24/Abril/2014
Desde EEUU
El apoyo de EEUU a un cambio de
gobierno en Venezuela es un error
Mark Weisbrot
¿Cuándo se considera legítimo tratar de derrocar a un gobierno elegido
democráticamente? En Washington, la respuesta siempre ha sido simple: cuando el
gobierno de EE.UU. lo señala. No es sorprendente que ese no sea el modo en que
los gobiernos Latinoamericanos, generalmente lo vean.
El domingo 16 de febrero, los gobiernos del Mercosur (Brasil, Argentina,
Uruguay, Paraguay y Venezuela) emitieron un comunicado sobre las
manifestaciones de la semana pasada en Venezuela. Describieron "los
recientes actos de violencia" en Venezuela como "intentos de
desestabilizar el orden democrático". Ellos dejaron muy claro dónde se
encontraban.
Los gobiernos expresaron con claridad meridiana su firme compromiso con la
plena vigencia de las instituciones democráticas y, en este marco, rechazan las
acciones criminales de los grupos violentos que quieren diseminar la
intolerancia y el odio en la República Bolivariana de Venezuela como
instrumento de lucha política.
Se debe recordar que cuando manifestaciones mucho más grandes sacudieron
Brasil el año pasado, no hubieron declaraciones de Mercosur o los gobiernos
vecinos. Eso no es porque no amaran a la presidenta Dilma Rousseff, sino porque
estas manifestaciones no parecían intentos de derrocar al gobierno
democráticamente electo de Brasil.
El gobierno de Obama fue un poco más sutil, pero también dejó clara su
posición. Cuando el secretario de Estado, John Kerry, expresa: "Estamos
particularmente alarmados por los informes de que el gobierno venezolano ha
arrestado o detenido a grandes cantidades de manifestantes
antigubernamentales”, está tomando una posición política porque habían muchos
manifestantes que cometieron crímenes: atacaron e hirieron a policías con
trozos de hormigón y bombas molotov, quemaron vehículos, destrozaron e
incendiaron edificios gubernamentales y cometieron otros actos de violencia y
vandalismo.
Un portavoz del Departamento de Estado, en el anonimato, fue todavía más
claro la semana pasada, cuando respondió a las protestas expresando
preocupación por "el debilitamiento de las instituciones democráticas en
Venezuela" por culpa del gobierno, y dijo que existía la obligación de
"instituciones gubernamentales de ofrecer una respuesta eficaz a la
necesidades económicas y sociales legítimas de sus ciudadanos". Ese vocero
se estaba uniendo a los esfuerzos de la oposición para deslegitimar al
gobierno, una parte vital de cualquier estrategia de "cambio de régimen".
Por supuesto, todos sabemos a quienes apoyan en Venezuela el gobierno de
EE.UU. En realidad, no tratan de ocultarlo: hay 5 millones de dólares en el
presupuesto federal de 2014 de los Estados Unidos para financiar actividades de
la oposición en Venezuela y casi seguro, ésta es la punta del iceberg, que se
suma a los centenares de millones de dólares más de apoyo abierto de los
últimos 15 años.
Pero lo que hace importantes a estas declaraciones estadounidenses
corrientes y enoja a los gobiernos de la región, es que le dicen a la oposición
venezolana que Washington una vez más apoya el cambio de gobierno. Kerry hizo
lo mismo en abril del año pasado, cuando Maduro fue elegido presidente y el
candidato presidencial opositor Henrique Capriles afirmó que la elección fue
fraudulenta. Kerry se negó a reconocer los resultados de los comicios. La
agresiva postura antidemocrática de Kerry trajo una tan fuerte reprimenda de
los gobiernos de América del Sur que se vio obligado a cambiar de rumbo y
tácitamente reconocer al gobierno de Maduro. (Para aquellos que no siguieron
estos eventos: no hubo ninguna duda sobre los resultados de las elecciones).
El reconocimiento de Kerry de los resultados electorales puso fin al
intento de la oposición de deslegitimar al gobierno electo. Después que el
PSUV, el partido de Maduro, ganó las elecciones municipales por un amplio
margen en diciembre, la oposición fue derrotada. La inflación estaba en un 56%
y había una gran escasez de bienes de consumo, sin embargo, una sólida mayoría
había votado por el gobierno. Su elección no podía ser atribuida al carisma
personal de Hugo Chávez, quien murió hace casi un año, ni tampoco era
irracional. Aunque más o menos el último año ha sido difícil, los últimos 11
años (desde que el gobierno tiene el control sobre la industria petrolera) han
traído grandes mejoras en los niveles de vida de la mayoría de los venezolanos
que fueron marginados y excluidos por gobiernos anteriores. Había un montón de
quejas sobre el gobierno y la economía, pero los ricos, los políticos de
derecha que han dirigido a la oposición, no reflejaban sus valores ni
inspiraban su confianza.
El dirigente opositor Leopoldo López (quien compite con Capriles por el
liderazgo) ha descrito las manifestaciones actuales como algo que podría
obligar a Maduro a renunciar a su cargo. Era obvio que había y sigue habiendo
una manera no pacífica para que esto pudiera suceder. Tal como el profesor
David Smilde de la Universidad de Georgia ha sostenido, el gobierno tiene todas
las de perder frente a la violencia en las manifestaciones y la oposición tiene
mucho que ganar.
Antes del fin de semana pasado Capriles, inicialmente cauteloso en
relación con una estrategia potencialmente violenta de "cambio de
régimen", al parecer desechó el programa. Según Bloomberg News, acusó al
Gobierno de "infiltrar las protestas pacíficas para convertirlas en
centros de violencia y represión”.
Mientras tanto, López provocaba a Maduro en Twitter después de que el
gobierno cometió el error de amenazar con arrestarlo: "¿No tienes las
agallas para arrestarme?" tuiteó el 14 de febrero:
@Nicolasmaduro: no tienes las agallas para meterme preso? O esperas
órdenes de La Habana? Te lo digo: La verdad está de nuestro lado Leopoldo López
(@leopoldolopez) 14 de febrero 2014
Ojalá que el gobierno no vaya a morder el anzuelo. El apoyo de EE.UU. para
el cambio de gobierno, sin duda inflama la situación, ya que Washington tiene
tanta influencia dentro de la oposición y, por supuesto, en los medios de
comunicación del hemisferio.
Transcurrió mucho tiempo para que la oposición aceptara los resultados de
las elecciones democráticas en Venezuela. Intentaron un golpe militar, apoyado
por los Estados Unidos en 2002 y cuando eso falló, trataron de derrocar al
gobierno con una huelga petrolera. Perdieron un intento de recuperar la
presidencia en 2004 y gritaron ¡fraude! y el año siguiente boicotearon las
elecciones de la Asamblea Nacional sin ninguna razón. El fallido intento de
deslegitimar las elecciones presidenciales del pasado mes de abril fue un
retorno a ese pasado oscuro, pero no tan distante. Queda por ver hasta qué
punto van a llegar esta vez para ganar por otros medios lo que no han sido
capaces de ganar en las urnas y durante cuánto tiempo tendrán el apoyo de
Washington para el cambio de gobierno en Venezuela.
Publicación Barómetro 24-02-14
Los contenidos de los análisis publicados por
Barómetro Internacional, son responsabilidad de los autores. Agradecemos la
publicación de estos artículos citando esta fuente y solicitamos favor remitir
a nuestro correo el Link de la pagina donde esta publicado.
Gracias. barometrointernacional@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario