Desde Gro.
México
30 Agosto 2015
Partido De La Revolución
Democrática: La Última Llamada
Carlos
Reyes Romero
“Ha llegado el momento de una transformación en las
filas del PRD y de no hacerlo corremos el riesgo de ir debilitando nuestro
proyecto político hasta ponerlo en franca extinción.”
Carlos
Navarrete, ante el IX Consejo Nacional del PRD.
El cambio de
imagen del PRD que supuestamente dio inicio en la reciente reunión plenaria de
su IX Consejo Nacional, corre el riesgo de quedar reducido a la nada. No es
mala leche, sólo que al PRD le va a ser muy difícil salir de la barranca porque
la corrupción le ha sorbido hasta la médula.
¿De qué
hablamos? Según el libro “Corrupción. Patología Colectiva”, publicado en 2005
por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, de acuerdo a sus
raíces etimológicas y a sus significaciones como sustantivo y como verbo la
corrupción puede implicar un rompimiento claro y abierto del orden jurídico,
pero también puede ser un acto de desviación, de perversión, de deslealtad, de
menoscabo o pérdida de valores éticos.
Por lo complejo
de abarcar en un solo concepto el significado de corrupción la Convención de
las Naciones Unidas Contra la Corrupción, discutida y adoptada en Mérida,
Yucatán, del 9 al 11 de diciembre de 2003 y ratificada por el Senado de la
República el 29 de abril del 2004, prefirió mejor adoptar un enfoque
descriptivo que incluyera las diversas formas de corrupción,
Así la
Convención clasifica y describe como delitos, en los artículos 16 al 25 de su
Capítulo III, los siguientes tipos de corrupción:
“1) Soborno de
funcionarios públicos nacionales; 2) Soborno de funcionarios públicos
extranjeros y de funcionarios de organizaciones internacionales públicas; 3)
Malversación o peculado, apropiación indebida u otras formas de desviación de
bienes por un funcionario público; 4) Tráfico de influencias; 5) Abuso de
funciones; 6) Enriquecimiento ilícito; 7) Soborno en el sector privado; 8)
Malversación o peculado de bienes en el sector privado; 9) Blanqueo del
producto del delito; 10) Encubrimiento; y 11) Obstrucción de la justicia.”
De esta manera
la descripción de corrupción no solo incluye las formas básicas como el soborno
o el desvío de recursos públicos, sino también aquellos actos que contribuyen
para la corrupción, tales como la obstrucción de la justicia, el tráfico de
influencias y el lavado de recursos provenientes de la corrupción.
¿Cuántos de los
funcionarios del PRD en cargos federales o en los gobiernos estatales y
municipales, cuántos de sus representantes populares en el Congreso de la
Unión, en las legislaturas locales y en los cabildos municipales, cuántos de
sus dirigentes nacionales y locales no han incurrido en estas prácticas, en
estos delitos?
Desgraciadamente
muchos, muchos más de los que no lo han hecho.
Cada día es más
difícil encontrar un perredista que haya ocupado un cargo público, de
representación popular o de liderazgo social que, por ejemplo, no se haya
enriquecido ilícitamente o malversado o hecho peculado de bienes.
Los pocos que no
lo han hecho son garbanzos de oro. Para ellos todo mi reconocimiento y respeto.
Pero desgraciadamente son pocos, muy, muy pocos.
Eso, por no
hablar de los que mantienen vínculos con el crimen organizado, de los que
impulsaron a Gregorio “Greg” Sánchez Martínez a la candidatura al gobierno de
Quintana Roo, a Julio César Godoy Toscano para presidente municipal de Lázaro
Cárdenas, Michoacán y luego para diputado federal, metiéndolo subrepticiamente
a la Cámara de Diputados para que tomara posesión del cargo, de los que
impusieron y avalaron a José Luis Abarca en la presidencia municipal de Iguala,
por hablar sólo de los casos más sonados.
¿Cuántos
perredistas no saben esto y callan por temor, conveniencia o, peor aún, por
complicidad?
¿Y qué decir de
los que encubrieron y encubren a los asesinos de Armando Chavarría Barrera, de
Arturo Hernández Cardona y de los seis asesinados y 43 desaparecidos durante la
barbarie de Iguala?
¿Por qué la
dirigencia nacional y las estatales del PRD protegieron y protegen a Zeferino
Torreblanca Galindo a sabiendas de que es reiteradamente señalado como autor
intelectual del asesinato de Armando Chavarría Barrera?
¿Por qué
protegieron y protegen a Ángel Aguirre Rivero, cuando todo mundo sabe que éste
hizo todo para encubrir a los asesinos y obstruir la justicia en los casos del
diputado perredista Armando Chavarría Barrera, del diputado priista Moisés
Villanueva de la Luz y del dirigente social perredista Arturo Hernández
Cardona, cuyos asesinos están plenamente identificados? Por hablar sólo de los
casos más emblemáticos.
