Desde Chile
29/Octubre/2012
Septiembre en Chile
Eduardo Contreras
Se cumplieron 39 años desde el golpe
provocado por el gobierno norteamericano para salvar los intereses de las
transnacionales y de la burguesía chilena amenazados por el proceso de cambios
que desarrollaba el gobierno de la Unidad Popular. Los coautores son conocidos: los
políticos de la derecha y la llamada “centro derecha” y los dueños de los medios de comunicación a su
servicio.
Usaron a los mandos traidores de las fuerzas armadas, carabineros e investigaciones, como perros de
presa para ejecutar los crímenes contra el pueblo. Había que despejar el camino
para instaurar el reino del mercado, de la explotación de los trabajadores y la
supresión del papel del Estado en la economía y el desarrollo social.
Privatizarlo todo. Así sigue hasta ahora. Poco o nada ha cambiado Chile en lo
esencial. Como si fuera ayer. También la represión.
Frescas están todavía las heridas causadas por los
crímenes de lesa humanidad. A pesar de avances notables en el campo judicial,
fruto de la lucha y no de los gobiernos democráticos, no hemos conseguido toda
la verdad, no se ha procesado a todos los culpables, menos a los civiles, y la
reparación ha sido escasa o nula. La reciente negativa del juez de procesar a
Matthei por los crímenes del AGA y del general Bachelet es un signo de los
tiempos, tanto como la curiosa fraternidad de lo que llaman “la familia
militar” donde no se distingue entre víctimas y victimarios. Siguen sin
aparecer cientos de detenidos desaparecidos y, pese a los esfuerzos de los
últimos años, sin certeza la identificación de muchos cadáveres de prisioneros.
Subsiste en muchos la majadería de que la dictadura fue
derrotada; y en otros hasta que fue derrotada con la rayita de un lápiz en un
papel. Otros, enriquecidos con el modelo, socios de sus antiguos enemigos,
negociadores con la dictadura, se permiten hasta mofarse de las heroicas
acciones de los que cayeron luchando por todos los medios. Son los cobardes sin
remedio, los anticomunistas de siempre.
Un tipo llamado Ignacio Urrutia de la UDI , llamó “cobarde” al
Presidente Allende por su supuesto suicidio. Lo dijo en la Cámara de Diputados sin que
nadie allí fuera capaz de tapar la boca del canalla.
Chile sigue sin cambios políticos e institucionales. Es
cierto desde el punto de vista formal que la actual Constitución no prevé la
posibilidad de convocar a una constituyente ni a un plebiscito para una nueva
Constitución. Es cierto que sería previo el cambio del bi nominal para aspirar a
los quórums exigidos por el texto de Pinochet y Lagos. Es cierto que es
conveniente estudiar las experiencias constituyentes de otros países. Pero lo
que no es cierto es que haya que dejar de luchar y exigir el cambio
institucional y político. Hay que estudiar cómo debe ser y cómo alcanzar la
nueva carta magna, pero lo nuevo no vendrá de políticos apoltronados sino de la
lucha del pueblo en las calles.
También han trascurrido 39 años desde la muerte del
Premio Nóbel de Literatura y miembro del Comité Central del Partido Comunista
de Chile compañero Pablo Neruda cuya voz y poesía siguen más vivos que nunca.
Lo que aun no se esclarece es la verdad acerca de su
muerte. El certificado de defunción señala una causa, la prensa de la época
informa de otra muy distinta. A estas alturas de la causa rol nº1038 - 2011,
iniciada por el Partido Comunista y que lleva el juez Mario Carroza ya sabemos
que, como denunció el testigo Manuel Araya, a Neruda se le puso una inyección
en el abdomen el domingo 23 de septiembre del 73 y muere. Nunca antes se supo.
Dice ahora el doctor Sergio Draper que él se la puso y era dipirona para los
dolores. Una trabajadora de esos años en la clínica dice que esa inyección “era
de aire” y que se la pusieron médicos que vinieron y que no eran de la clínica.
Una de las mayores dificultades es la ausencia de ficha
clínica, de los antecedentes hospitalarios. La Clínica Santa María
respondió al juez que no existe esa ficha dado el paso del tiempo. Extraño,
raro. Esta clínica, que es la misma del caso Frei ¿extravió la ficha clínica,
se destruyó, nunca la hubo? Sugestivo acontecimiento.
El juez tiene pendiente decretar o rechazar la exhumación
que se ha solicitado y que debería esclarecer la naturaleza de la sustancia
inyectada. Se discute esa viabilidad. El Servicio Médico Legal chileno se
muestra escéptico. Prestigiosos profesionales de diversos países estiman en
cambio que con la tecnología de que hoy se dispone ni el paso del tiempo ni la
cercanía del cuerpo al mar serían impedimento para acercarse a la verdad.
Así opinan por ejemplo prestigiosas figuras médicas del
campo internacional, como el médico canadiense Bhushan Kapur, la doctora cubana
Leda Fernández Avila, o el médico mexicano Orlando Vásquez Marín. Todos
coinciden en la necesidad de exhumar el cuerpo del insigne poeta para practicar
las pericias correspondientes por los expertos calificados que corresponda.
La universalidad de Neruda no se opone a su firme postura
de comunista ; al contrario, se explica precisamente por esa militancia. La
cultura no es precisamente un bien cercano a la derecha. La razón es clara, no
es una mercancía, no se compra, no la ofrecen los bancos
También Victor Jara. A casi 40 años desde entonces
también seguimos preguntando ¿Quién
dispuso ese 16 de septiembre que, después de insultarlo y torturarle
brutalmente, los militares dispararan 44 balas de armas de guerra sobre el
cuerpo indefenso de Victor? ¿Les perturbaba su recuerdo a Amanda, su madre?
¿Tan grande es la distancia entre un militar fascista y un creador de belleza,
tanta entre el orden y mando y la poesía y el canto? Lo cierto es que, como
en esa evocación de su padre, Manuel, en
5 minutos el cuerpo de Victor quedó destrozado. Había dicho que la vida es
eterna en 5 minutos, pero la suya, la de Victor, es eterna por siempre.
Luego botaron su cuerpo en la calle como los de tantos
otros compatriotas asesinados esa mañana por nuestras bestias de uniforme, los
“valientes soldados” que sólo ganan guerras a pueblos desarmados, oficiales
cobardes, incultos, ignorantes, zánganos prepotentes que corrieron al primer
grito de los patrones para derribar al Presidente Allende.
Aquel valiente compañero que le reconoció y llevó su
cuerpo a la morgue para que se apilara junto a decenas y centenas de
asesinados, impidió que el cantor del pueblo engrosara las filas de los
detenidos desaparecidos. Todos los de entonces fueron ultimados por orden de
esas fuerzas armadas que, increíblemente, todavía algunos siguen aplaudiendo
cada 19 en el circo del parque como si nada hubiere sucedido y como si los
marchantes tuvieran una formación diferente de la de los chacales del 73.
Por estos dìas los estudiantes de Derecho en la Universidad ARCIS
de Santiago de Chile estudian el fallo del ministro Alejandro Solís, recién del
día 4 de este mes en el caso del asesinato del militante del MIR Hugo Martínez,
crimen cometido en enero de 1974. Conocen así el criterio de los tribunales en
materias como la prescripción, la amnistía y la reparación en materia de
delitos de lesa humanidad; y conocen la crueldad de Laureani, Moren Brito, del Mamo, de Krasnoff
Marchenko y otros de los hombres de Pinochet.
La semana pasada dos oficiales de ejército, Juan Moncada
y Mario Pizani, borrachos y prepotentes, se negaron a pagar la cuenta de lo
consumido en una fonda; denunciados por estafa agredieron a los carabineros que
intentaron detenerlos. Eran miembros de “operaciones especiales”. Buenos
retratos de estas “gloriosas” instituciones.
Se puede concluir que en cada bala contra Victor o contra
las decenas de miles de chilenas y chilenos, en cada tajo de corvo o cuchillo,
en cada tortura contra seres indefensos, atados, vendados, se descargaba el
odio contra un pueblo movilizado por una patria más justa ; se descargaba el
pánico a que eso fuera hecho realidad. La orden venía desde la Casa Blanca , del Club
de la Unión o
del Mercurio. Lo mismo daba. Los verdugos habían sido educados a tiempo para
cumplirlas.
Nada ha cambiado en lo esencial. Es más, muchos de los super
revolucionarios de ayer han cambiado de bando. Un reducido pero
identificable grupito de prósperos “emprendedores” como hoy se autodenominan
algunos ultraizquierdistas del pasado, devienen en socios de los genocidas.
Aunque posen de genios de las comunicaciones o del manejo de empresas extranjeras,
los despreciables no son más que oportunistas enriquecidos al precio de
conciliar con los asesinos del pueblo.
Hoy sabemos que además de asesinar a más de 200 chilenas
y chilenos en el cuartel secreto de la
DINA de calle Simón Bolívar, Pinochet, sus familiares y
miembros del ejército, lucraron con ese inmueble. Es decir, asesinos y
ladrones. Por otro lado, crespones negros en la Parada por la muerte de un
carabinero, hecho lamentable. Pero ni un
solo crespón por los miles de asesinados y desaparecidos en
dictadura.
Es septiembre en Chile, mes de dolores y de esperanzas en
que el llamado de Allende sigue vigente para un pueblo que tiene pendiente
abrir las alamedas del futuro.
Publicación
Barómetro 27-09-12
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