Desde Argentina
Fecha: 28/Jun/2015
Fecha: 28/Jun/2015
Eduardo Galeano Se Nos Fue
Aunque Se Quede
Daniela Saidman
El entrañable escritor es un
malabarista del verso que
supo cómo convocarnos a la
ternura de descubrirnos
hechos de historias y de voces
que la cuentan
La emoción de un nuevo libro ya no estará cerca, aunque siempre
sorprendan, sacudan y estremezcan las nuevas lecturas y relecturas posibles e
imposibles. Muchos lo conocimos por las Venas abiertas de América Latina,
publicado por primera vez en 1971, y a través de él vislumbramos la honda
cicatriz que recorre de cabo a rabo esta América que empieza en La Patagonia y
termina abrupta en el río Bravo, un continente dividido en dos y que como él,
esperamos que algún día sea uno sol Eduardo Galeano, ese escritor entrañable
para sus lectores, es un hijo de los días, un malabarista del verso que supo
cómo convocarnos a la ternura de descubrirnos hechos de historias y de voces
que la cuentan. Con su rarísima manera de narrar entre el verso y el cuento nos
dio la oportunidad de encendernos y de brindar por el futuro que tiene tanto de
utopía y de sueño.
Su obra es un canto a la esperanza y en ella nada de lo humano quedó
afuera. Todo su talante, su oficio de escritor y de periodista comprometido
quedó para siempre en las páginas que nos muestran la historia del mundo que no
cuentan los poderosos, los que se creen vencedores, por eso debería ser materia
de estudio en las escuelas de comunicación, aunque con él los jóvenes se
pregunten de dónde nos viene esta manía de resistir y resistirnos al silencio.
Galeano, ese uruguayo tan nuestro como el Machu Picchu, las favelas de
Brasil, el 23 de enero de Venezuela, las madres de Plaza de Mayo en Argentina o
el Chile de Allende o la Bolivia con rostro de indígena, ese Galeano que supo
tanto de Nuestra América, ese hombre de sueños multicolores que sabía contar
con la voz entera de esta tierra rebelde, claro que está en sus libros y sobre
todo, estará en las lecturas que hagamos juntos para seguir haciendo nacer el
futuro.
Seguirá cómo no en los sueños de Helena, su mujer, que le contaba las
andanzas de su imaginación dormida. Quién sabe, a lo mejor ahora se cuele en
las noches de luna para espiarnos los sueños y susurrarnos nuevas historias.
“Tuve una infancia muy mística; pero no me fue bien con la santidad”, se
defendió hace años el propio Galeano, quien nació en Montevideo el 3 de
septiembre de 1940 y falleció el 13 de abril de 2015, en el seno de una familia
católica de clase media. “Gius” apareció pronto, cuando Eduardo Germán María
Hughes Galeano, con poco más de una década de edad publicó sus primeras
caricaturas en el diario El Sol, un periódico socialista que circulaba por
aquellos tiempos en Uruguay. Empezó a trabajar siendo muy joven, se desempeñó
en cuanto oficio le ofreciera un salario, fue así que anduvo de obrero en una
fábrica de insecticidas y fungió como recaudador, pintor de carteles,
mensajero, mecanógrafo, cajero de banco y editor.
La década del setenta sorprendió al sur de nuestro subcontinente con
dictaduras militares. En Uruguay un grupo de extrema derecha encarceló a
Galeano. Por esta razón se marchó al exilio en Argentina, pero en el país
vecino la situación no era diferente y el régimen de Videla tomó el poder tras
un alzamiento militar sangriento, que tiene en su haber miles de desaparecidos.
Su nombre se sumó a la larga lista de aquellos condenados por los escuadrones
de la muerte. De esos días de desarraigo y desesperanza nació su libro Días y
noches de amor y de guerra.
Pronto tuvo que alzar el vuelo. Galeano encontró refugio en Cataluña, en
Calella, al norte de Barcelona, donde publicó en revistas españolas, colaboró
con una emisora radial alemana y un canal de televisión mexicano. La trilogía
Memoria del fuego es de este período y tal vez sea uno de sus libros más
hondos, descarnados y el que mejor retrata la larga historia de América.
Finalmente volvió a su país en 1985. Entre tantos libros escritos por
Galeano se encuentran La canción de nosotros, El descubrimiento de América que
todavía no fue y otros escritos, Nosotros decimos no, Ser como ellos y otros
artículos, Amares, Las palabras andantes, Úselo y tírelo, El fútbol a sol y
sombra, Patas arriba: Escuela del mundo al revés, Bocas del Tiempo, Espejos:
Una historia casi universal y Los hijos de los días. Por su trabajo incansable
y por ser una de las voces imprescindibles de nuestra América recibió
doctorados Honoris Causa en Cuba, El Salvador, México y Argentina. Además ha
sido galardonado con el Premio Casa de las Américas y el Premio Alba de las
letras.
Cronista incansable de este tiempo, Galeano siguió de cerca los sucesos
que van marcando el presente y ante ellos nunca permaneció en silencio. Con su
voz certera denunció siempre la dictadura del capital, del neoliberalismo y su
voracidad contra la tierra, y celebró como pocos al ser humano y su infinita
capacidad de volver a la ternura aunque haya vivido de cerca la miseria.
Galeano, es cierto, se fue. Pero decimos que se queda en esta digna
revuelta de voces y abrazos con que le decimos presente a la vida.
dsaidman@gmail.com
Publicación Barómetro
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