Desde Venezuela
27/Mayo/2013
El colapso europeo
Miguel
Guaglianone
Hablar de la
situación de Europa nos lleva inevitablemente a pasar primero por la crisis
económica que viene atravesando el subcontinente desde hace por lo menos cinco
años. A estas alturas ya es mucho lo que se ha escrito sobre el tema, pero a
grandes rasgos esa crisis está caracterizada por los grandes y crecientes
déficit de los Estados Nacionales y las consecuencias que ellos tienen para los
pueblos. Cada Estado Nacional sufre una
crisis dependiente de sus propias características internas, por lo cual no es
posible uniformizar el concepto. Sin
embargo creemos que sí pueden establecerse algunas características comunes a
todos ellos, tanto en lo estructural de las crisis como en la forma en la cual
vienen siendo encaradas.
No pretendemos ser
economistas, pero estamos claros que la economía es un proceso de alta
complejidad, en el cual interactúan y se interrelacionan numerosas variables, y
que ese proceso generalmente se encuentra (sobre todo en los momentos de
crisis) en lo que se llama un “estado caótico” en el cual esas interrelaciones
se dan de una manera no cuantificable ni predictible. Una de las variables en
este caso es originada por la evolución del antiguo capitalismo industrial
hacia el actual neocapitalismo corporativo. Aquí aparece la notable y
progresiva reducción de los llamados “puestos de trabajo de mano de obra”. La
capacidad de producción industrial de los países centrales tiende a una
reducción sucesiva y sistemática, impulsada por el fenómeno llamado
“deslocación”, que no es nada más que un eufemismo que menciona la tendencia de
las grandes corporaciones (quienes acaparan la capacidad industrial del
planeta) a llevar sus factorías a lugares dónde la mano de obra es más barata
(Asia, la India…) abandonando los países centrales dónde los trabajadores
perciben no solamente salarios mucho más altos, sino que disfrutan de la
seguridad social del “estado de bienestar” que se financia en alta medida con
cargas impositivas. Las fábricas que permanecen localizadas en los países
centrales (sobre todo en Europa), tienden también a ser cada vez más
automatizadas (robotizadas) y también por eso van a la mayor reducción de
personal. Por otro lado, otra de las
características de esta nueva fase del capitalismo tiene que ver con los
cambios en la reproducción y acumulación del capital. No sólo éste va
concentrándose en un número cada vez menor de grandes corporaciones
transnacionales, que se están asociando todos los días tendiendo a formar entre
ellas una red cada vez más compacta, sino que además su reproducción ya no está
centrada en el aumento de la producción industrial, sino que se desplaza hacia
el terreno financiero. El nuevo capital se produce, ya no en las factorías con
el aumento de producción, sino sobre todo en las bolsas, en los juegos de acciones,
en la especulación bancaria. Algunos expertos estiman que más del 70% del
capital mundial hoy, está ubicado y se reproduce únicamente en ese sector.
Y eso nos lleva
directamente a la crisis económica europea. Por un lado los Estados se han ido
endeudando en forma alocada (hay países europeos cuya deuda es mayor al 200% de
su Producto Bruto interno), por otro lado los sistemas bancarios sin control,
tanto sea por desenfrenados empréstitos por encima de la capacidad de pago de
los deudores (el caso de las hipotecas es el ejemplo) como por malos manejos
que llegan casi siempre hasta el fraude
económico; entran en graves crisis estructurales que “ponen en peligro todo el
sistema”.
Las respuestas a
esta situación en Europa vienen siendo manejadas por un grupo de instituciones
transnacionales que se ha denominado “La Troika”. El Fondo Monetario
Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. Estas
instituciones son las que deciden como la comunidad europea puede “ayudar” a
los países que progresivamente van cayendo en el colapso económico. Las
fórmulas empleadas para establecer estas ayudas son un ejemplo del más claro
neoliberalismo “salvaje”, aquel que fuera aplicado en toda su extensión en nuestras tierras
latinoamericanas en los 80 del siglo pasado, y que llegó a la cima de su
esplendor en la Argentina de Saúl Menem al ser llevado adelante con todo el
rigor del “manual”. El mismo que probó reiteradamente su fracaso para dar algún
tipo de solución a los problemas de nuestros países, dejando a su paso a los
Estados Nacionales prácticamente en quiebra, despojados de su capacidad de
acción social, provocando el desenfrenado aumento de la pobreza, las
progresivas desapariciones de las clases medias y beneficiando únicamente a las
grandes corporaciones.
Esta es la receta
que se aplica a rajatabla (auspiciada y liderizada sobre todo por el gobierno
de Angela Merkel, que protege a unos de los pocos beneficiarios de la crisis,
los bancos alemanes). Se obliga a los Estados -para recibir el dinero de las
“ayudas”- a reducir su tamaño notablemente. Con la bandera de la “austeridad”
se recortan salvajemente sus presupuestos, fundamentalmente en los sectores
álgidos de la salud pública, la educación y la seguridad social (nadie reduce
los gastos militares). Se les obliga a “privatizar” toda empresa productiva que
manejen, aún aquellas que tienen que ver con la seguridad estratégica. El otro
factor es que las “ayudas” económicas no están destinadas a las poblaciones,
sino que en general son desviadas directamente hacia “financiar” a los bancos
en apuros, con el pretexto que ellos al disponer de capital fresco movilizarán
las economías, cosa que inmediatamente se ve contradicha por la tozuda realidad
de los hechos.