¿Por qué la
dirigencia nacional del PRD no hace nada al respecto, cuando sabe perfectamente
que no se le han fincado cargos a José Luis Abarca, por su responsabilidad en
la desaparición de los 43 normalistas y del asesinato de seis personas más en
Iguala, así como del asesinato de Arturo Hernández Cardona y sus compañeros?
Como consta en el “Informe de la Comisión Especial sobre la postulación y
desempeño de José Luis Abarca en Iguala, Guerrero.”
Pero el PRD
calla, encubre los hechos y obstruye la justicia.
¿Será porque
como dijo el excomunista Pablo Gómez Álvarez, autor del informe mencionado, que
el PRD presume en su página Web, para él: “Abarca es inocente hasta que se
demuestre lo contrario”?
¿Por qué callan
ante la existencia de más de 92 presos políticos en Guerrero?
Se habla de
nueve aspirantes a reemplazar a Carlos Navarrete en la dirección del PRD, entre
ellos Beatriz Mojica Morga, de quien se augura que es la puntera, Fernando Belauzarán,
Onel Ortiz Fragoso, David Razú, Zoé Robledo, Víctor Hugo Romo, Vladimir
Aguilar, Omar Ortega Álvarez y Armando Ríos Piter.
Lamentablemente
ninguno de ellos tiene la talla ni la altura de miras ni el liderazgo
necesarios para sustraer al partido del sol azteca del estercolero en que se
encuentra.
Quien podía y
quería haberlo hecho, Cuauhtémoc Cárdenas, fue prácticamente orillado a irse
del PRD. También están fuera Andrés Manuel López Obrador, Alejandro Encinas y
Marcelo Ebrard, a quienes “Los Chuchos” hostigaron hasta que lograron que se
fueran y con ellos muchos, muchísimos valiosos militantes. Hoy derraman
lágrimas de cocodrilo por su ausencia.
Carlos Navarrete
se duele de que “las relaciones políticas entre el PRD, Movimiento Regeneración
Nacional (Morena) y Movimiento Ciudadano se han deteriorado en los últimos tres
años, a tal grado que parece que estos dos partidos buscan el “exterminio del
PRD.” ¿Será?
Las relaciones
políticas entre el PRD y estos agrupamientos de la izquierda, incluido el
Partido del Trabajo (PT), se han venido deteriorando desde hace muchos años,
cuando menos desde el año 2000 y no por otra razón sino por las patadas debajo
de la mesa que les ha propinado el PRD, a iniciativa de “Los Chuchos” que
buscan a como dé lugar mantener su predominio en el PRD, cueste lo que cueste.
Con su pan se lo están comiendo.
¿Qué querían,
que les aguantarán todo el tiempo sus mamadas? Todo tiene un límite y la liga
se rompió definitivamente, en eso sí tiene razón Navarrete, hace tres años, en
el 2012, luego de la última campaña presidencial de López Obrador.
No podía ser de
otra manera. Al principio “Los Chuchos” estaban felices porque por fin se
habían quedado con el PRD y hasta puesto bajo sus suelas a los excomunistas.
Ahora chillan y reconocen culpas; pero no hay retorno.
¿Qué va a pasar
ahora? Ya lo dijo el sábado Carlos Navarrete en su informe de despedida y
nosotros lo pusimos de epígrafe en este artículo: “Ha llegado el momento de una
transformación en las filas del PRD y de no hacerlo corremos el riesgo de ir
debilitando nuestro proyecto político (se refiere al de “Los Chuchos”) hasta
ponerlo en franca extinción.”
Yo como muchos
mexicanos quisiera que fuera de otra manera; que el PRD se desembarazara de
“Los Chuchos” y recuperara el rumbo perdido, pero en mis más de 50 años de
participación en la izquierda social y política, sé que la corrupción es una
enfermedad crónico-degenerativa que no tiene todavía cura, un cáncer terminal
que destruye todo lo que toca.
Lástima, pero
todo apunta a que el futuro del PRD es la extinción anunciada por Carlos
Navarrete; como en su momento lo fue del Partido Socialista de los Trabajadores
(PST), de donde proviene la mayoría de “Los Chuchos” y por cierto debido a la
misma enfermedad.
Que el PRD se
resiste a morir es cierto y se vale. Porque como decía Steve Jobs, el gigante
de la informática: “Nadie quiere morir. Ni siquiera la gente que quiere ir al
cielo, quiere morir para llegar ahí. Y sin embargo, la muerte es el destino que
todos compartimos.” Y agregaba, la siguiente reflexión: “Nadie ha escapado a
ella y así tiene que ser. Porque la muerte es el agente de cambio de la vida;
retira lo viejo para abrir paso a lo nuevo.” Así sea.
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