Desde Uruguay
07/Diciembre/2013
Revelaciones a medio siglo del
asesinato de Kennedy
Niko Schvarz
Se cumplieron el 22 de noviembre los 50 años exactos del asesinato del
presidente John Fitzgerald Kennedy en el atentado de Dallas, estado de Texas.
La versión oficial atribuyó el asesinato a Lee Harvey Oswald, pero hoy existen
evidencias de que existió un tirador más, un asesino profesional directamente
vinculado a la mafia cubano-norteamericana de Miami. Como se sabe, Oswald fue a
su vez ultimado por un sujeto de avería, Jack Ruby, en un operativo
extremadamente sospechoso, a vista y paciencia de todo el mundo, sin duda
fraguado para que la verdad de los hechos, sus motivaciones y sus causas no
fueran reveladas. Menos de cinco años después, el 13 de abril de 1968, fue
ultimado Martin Luther King. Dos meses más tarde en Los Ángeles el 5 de junio
fue asesinado Robert “Bob” Kennedy, hermano del presidente, el día que había
ganado la primaria demócrata en California para la carrera presidencial.
En 237 años los Estados Unidos han sido gobernados por 44 presidentes,
cuatro de los cuales fallecieron asesinados: Abraham Lincoln en 1865, James
Garfield en 1881, William McKinley en 1901 y John F. Kennedy en 1963. Este
último había llegado a la Casa Blanca el 20 de enero de 1961.
Dos acontecimientos fundamentales de la historia de Estados Unidos (y del
mundo) precedieron al asesinato del presidente Kennedy, ambos relacionados con
Cuba: la invasión de Playa Girón (Bahía de Cochinos) de abril de 1961, que
contó con la colaboración directa de la CIA y de fuerzas armadas
estadunidenses, y que fue hecha trizas en 72 horas por el pueblo cubano con
Fidel Castro a la cabeza, como habría de recordarlo el Che Guevara en la
conferencia del CIES en Punta del Este en octubre de ese año; y la crisis de
los misiles de octubre de 1962, que se zanjó finalmente con un polémico acuerdo
entre Kennedy y Jruschov, que evitó una
invasión y una guerra nuclear de alcance mundial y permitió que Cuba siguiera
adelante en la construcción socialista. Se ha señalado que la conducta del
presidente Kennedy en ambos acontecimientos provocó profunda desazón en los
sectores de extrema derecha de EEUU, con un particular subrayado en el caso de
la mafia cubano-norteamericana de Miami. Éstos reclamaban que hubiera ido más a
fondo en su política agresiva y de confrontación belicista.
Entre la inmensa cantidad de materiales publicados en este aniversario, se
destaca un reportaje del tabloide estadounidense The National Enquirer según el
cual el tiro fatal que segó la vida de Kennedy fue disparado por un cubano
vinculado a la mafia y a la CIA, de nombre Herminio Díaz, que confesó haber
participado en la conspiración. Así consta en la reedición que hizo el
respetado escritor Anthony Summers de un libro de su autoría del año 1998,
titulado Not in your lifetime. Según Summers, el segundo tirador fue Herminio
Díaz, un asesino a sueldo que había trabajado para el notorio jefe de la mafia
Santo Trafficante Jr. en Cuba durante la dictadura de Fulgencio Batista, incluso
como jefe de seguridad del casino del hotel Habana Riviera. Según la
publicación, Díaz cometió en su vida al menos 20 asesinatos, y llegó a EEUU a
mediados de 1963, unos meses antes del asesinato de Kennedy. Summers afirmó a
The National Enquirer lo siguiente: “Él (Herminio Díaz) estaba en el país
(EEUU) en el momento adecuado y participó en el movimiento anti-Castro. Muchas
personas en ese movimiento pensaban que el presidente Kennedy lo había
traicionado durante la invasión patrocinada por la CIA en Bahía de Cochinos en
1961 y en la crisis de los misiles en Cuba en octubre de 1962, y tenían un
motivo para matarlo”. Sigue un detallado relato de cómo Díaz le hizo esta
confesión a un amigo llamado Tony Cuesta cuando ambos se dirigían en barco a
Cuba en una incursión terrorista el 29 de mayo de 1966 para asesinar al
entonces presidente Osvaldo Dorticós.
Se mencionan a renglón seguido una serie de detalles técnicos acerca de
los disparos, tomando en cuenta el documental filmado por uno de los testigos
presenciales del atentado en Dallas, de apellido Zapruder. Allí se muestra la
caravana presidencial a través de la plaza Dealey de Dallas, y se advierte que
Kennedy es alcanzado primero por detrás, desde donde Oswald se encuentra en el
Texas School Book Depository; después el presidente fue golpeado en la parte
frontal en un ángulo que indicaría la presencia de un tirador situado en la
“loma cubierta de hierba” (que sería precisamente Herminio Díaz).
