Desde Venezuela
23/Marzo/2013
Medio Oriente a punto de estallar
Miguel Guaglianone
La ya tensa situación del Medio
Oriente se ve agravada por sucesivos acontecimientos que van elevando la
temperatura en una zona dónde el conflicto puede convertirse fácilmente en una
guerra generalizada que atraviese como una llamarada toda la región.
La guerra en Siria
El día 31 de enero la aviación
israelí atacó un complejo de investigación para la defensa de Siria ubicado en
las afueras de Damasco, con una de sus características operaciones de
“bombardeo quirúrgico”, que dejó como saldo dos muertos, numerosos heridos y
edificios destruidos. El gobierno sirio denunció el ataque, que voceros
norteamericanos (demostrando que los Estados Unidos estaban al tanto de la
agresión) habían calificado rápidamente como un bombardeo sobre un convoy
sirio, que entregaba armas a la resistencia de Hizbollah en el Líbano.
El gobierno sirio formalizó la
denuncia del ataque ante las Naciones Unidas. Su inefable Secretario General
declaró que el episodio era lamentable, pero que la institución que preside no
tenía manera de constatar si lo afirmado por el gobierno sirio era cierto.
Este ataque constituye un grave
episodio en el conflicto sirio. La intervención de Israel pudiera ser una
prueba (a las que es tan afecta la maquinaria de guerra israelí) para llevar a
este país al rol que cumpliera la OTAN en el ataque a Libia. Visto que la
resistencia del gobierno de Bashar al-Asad y su ejército está prolongando un
conflicto que quienes lo iniciaron consideraron de corta duración, es posible
que sea necesaria en este momento una aviación poderosa, que destruya las
infraestructuras principales del Estado sirio, que los ataques de los
“rebeldes” no terminan de lograr. O
pudiera ser también este ataque un ensayo piloto para la proyectada agresión a
Irán por parte de Israel.
De cualquier manera, el ingreso
directo de Israel al conflicto, a pesar de la aparente pérdida de poder de
Netanyahu, que ha debido conformar una coalición para gobernar de su partido
Likud con el movimiento xenófobo Israel Beiteinu, constituye un nuevo paso en la escalada que
vienen realizando los Estados Unidos, sus aliados europeos y árabes y el Estado
de Israel para tumbar el gobierno de Damasco y sustituirlo por uno más proclive
a los intereses occidentales, dejando finalmente aislado a Irán al perder su más
importante aliado en la región.
El conflicto en Siria no tiene
perspectivas de mejorar. Varias veces se nos ha preguntado cómo podría lograrse
la paz, y hemos opinado que veíamos muy difícil que pudiera lograrse en corto
plazo. Lamentablemente este conflicto es un producto directo de la estrategia
general del gobierno de los Estados Unidos hacia el Medio Oriente. El propio
presidente Obama ha declarado varias veces la abierta intención de su
administración de deponer a Bashar al-Asad y colocar en su lugar un gobierno
amigo. La también inefable Hillary Clinton, en su última declaración como
Secretaria de Estado de los Estados Unidos antes de ser sustituida por John
Kerry, volvió a reiterar este propósito, advirtiendo (en forma bastante
amenazadora) a Rusia e Irán, que es su responsabilidad que no haya logrado
“solucionarse” –por supuesto a la manera estadounidense– hasta hoy. El cambio
de Secretario de Estado no traerá alteraciones en la política de los Estados
Unidos hacia Siria, que seguirá alentando, organizando y armando a los grupos
mercenarios para que prosigan su acción terrorista (es terrorismo según su
propia definición, colocar bombas en sitios públicos y asesinar civiles). Por
otro lado, la resistencia del gobierno sirio y la creciente desesperación por
lograr hacerlo caer, están provocando otras acciones que se suman a las
anteriores: el despliegue de proyectiles Patriot en Turquía en la frontera con
Siria a cargo de la OTAN, la entrega a Israel de nuevas baterías de estos
mismos misiles por Estados Unidos, “para su defensa en caso de un ataque
sirio”, y hasta acercamientos diplomáticos de la Casa Blanca a Irán para
persuadirlo que abandone a Siria a su destino.
En definitiva, la guerra en
Siria, que según los medios occidentales lleva ya cerca de 40.000 muertos,
puede convertirse en la chispa que haga estallar el polvorín de la zona.
La desestabilización en Egipto
Mientras tanto en Egipto, uno de
los países más grandes y poderosos de la región, continúa agravándose la crisis
interna al grado tal que el propio Ministro de Defensa y comandante de las
Fuerzas Armadas egipcias, Abdel Fatah el Sisi, llegó a decir que “La
continuación del conflicto entre las distintas fuerzas políticas y sus
discrepancias sobre la administración de los asuntos del país puede llevar al
colapso del Estado y amenaza el futuro de las próximas generaciones".
Los movimientos populares que
lograran tumbar el régimen de Hosni Mubarak, a pesar de la elección de Mohamed
Mursi y desconformes con su gobierno,
siguen presionando en las calles por cambios estructurales en el país. Mientras
tanto las Fuerzas Armadas, que desde la época de Nasser han constituido el poder de respaldo a
sucesivos líderes, han llevado adelante una represión feroz a los movimientos
populares, dejando trágicos saldos de muertos y heridos, y sólo logrando con
ello el recrudecimiento de las protestas. Una represión a tal escala que ha
sido denunciada hasta por las Naciones Unidas.
El presidente Mursi declaró a
fines de enero un “estado de emergencia” y el
mutilado parlamento (consistente sólo por la cámara alta, ya que la baja
fue disuelta) aprobó un proyecto de ley presentado por el gobierno, que
autoriza al Ejército a velar por la seguridad y a detener a civiles. Esto ha
aumentado la impunidad de las Fuerzas Armadas cuya creciente acción represiva
constituye un agregado de combustible al fuego, en una situación que ha llegado
a suspender la gira europea del presidente quien se vio obligado a volver
urgentemente a un país que parece estar sufriendo un total colapso
institucional.
La generalización de los
conflictos
Ambos focos se convierten en los
posibles gatillos de un conflicto generalizado que se perfila como cada vez más
posible. El punto límite colocado por el gobierno de Vladimir Putin en Siria,
no parece estar siendo respetado por los Estados Unidos, lo que colocaría
fácilmente a Rusia como beligerante en una conflagración regional. El gobierno
chino tampoco está ajeno a esta situación. La tensión comercial que mantiene
con los Estados Unidos y su posición junto a Rusia en el Consejo de Seguridad
de la ONU, impidiendo con el veto toda posibilidad de una resolución que
permita el bombardeo a Siria, lo comprometen también con lo que suceda en el
Medio Oriente, dónde ya tuvieron que soportar grandes pérdidas con la
destrucción de sus inversiones en Libia.
Respecto a Egipto, un colapso de
su Estado provocaría un vacío de poder y la desaparición de un importante
factor estabilizador que hace mucho tiempo (posiblemente desde la guerra de los
Seis Días) viene pesando en la región, lo que agravaría el riesgo de conflicto
general.
En definitiva, el pronóstico no
parece muy alentador, considerando que en el complejo mundo de la geopolítica
actual, el efecto bola de nieve está siempre cercano y puede conducirnos –de
una manera muy distinta a como lo esperábamos en épocas de la Guerra Fría– a
una conflagración global.
Ojalá estas consideraciones sean
meramente un enfoque errado, y la compleja realidad produzca eventos
alternativos a este sombrío panorama.
miguelguaglianone@gmail.com
Publicación
Barómetro 04-02-13
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