Desde Brasil
23/Marzo/2013
¿Qué significa estar informado?
Bruno Peron Loureiro
¿Qué significa estar informado,
en un mundo de abundancias en el que todos tienen algo que comunicar? Desde
vallas publicitarias en las vías públicas y llamadas de teléfono comerciales en
la privacidad del hogar, a noticias en tiempo real por la televisión y
actualizaciones de redes virtuales; muchas son las tentativas de informarnos
sobre aquello que los emisores consideran importante que los destinatarios
sepan.
La primera distinción que es
necesario hacer en este ejercicio inquisitivo sobre el significado de estar
informado, es entre cantidad y calidad. El rápido desarrollo técnico de los
medios de comunicación nos ofrece por un lado un bombardeo informativo y por
otro hay que distinguir cuántos de estos códigos se traducen en conocimiento y
sirven para la mejoría ciudadana y moral.
Paquetes de televisión por
subscripción ofrecen 100, 200 y hasta 400 canales para que el espectador no se
queje de que no tiene dónde ir; los periódicos impresos dan mayor cubertura a
los acontecimientos locales y regionales a fin de mantener sus ventas frente a
los cambios de hábito de los lectores; los programas radiales alternan sus
contenidos musicales con mensajes publicitarios para conseguir fuentes de
financiamiento; la telefonía invierte en la convergencia digital entre voz,
imagen, música e información.
Frente a la perdurabilidad de las
características de los medios tradicionales de comunicación, la Internet
aparece como la gran organizadora de los espacios públicos. La era digital que
se instaura es responsable por los intercambios de información que van desde
lamentos y regocijos en juegos electrónicos y chismes en las redes sociales,
hasta el comercio electrónico y mensajes profesionales intercambiados por
correo. El gran invento del siglo XX –la Internet– determina los rumbos
informacionales en el siglo XXI.
Uno de los desafíos es cómo
administrar la cantidad de información, a fin que parte de ella se convierta en
contenido de calidad. Se apuesta así al aumento del nivel educativo y la
capacidad de conocer lo lejano y mostrarse a distancia. La alteridad pasa a ser
necesariamente una relación armónica.
Las industrias de la cultura y de
la comunicación no pierden tiempo en el disfrute de los recursos técnicos
modernos. Nunca se escuchó e intercambió tanta música, o se vieron tantos
filmes como en estos tiempos de Internet de banda ancha y de profusión de
contenidos, aunque de forma pirata e insuficientemente controlada. En menos de
una hora es posible bajar toda la discografía de cantores famosos por la
Internet.
Todavía no medimos las
consecuencias de la abundancia informacional. Una de ellas es la preparación de
un joven para que pueda usufructuar estos recursos en pro de su actualización,
o por el contrario si él se torna rehén de un modo de vida enclaustrado y alienante.
Las políticas de Estado son anacrónicas en este aspecto porque todavía no
avizoran las nuevas formas de ejercer la ciudadanía (por ejemplo en la
blogsfera). Mientras que un gran volumen de negocios se mueve a través de los
medios de comunicación (muchos de los cuales no se sujetan a costos de flete ni
pago de impuestos), las políticas públicas ofrecen trabas burocráticas a las
radios comunitarias e incentivos fiscales al cine de los peces grandes.
No me convenzo por lo tanto que
las herramientas de información por sí solas puedan orientar los usos y abrir
las puertas del mundo a un usuario desprevenido. No creo que se deba prescindir
de los medios tradicionales, dónde el espacio público se escenifica cara a
cara, en contraste con un futuro digital incierto. Critico de este modo la
enseñanza a distancia y la substitución completa del material didáctico impreso
por el dejarse llevar de los recursos más modernos de la tecnología.
Es preciso que exista mucha
coherencia en la familia y la escuela para que los padres y educadores
acompañen la evolución de la generación más reciente y apliquen medidas
correctivas. La época digital traerá beneficios si hay conciencia de que existe
otra forma de interactuar con la información. Los espacios públicos pueden ser
así, ambientes de apertura al mundo, en lugar de claustros de ignorancia y del
pequeño convivir.
Tengamos cautela para que la
abundancia no nos desinforme.
http://www.brunoperon.com.br
Publicación Barómetro 11-02-13
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