En forma coincidente, el general (r) cubano Fabián Escalante, que durante
años fue jefe de servicios de inteligencia de Cuba, publicó una nota titulada:
“50 años del asesinato de Kennedy: una historia inconclusa” en la cual afirma
que Kennedy fue asesinado mediante un complot en el cual estuvieron
involucrados elementos claves del Estado y del poder real en Estados Unidos,
que además pretendían inculpar a Cuba del crimen y cuyos ejecutores fueron
aquellos que tenían las motivaciones, los medios y el elemento humano entrenado
para ello. En su concepción, la tesis del asesino solitario (Lee Harvey
Oswald), se ha derrumbado al paso de los años. Sostiene, eso sí, que Oswald fue
agente de la CIA desde 1959; que a su regreso de la URSS en 1962 fue agente del
FBI con el expediente 201 a cargo de espiar la colonia rusa en Dallas; que en
abril 1963 viajó a Nueva Orleans y se vinculó al grupo “Cuba Democrática”
dirigido por el agente de la CIA Guy Banister, participando en la organización
de un operativo secreto denominado “comandos mambises”, donde se entrenaban
decenas de hombres; que semanas más tarde, para disimular, organizó un
sedicente comité “Por trato justo a Cuba”, fingiendo simpatías por Cuba; que
luego en un programa radial se declaró “marxista y procastrista”, todo lo cual
quedó grabado para ser publicitado a posteriori. Después formuló declaraciones
en el sentido de que “sólo la muerte de Kennedy será la solución del caso
cubano”.
La conclusión del estudio, sólidamente documentado, es la siguiente: “Lee
Harvey Oswald, veterano agente de la CIA, estaba involucrado y era parte de un
complot de dimensiones nacionales contra el presidente Kennedy. Todo lo que
públicamente realizó Oswald a partir de abril de 1963, consciente o
inconscientemente, fue para legalizar la ‘implicación cubana’ en el magnicidio.
Su papel era parte consistente del complot criminal, que tenía otros
componentes y precisamente por ello, devino en ‘chivo expiatorio’ de las
autoridades norteamericanas, quienes finalmente lo culparon del crimen”.
En la fecha del 50º aniversario, medios cubanos sacaron a luz otros
elementos hasta ahora secretos relacionados con el asesinato. Por Cubadebate
nos enteramos que tras el crimen, Fidel Castro envió un mensaje por canales
discretos a Washington pidiendo reunirse con la comisión oficial que
investigaba el magnicidio para disipar los alegatos de que Cuba era la
responsable. La comisión, encabezada por el presidente de la Suprema Corte de
Justicia estadounidense Earl Warren envió a uno de sus abogados, el
afroestadounidense William Coleman, en misión clandestina para reunirse con el
dirigente cubano en un bote en el Caribe. Después de una prolongada
conversación, Coleman informó que no encontró nada que le hiciera suponer que
hubiera pruebas de una participación de los dirigentes cubanos. Dijo también
que, a pesar de la invasión de Playa Girón, de la crisis de los misiles, de los
complots para asesinar dirigentes cubanos y del bloqueo comercial, Castro
insistía en buscar una solución a las relaciones con Estados Unidos.
El 23 de noviembre, al día siguiente del crimen, Fidel Castro emitió una declaración por la
radio cubana en la que calificaba el asesinato de Kennedy de conspiración
maquiavélica contra Cuba, que buscaba justificar una agresión contra la isla
cuando aún estaba tibia la sangre y el cuerpo insepulto del presidente. Oswald,
declaró Castro, pudo haber sido un instrumento de los sectores más
reaccionarios que han estado tramando esta siniestra conspiración, y que
pudieron haber planeado el asesinato de Kennedy por estar en desacuerdo con su
política internacional.
Ahora se supo algo más y es que, en los días previos, el presidente
Kennedy exploraba activamente un acercamiento con Cuba y trabajaba en secreto
con Castro para instaurar negociaciones con el fin de mejorar las relaciones.
En noviembre de 1963, Cuba estaba involucrada en la creación de una diplomacia
por canales reservados que hubiera podido conducir a la normalización de las
relaciones. En el momento en que se cometió el asesinato, Castro sostenía una
reunión con un emisario que Kennedy había enviado a La Habana en misión de paz
(el periodista francés Jean Daniel). El líder cubano recibió la noticia del
crimen por teléfono, le dijo a Daniel: “Esto es terrible” y predijo que se iba
a intentar acusar a Cuba. Con el agregado de que la CIA se oponía tajantemente
a cualquier diálogo de paz con Cuba.
A 50 años de distancia, esta es una de las repercusiones más sensibles del
asesinato del presidente Kennedy.
nikomar@adinet.com.uy
Publicación
Barómetro 25-11-13
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