor fuerza a las medidas de carácter económico, el pulso
del conflicto viene dado, en realidad, por las decisiones de orden militar que
colocan al viejo continente en una verdadera encrucijada cuando se otea en el
pasado el recuerdo de las dos guerras mundiales que se desarrollaron durante el
siglo XX en territorio europeo sin que Estados Unidos haya sido involucrado en
su espacio continental, posibilitando con ello su consolidación como primera
potencia mundial.
Todo
indica que las medidas actuales apuntan a lo mismo, salir de la crisis,
debilitando a sus aliados, en primer lugar fortaleciendo el dólar respecto del
euro y generando economías debilitadas que necesiten de la “ayuda
estadounidense”, frente al “peligro de la expansión rusa”. El supuesto enemigo
ha mutado su orientación ideológica respecto del siglo pasado pero sus
ambiciones de propagación mundial se mantendrían incólumes según, lo advierten
avezados analistas que dan pie a la locura imperial estadounidense.
Así,
la OTAN ha pasado de un Secretario general incendiario como lo era el danés
Anders Fogh Rasmussen a otro brutalmente
belicista, el noruego Jens Stoletenberg, quien según Fidel Castro, destila odio
en su mirada, cuando intenta profundizar las condiciones de conflicto en el
continente, e incluso fuera de él, al
asumir de manera sumisa los dictados estadounidenses respecto de cómo manejar
la política contra Rusia. En uno de sus primeros viajes después de la asunción
de su nuevo cargo fue a Polonia para afirmar que la OTAN “puede desplegar sus
tropas donde quiera”, lo cual es violatorio de acuerdos internacionales
suscritos por la OTAN y Rusia. Sus declaraciones ponen en ascuas el derecho
internacional, de manera muy particular aquellos instrumentos que sostienen la
paz en las condiciones de transición del
mundo unipolar, echando más fuego a la hoguera que se ha prendido en Ucrania y
que por todos los medios se intenta apagar como lo atestigua la reciente
decisión del Presidente Putin de retirar las tropas que se mantenían en la
frontera entre los dos países.
Sin
embargo, la suposición de que estaríamos volviendo a una nueva guerra fría y
con ella a una novedosa bipolaridad Rusia-Estados Unidos, choca con la realidad
de los últimos años que ubica a China como un poder emergente que es imposible
obvia, toda vez que se ha ido transformando en el verdadero actor internacional
que está retando la hegemonía actual. El fortalecimiento de la alianza
ruso-china durante los últimos años se erige en un verdadero valladar a las
ambiciones de supremacía estadounidense.
En
todo caso, si de nueva bipolaridad se hablara, sería de una que en primera
instancia tendría un polo bicéfalo constituido por China y Rusia, tras del cual
estaría el grupo BRICS, estructurado a partir de países que juegan un real
liderazgo en Asia, África y América Latina. Junto a ello las dos potencias, han
fortalecido la Organización de Cooperación de Shanghái y la Alianza
Euroasiática que se ha crecido esta semana con el ingreso de Armenia. Así
mismo, China y Rusia han firmado un gigantesco acuerdo bilateral de comercio y
cooperación económica para los próximos 20 años, que además va a utilizar sus
instrumentos monetarios (el yuan y el rublo) como monedas de intercambio, en lo que podría ser el preámbulo de una
nueva era en que el dólar paulatinamente comience a ser dejado de lado como
dinero internacional para las transacciones económicas.
sergioro07@hotmail.com
Publicación Barómetro 16-10-14
Los contenidos de los análisis publicados por
Barómetro Internacional, son responsabilidad de los autores. Gracias.
internacional.barometro@gmail.com
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