Desde México
23/Marzo/2013
Oportunidad de
Cambio para el SNTE
Carlos
Reyes Romero
Los
salinistas la impusieron; ellos mismos la destronarón. Aunque en un auténtico
estado de derecho la acusación contra Elba Esther Gordillo de desviar recursos
sindicales en beneficio propio, sería suficiente para llevarla a prisión, en el
sistema de justicia mexicano que está estructurado para prohijar la impunidad,
la acusación es harto vulnerable porque todavía no tiene la denuncia de la
parte afectada, en este caso el SNTE. Además de que las evidencias con las que
se le acusa se obtuvieron por medios cuya licitud es vulnerable, a través de la
unidad de inteligencia de la SHCP, es decir por medio de lo que en la jerga
legal se conoce simple y sencillamente como espionaje.
Aun
así, al gobierno de Peña Nieto le será suficiente para mantenerla en prisión sin
sentenciar, cuando menos por todo este sexenio, para que no pueda acogerse al
cumplimiento de su sentencia bajo arresto domiciliario cuando dentro de dos
años la señora cumpla 70 años; mientras se desarticula la resistencia del SNTE
y de la CNTE a la reforma educativa y se intenta recuperar la rectoría del
estado sobre el sistema educativo. Además de esta manera Peña Nieto se
autolegítima ante una opinión pública que en su mayoría no ve con malos ojos la
aprensión de la Gordillo.
Ahora
que los salinistas se llevaron a Elba Esther, se abre un espacio de oportunidad
para que el SNTE cambie y se modernice, para que recupere aunque sea en parte
la vocación de servicio popular con que nació y que le fue paulatinamente
arrancada por los tres largos cacicazgos que ha padecido: el de Jesús Robles
Martínez (1949-1972), el de Carlos Jongitud Barrios (1972-1989) y el de Elba
Esther Gordillo (1989-2013).
El
tipo de sindicalismo que promueven el SNTE, y también la CNTE, hace décadas que
dejo de ser funcional y está condenado al fracaso. Es un tipo de gremialismo
que privilegia la hueva, el ausentismo magisterial y la simulación educativa,
sin importarle los derechos de los niños ni los de las nuevas generaciones;
menos aun la sociedad que les paga.
Su
esquema de reivindicación gremial sólo conduce a estancar el nivel de vida de
los profesores y a degradar la educación pública que dicen defender; por eso
una buena parte de los docentes huyen del aula como de la peste y se dedican a
actividades que les son más lucrativas, bajo el cobijo de una comisión o de la
vista gorda de directores, supervisores y jefes de sector. Hay escuelas que son
racimos de comisionados y los que dan clase lo hacen para grupos muy pequeños,
como en Iguala aunque no sea el único caso.
Afortunadamente
no todo el magisterio es así; pero el 30 o 40 por ciento que no cumplen con sus
responsabilidades educativas, son desgraciadamente los que más ve y rechaza la
opinión pública. Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán son los estados donde
más se manifiesta el área de desastre que es la educación pública, lo cual es
una lástima pues son las entidades con mayores índices de pobreza.
Pudiera
pensarse que la pobreza es la causa principal del retraso educativo, pero no es
así. Ahí está el ejemplo de Cuba, que es un país todavía más pobre que los
estados mencionados y que sin embargo tiene una educación de excelencia,
mundialmente reconocida.
También
está la propia experiencia de la época de oro de la Escuela Mexicana, promovida
por Vasconcelos y cuyos resultados son los más relevantes y exaltados en la
historia pedagógica de México.
En
ambos casos, lo decisivo ha sido el compromiso social del magisterio con los
que menos tienen y la certidumbre de que el intelecto humano no tiene más
barreras que las que ser humano se autoimponga. Ahora que el chambismo, la
indolencia y el valemadrismo predominan en lo educativo, es difícil obtener
buenos frutos.
El
SNTE y la CNTE debieran voltear los ojos hacia otro tipo de sindicalismo, hacia
aquel que oferta resultados, capacitación continua y permanente, trabajo en
equipo y sobre todo el asumir plenamente las responsabilidades para los que han
sido profesionalmente contratados, como fundamento para luchar por mejores
condiciones de vida y de trabajo. Quién da poco, poco recibe; además de que se
gana el repudio social.
Continuar
igual significa consentir que los maestros que sí cumplen sigan cayendo en el
empobrecimiento paulatino, mientras unos cuantos líderes y muchos vividores se
enriquecen a su costa. Los ejemplos abundan. El ejercicio del magisterio debe y
puede dignificarse para recuperar el reconocimiento de la sociedad.
Ojalá
el SNTE y la CNTE aprovechen esta oportunidad para reivindicarse.
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