Crisis política
Pero por supuesto
la crisis no es solamente económica. Uno los aspectos que está quedando a la
luz, a pesar del rígido control de los medios masivos de comunicación con los
que se intenta a fuerza de omisiones y desinformación, desviar la atención del
problema, es la grave crisis política e institucional que paralela a la
económica, atraviesa transversalmente a Europa. La cara más obvia de esta
crisis es la pérdida de capacidad de respuestas reales de las estructuras de
poder estatales, encarnadas en el modelo de “democracia representativa”
europea, con algunas características de diferencia en cada Estado Nacional,
pero básicamente con el mismo esquema de manejo del poder político.
Existe una “casta”
política, que es quien participa, protagoniza y maneja los gobiernos que (si
alguna vez estuvo cercana) se ha ido alejando progresivamente de los pueblos,
convirtiéndose en un selecto grupo de especialistas, cuya única relación con
los ciudadanos es la de presentar periódicamente sus candidaturas para que los
elijan. Bajo el régimen generalmente bi o tripartidista (con excepciones
multipartidistas como Italia) la gente recibe perfectamente determinada y
“empaquetada” por las direcciones y grupos de poder en cada partido, la
“oferta” electoral. El rígido sistema no ha permitido hasta ahora el fenómeno
latinoamericano de candidatos outsiders fuera del sistema partidario electoral
establecido, que permitan cambios profundos en la sociedad. Esta “casta”
política ha demostrado su incapacidad de decisión frente a la crisis económica.
Sin importar su careta política (conservadores, derechas, socialdemócrastas,
progresistas, etc., todos ellos son parte de lo mismo) los políticos europeos
se han comportado durante las crisis como unos buenos “mandaderos” de los
organismos transnacionales, quienes han dictado estrictamente las condiciones y
las medidas de gobierno a tomar. Le han hecho la tarea a los grandes capitales,
comportándose como sus personeros, sin tener en cuenta siquiera (lo que
demuestra su verdadero alejamiento de la gente) el costo político que pudiera
acarrearles apretar el cuello de los ciudadanos que los votaron con medidas
neoliberales. Así, no solo han demostrado su ineficiencia política, sino que
también han dejado en claro la realidad del mínimo poder que la clase política
tiene frente a los grandes capitales. Cuando se han resistido a ahorcar a sus
pueblos, los políticos han sido sustituidos inmediatamente (sin ningún tipo de
consulta a la voluntad popular) por “técnicos” (casos de Grecia, Italia y
Chipre). Lo de “técnicos” también un eufemismo para nombrar a directos
representantes (en la mayor parte banqueros de oficio) de los intereses del
gran capital.
Crisis social
Y la otra cara es
el colapso de las instituciones sociales que conformaron el Estado de Bienestar
(welfare state) europeo. El desempleo, producto de la crisis productiva y de
los recortes por parte del estado, aumenta en forma exponencial en toda la
eurozona. En el marco del programa de “austeridad” que lleva a la minimización
del Estado, los sistemas de seguridad social trabajosamente desarrollados a
partir de las luchas obreras desde el siglo XIX y puestos en práctica con la
prosperidad de la reconstrucción luego de la Segunda Guerra Mundial, son
desmontados sistemáticamente por la casta política, en función de cumplir las
instrucciones de la Troika. Aumento de la edad de jubilación, recortes en
jubilaciones y pensiones, suspensión de sistemas de salud, cobro de servicios
sociales que eran gratuitos y “reformas educativas” que llevan a la
pauperización y selectivización de la educación pública, a su privatización,
son algunas de las “perlas” del programa de “soluciones”. Las situaciones de
tensión que produce por ejemplo el desempleo, se traducen en estallidos
puntuales que son cada vez más fuertemente reprimidos por los gobiernos
“democráticos”, que no aplican la austeridad recomendada en sus presupuestos
policiales y antimotines. Igualmente, y también a pesar del ocultamiento
mediático, aparecen a la luz cotidianamente los casos de corrupción, que dan el
síntoma de diagnóstico de la descomposición social, llegando en casos como el
español a implicar directamente hasta a la mismísima (y cada vez más
desprestigiada) Casa Real.
Más de lo mismo
La única respuesta
entonces frente a la crisis es la aplicación cada vez más opresiva del mismo
libreto. Mientras estamos escribiendo, el semanario Der Spiegel hace público un
informe del partido de gobierno en Alemania donde se dice que Angela Merkel espera
“mayores sacrificios” de las economías europeas en problemas. Las
contradicciones se agudizan, los niveles de empobrecimiento y depresión de las
clases medias europeas aumentan, las deudas de los Estados aumentan, las cifras
de las crisis son cada vez peores, en una caída que a pesar de las constantes
declaraciones de buenas intenciones y de pronósticos favorables para el futuro,
continúa acentuándose. La “huída hacia delante” parece ser la única respuesta
posible, lo que no es de extrañar, porque mientras las poblaciones y los
estados se empobrecen, las ganancias especulativas tanto de las bolsas como en
el sistema financiero siguen siendo jugosas, engordando las arcas de las
corporaciones, que mientras el barco se hunde, reparten ganancias cada vez mayores
a cada cierre de ejercicio.
