Barómetro Internacional
30 Agosto 2015
Aquella Noche En El Concierto De
Joan Sebastian
Por Ilka Oliva Corado.
El año pasado fuimos a ver en concierto a Joan Sebastian y a mis adorados
Los tigres del Norte que llegaron a la ciudad a ofrecer un recital pa la pura
gente de pueblo, no podíamos faltar. Podría decir que el recinto se llenó de
puros indocumentados, uno que otro “legal.” ¿Por qué cantantes como Joan
Sebastian y los Tigres del Norte llenan estadios? Porque son reales, porque le
cantan al pueblo raso, porque su poesía es de campo, de laderas, sin afán, es pureza, ¿porqué tocan las venas
de los indocumentados? Porque también lo fueron y solo quien ha vivido la
indocumentación y la migración sabe lo que se siente vivir en las sombras.
Aquella noche cantaron primero Los
Tigres del Norte y lloramos sus
canciones y las coreamos porque cada letra refleja la realidad de quien es
sencillo y silvestre, del explotado, del campesino labrador, del urbano
escarnecido, del migrante que añora, que sufre
y que lucha. Yo fui por ver a Los Tigres que son mi adoración, y quedé sorprendida con la calidad de espectáculo que ofrece Joan
Sebastian, no soy seguidora de su música
aunque algunas de sus canciones me gustan.
Joan cantó con banda, mariachi y sinfónica, y encima encaramado en unos
caballos que bailaban solos. Ni los de la banda, ni los del mariachi y tampoco
los de la sinfónica hablaban español y como se estaban equivocando en las
interpretaciones les jaló las orejas en ese inglés callejero que hablamos los
indocumentados. Cualquier otro lo hubiera dejado pasar, él les explicó a los
músicos que ese público que estaba ahí se había esforzado para comprar la
entrada para el concierto y que la mayoría trabajaba en oficios y eran
indocumentados y que merecíamos el mejor de los espectáculos. Aquel reciento
tembló con los aplausos y todos nos pusimos de pie y lo ovacionamos.
Comenzó a relatar de sus inicios como indocumentado precisamente en esta
ciudad, en Chicago. Mil oficios como
todos lo que venimos a este país con una mano adelante y otra atrás. Y no sé si
fue la emoción, la nostalgia, el enfado con la realidad pero de la euforia
pasamos al llanto, sus palabras nos desnudaron, alguien de nosotros estaba ahí
como uno de los pocos artistas de pueblo que brillan con luz propia y no
pierden su esencia en el camino. Un indocumentado estaba en el centro del
escenario, y pudo acumular fortunas, fama y ser reconocido pero nunca se olvidó
que fue indocumentado y que también sufrió humillaciones y lloró la diáspora.
Entre el público en primera fila estaba una familia a la que él presentó,
dijo que eran los hijos de un amigo suyo que conoció cuando estuvo trabajando
de mil oficios cuando recién llegó a Estados Unidos, que fueron compañeros de
trajines indocumentados, su amigo había
muerto pero estaban ahí sus hijos y él pedía un aplauso para ellos y para su
amigo. A todos se nos hizo un nudo en la garganta. Las amistades que se forjan
con los pijazos de la vida son las únicas que resisten todas las tormentas.
Y cantó y cantó hasta el cansancio, se entregó a su público como pocos,
tal vez porque como pocos sabe lo que cuesta a un indocumentado juntar el
dinero para ir a un concierto. No solo eso sino
exponerse como multitud a las redadas masivas en carretera. Lo que
parece normal para cualquiera que tenga sus papeles en orden para un
indocumentado es una hazaña porque lo arriesga todo, todo en busca de un
poquito de alegría que le ayuda a salir de su realidad de esclavo por lo menos por instantes.
Con la muerte de Joan muere un poco
el corazón de los indocumentados, a quienes él ha representado con dignidad y
excelencia. Con la muerte de Joan las flores de su pueblo se quedan sin poesía
y sin el trovador que nunca olvidó las calles empolvadas que lo vieron nacer, migrar
y retornar. Que lo vieron surcar los horizontes y volar lejos, y nunca perdió
la esencia de los que nacen para brillar en la oscuridad.
Aquella noche mis adorados Los Tigres del Norte cantaron Tres veces
mojado, y La Jaula de Oro, él cantó Juliantla y El ilegal. Es su natal
Juliantla la que hoy lo arropa y lo arrulla como sueñan los indocumentados también un día retornar al pedacito de tierra donde todo lo
hermoso fue.
Con la muerte de Joan también muere un poco el corazón de los millones de
soñadores desconocidos que envían las remesas puntuales, y que lloran a
escondidas la desventura de la migración
obligada. A esos millones artistas como Joan y Los Tigres del Norte los
acompañan en las extenuantes jornadas laborales, sus canciones son la fuerza y
el amparo que no los deja decaer. Por eso llenan sus conciertos, porque amor
con amor se paga.
Se va uno de nosotros, uno de los que voló alto y venció todas las
barreras, esas con las que nos encontramos en la post frontera los indocumentados y que no figuran en el
cuento del sueño americano.
Descanse por los millones que no lograron cruzar la frontera y se quedaron
en el camino, desaparecidos, exterminados, disfrute por los muertos en vida que envían remesas,
disfrute su retorno y la dicha del arrullo de su natal Juliantla, que retornar
al pueblo natal es privilegio de pocos.
Con la muerte de Joan los indocumentados perdemos a uno de los poetas que
nos honró hasta el final. Va por Joan y por miles que no lograron cruzar la
frontera, va por los millones de
indocumentados rasos que padecemos en este país la desventura de la marginación
y la diáspora. Que la tierra le sea leve don Joan, gracias por tanto amor a
nosotros los indocumentados.
Publicación Barómetro
Los contenidos de los análisis publicados por
Barómetro Internacional, son responsabilidad de los autores. internacional.barometro@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario