Desde Cuba
20/Septiembre/2014
El legado de José Martí
Carlos Medina Viglielm
A
119 años de la Caída en Combate del Apóstol cubano. El sábado 18 de mayo de
1895, en el campamento de Dos Ríos, escribía Martí a su amigo, el mexicano
Manuel Mercado, lo que más tarde se tomaría como su Testamento Político: su
visión respecto a las intenciones yanquis para con Cuba y el resto de
Latinoamérica.
Decía
Martí en su carta:
(…)
“Ya puedo escribir; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi
país y por mi deber, de impedir a tiempo con la independencia de Cuba, que se
extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más,
sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso.
Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas. y mi honda es la de David”
En
la mañana del domingo 19 de mayo de 1895, daría Martí su único discurso ante
las tropas rebeldes, discurso en el que culminaría diciendo: “¡Por Cuba yo me
dejo hasta clavar en la cruz!”
En
la tarde de ese día Martí, a cuyo lado cabalgaba un ayudante del cual nunca
supo su nombre, caía revólver en mano bajo una cerrada descarga de fusilería.
Su ayudante se llamaba Ángel de la Guardia. Nada pudo hacer por él.
En
1891 Martí participaría, como Cónsul de las repúblicas de Uruguay, Paraguay y
Argentina, en la Conferencia Monetaria Internacional organizada por el gobierno
de los Estados Unidos, que intentaba imponer un segundo patrón monetario, el
patrón plata, metal sobre el cual tenían un gran dominio.
José
Martí supo ver los perjuicios que provocaría el proyecto yanqui a las
repúblicas latinoamericanas, y se opuso a ello vehementemente, logrando echar
por tierra las pretensiones norteamericanas. Decía Martí en su informe sobre la
“Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América”, acerca de los Estados
Unidos:
“Creen
en el derecho bárbaro como único derecho. Creen en la superioridad
incontrastable de la raza anglosajona contra la raza latina. Creen en la bajeza
de la raza negra, que esclavizaron ayer y vejan hoy. Creen que los pueblos de
Hispanoamérica están formados, principalmente de indios y negros.
Mientras
no sepan más de Hispanoamérica los Estados Unidos y la respeten más. ¿Pueden
los Estados Unidos convidar a Hispanoamérica a una unión sincera y útil para Hispanoamérica?
¿Conviene a Hispanoamérica la unión política y económica con los Estados
Unidos?
Quien
dice unión económica dice unión política. El pueblo que compra, manda. El
pueblo que vende, sirve. Hay que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad.”
En
enero de ese mismo año 1891, José Martí publicaría en México su famoso ensayo
“Nuestra América”, que en sus primeros párrafos dice:
“Cree
el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de
alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la
alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los
gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima,
ni de la pelea de los cometas en el cielo, que van por el aire dormido
engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos
tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de
almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen
a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.
No
hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante
el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de
acorazados. Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse,
como quienes van a pelear juntos. Los que se enseñan los puños, como hermanos
celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de casa chica, que le tiene
envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sean una las dos manos.
Los que, al amparo de una tradición criminal, cercenaron, con el sable tinto en
la sangre de sus mismas venas, la tierra del hermano vencido, del hermano
castigado más allá de sus culpas, si no quieren que les llame el pueblo
ladrones, devuélvanle sus tierras al hermano. Las deudas del honor no las cobra
el honrado en dinero, a tanto por la bofetada. Ya no podemos ser el pueblo de
hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o
zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las
tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante
de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de
andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.”
Muchos
años después, en el 2010, aquella idea de Martí comenzaba a hacerse realidad. A
propuesta del comandante Hugo Chávez Frías, presidente entonces de la República
Bolivariana de Venezuela, se fundaba, libre de la tutela yanqui, por el bien de
las naciones hispanoamericanas, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños, la CELAC.
medinvig@yahoo.es
Publicación
Barómetro 15-05-14
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