La soga como
siempre, estalló por el lado más delgado. Grecia, Portugal y Chipre han sido
hasta ahora los peores puntos de la crisis. Detrás de ellos van los “países más
desarrollados”, España, Italia y hasta Francia están sufriendo el efecto de
“bola de nieve”. Curiosamente mientras tanto, cada elección presente muestra
entre el cada vez más reducido electorado (los niveles de abstención crecen o
se mantienen altos) la preferencia por las opciones políticas más “de derecha”
que hasta ahora lo que han hecho es acelerar el colapso.
España
paradigmática
Al respecto el
ejemplo más paradigmático es el de España. Un gobierno socialdemócrata que
comenzó a tomar las medidas antipolulares (“no me gusta pero no hay otro
remedio”, Rodríguez Zapatero dixit) fue sustituido en elecciones por el
gobierno explícitamente de derecha del Partido Popular de Mariano Rajoy
(heredero del franquismo), quien viene acelerando el proceso de recortes,
austeridad, reformas, desmembramiento de la seguridad social, la educación y la
salud pública. Rajoy y su equipo, desde el primer momento de su gobierno, han
hecho todo lo contrario de lo que prometieron en su campaña política. Todas las
medidas que dijeron no iban a tomar son llevadas adelante con gran impulso.
Conversan en Bruselas con La Troika y a pesar de que declaran que las cosas no
serán tan violentas, apoyados en la mayoría parlamentaria que disponen generan
la legislación no solo para acelerar los ajustes por reducción y contracción,
sino que poco a poco van desmontando progresivamente todas las conquistas
sociales, la jubilación, la edad de retiro, los horarios de trabajo, en lo
laboral.
Emprenden “reformas
educativas” que solo significan la reducción de la capacidad educativa pública,
la restricción progresiva a su ingreso y la preparación para la privatización.
Desmontan además el sistema de salud, hacen caer progresivamente en los
pacientes su costo, limitan sus capacidades. En el sector impositivo recargan
los impuestos indiscriminados y se niegan a cargar el peso impositivo sobre los
grandes capitales. Si no se estuviera convirtiendo en algo tan dramático, que
afecta gravemente la forma de vida de millones de personas, podría verse como
una caricatura de gobierno. Las cifras de desempleo ascienden astronómicamente,
más del 27% de los españoles no tienen trabajo (¡más de la cuarta parte de la
población laboralmente activa!) traspasando la cifra récord de los 6.000,000 de
desempleados, que se vuelve escalofriante cuando muestra que entre los jóvenes
el porcentaje de desempleo se acerca al 60%.
Mientras tanto, y
allí la caricatura, las declaraciones oficiales, que van “corriendo la arruga”
(la recuperación comenzaba primero en 2013, hoy se habla de después de 2014),
son de un desparpajo inconcebible. El jefe de gobierno dice que es importante
el nivel de desempleo, pero que ya se están viendo (¿?) los síntomas de la
efectividad de las medidas que vienen tomando. A la vez, prosiguen los
desahucios (desalojos) de las familias que sin
empleo no pueden pagar las hipotecas contraídas y son literalmente
echadas a la calle.
Y allí aparece
nuevamente el fantasma del autoritarismo fascista hijo del franquismo. Toda
protesta popular es reprimida con una dureza creciente. Los medios de
comunicación a favor del sistema demonizan todo tipo de protestas. Es increíble
ver a sesudos opinadores en la TV pública (muchos de ellos “progre”) condenando
enfáticamente los “escraches” (el sistema de denuncia personal inventado en
Argentina, como una forma de avergonzar públicamente a los malos políticos).
Allí se protege a rajatabla la “intimidad” de los políticos, a los cuales no es
legítimo “acosar”. La casta política no solo no tiene por qué responder a las
necesidades y expectativas de sus electores, sino que es intocable. Es la
vuelta al oscurantismo, el cual a España le ha sido tan caro.
Final
Este es el terrible
panorama de la crisis europea. Está acompañada a nivel global por la crisis
norteamericana, que sin embargo tiene aspectos diferentes. Ambas parecen estar
indicando el final de una era, el agotamiento terminal de un sistema (el
capitalismo occidental) que hace mucho ya agotó su época dorada.
miguelguaglianone@gmail.com
Publicación
Barómetro 13-05-13
Los
contenidos de los análisis publicados por Barómetro Internacional, son
responsabilidad de los autores. Agradecemos la publicación de estos artículos
citando esta fuente y solicitamos favor remitir a nuestro correo el Link de la
pagina donde esta publicado.
Gracias.
barometrointernacional@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario