Desde
Brasil
20/Septiembre/2014
Sustentabilidad, paradigma de vida
Marcelo Barros*
Hace
pocos días (el 05 de junio) la ONU celebró el Día Mundial del Medio Ambiente.
Los organismos internacionales, responsables por el cuidado del planeta y el
aire que respiramos emitieron declaraciones poco optimistas sobre la realidad.
Bajo el pretexto de no asustar a los ciudadanos, representantes de gobiernos
poderosos censuraron algunos de los datos dados por el IPCC, el instituto
internacional que vela sobre la situación de la Tierra. De esta forma, solo
tuvimos acceso a informaciones incompletas sobre la relatoría. Por otro lado,
no necesitamos leer documentos para saber lo que está sucediendo y como el
sistema de vida en el planeta está amenazado.
Tifones
en las Filipinas, terremotos en Chile, sequías en varias regiones, inundaciones
en otras, todo esto con una cada vez mayor frecuencia y una intensidad nunca
vista. Esta realidad habla más alto que cualquier documento. . Cada vez crece
más el número de científicos que afirman que la Tierra llegó a su límite. Los
suelos se vuelven menos fértiles, los ríos y fuentes disminuyen y en varios
continentes el agua se torna escasa. La biodiversidad está amenazada y varias
especies de fauna y flora se extinguen cada día. No se logra eliminar del aire
las sustancias más polucionantes. El estilo de crecimiento económico vigente
destruye los bosques para aumentar el agronegocio y el lucro de los más ricos.
Contaminan los ríos y matan la vida que todavía existe en esas aguas. Vuelven
irrespirable el aire atmosférico y generan enfermedades respiratorias y
alérgicas antes inexistentes. En los últimos diez años la riqueza se concentró
en manos de cada vez menos personas. El 5% de la humanidad tiene una renta
económica superior a la de más de cien países del mundo.
Aunque
la mayor responsabilidad por la crisis ecológica y civilizatoria sea de los más
ricos, todos nosotros, seres humanos, pagaremos la cuenta. Probablemente los
pueblos más pobres sufrirán más fuertemente la venganza de la naturaleza
agredida y amenazada, pero poco a poco la Humanidad entera recibirá la factura
a pagar a consecuencia de las opciones hechas por los poderosos.
De
acuerdo a lo poco que sabemos, la situación es grave pero no desesperada.
Estamos en el último tiempo del partido, pero todavía podemos revertir la
situación y salvar nuestro planeta. Gracias a Dios, en todo el mundo existe ya
una verdadera red de organizaciones sociales y de iniciativas que proponen un
nuevo camino a la Humanidad.
Las
personas y comunidades que asumen la misión de proteger la ecología no hacen
esto solamente porque estén conscientes de que si continuamos por este camino
del capitalismo devastador, la propia Humanidad perecerá. Esto es importante.
Sin embargo, más allá de ello, las personas y comunidades de varias tradiciones
espirituales creen que la naturaleza es un don divino. Revela la presencia del
Amor en el universo. Por lo tanto la naturaleza tiene una sacralidad por sí
misma y merece ser respetada y cuidada por lo que es. No puede ser vista apenas
como una mercancía al servicio del lucro humano. La Tierra no es una propiedad
a ser comprada o vendida. Las plantas y animales no valen solo por el precio
que se les da. No pueden ser vistos apenas por cuanto pesan. Aunque sea legítima
la selección natural y el reciclaje en el tiempo, y unos seres se alimenten de
otros para vivir, nosotros tenemos la
consciencia de formar una comunidad con todos los seres vivos.
La
sustentabilidad existe cuando pensamos en el momento presente y también en el
planeta que deberemos dejar de herencia a las generaciones futuras.
De
acuerdo a varios estudios, lo más ancestral en el ser humano es el afecto y la
sensibilidad. Y así sabemos que hay un
remedio para la crisis ecológica: recatar el corazón e incorporar a la
racionalidad con la que tomamos nuestras decisiones y planeamos el futuro, una
profunda sensibilidad afectiva. Sin esa sensibilidad la tecnociencia seguirá
siendo utilitaria, fría y funcionalista. En cualquier religión la espiritualidad
es el camino en el cual nuestra actividad y nuestro comportamiento encuentran
su centralidad en la vida.
www.adital.com.br
Traducción:
Miguel Guaglianone
*Monje
benedictino, escritor y teólogo brasilero de la Liberación, fue ordenado
sacerdote en 1969 por Dom Helder Camara.
Publicación Barómetro 19-06-14
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