Desde Panamá
11/Diciembre/2015
Noriega: Una Excusa De EEUU Para
Invadir Panamá
Por
Olmedo Beluche
(Extracto del libro: “Diez años de luchas políticas y
sociales en Panamá, 1980-1990”)
El 3 de octubre
se produciría el acontecimiento más relevante de este último período del
régimen. El Mayor Moisés Giroldi, jefe de la Compañía Urracá, encargada de la
seguridad del Cuartel Central, junto a otros oficiales, intentó un nuevo golpe
de estado contra Noriega, deteniéndolo al momento de arribar a sus oficinas.
Durante cuatro horas Noriega estuvo prisionero y atado mientras los alzados
hacían frente a las tropas leales al general, y negociaban directamente con el
Secretario de Defensa norteamericano, Dick Cheney, la posibilidad de entregarlo
a cambio de un apoyo a los golpistas.
Pero las tropas
norteamericanas, acantonadas a menos de cinco minutos del lugar de los hechos
no acudieron ni a buscar a Noriega, ni a apoyar a los insurrectos. El mismo Cheney
señaló que "nunca les dio una respuesta". El único gesto de apoyo fue
que las tropas norteamericanas cortaron el tránsito por la carretera
Interamericana por donde tenían que movilizarse los leales a Noriega. Esta
acción fue denunciada posteriormente por el gobierno panameño como una acción
intervencionista en favor de los alzados, aunque Cheney diría que fue una
casualidad.
Los dirigentes
del golpe, una vez que se rindieron fueron fusilados, incluso el Mayor Giroldi.
El resultado del fracasado intento fue, según el "parte de guerra"
emitido por las FDP: 10 muertos (se los presentó como muertos en combate), 26
heridos, 37 detenidos y 5 prófugos. Entre los muertos había un mayor, 4
capitanes, un teniente, dos subtenientes y dos sargentos. Era la mayor fisura
en la historia de las FDP. Después de esto jamás se recuperó la confianza entre
la oficialidad. La cúpula en torno a Noriega se hizo más cerrada, y fueron
retiradas grandes cantidades de armamentos de los cuarteles.
El interrogante
que el país entero debatía era: ¿Por qué Estados Unidos teniendo la oportunidad
apresar a Noriega y sacarlo del país, resolviendo así la crisis, no lo hizo?
Tal vez porque el gobierno norteamericano ya se había decidido por la opción de
invadir Panamá, despejando del camino a todos los sectores, civiles y
militares, que obstaculizaran sus lineamientos en Panamá.
Podría ser
también porque los golpistas no eran una garantía para Estados Unidos, por
cuanto representaban una continuidad de las FDP. Estas aprensiones podrían
haber sido acicateadas por el tono "torrijista" de la proclama
lanzada por Giroldi, la cual decía que las FDP "siguen representando un
papel histórico iniciado el 11 de octubre de 1968 con el torrijismo", y
que "mantenemos nuestra posición de la no injerencia de países extraños en
nuestros asuntos internos al igual que mantenemos la capacidad de
autodeterminación de nuestro pueblo en busca de su soberanía total".
La reacción de
Guillermo Endara y Ricardo Arias C., a nombre de la ADOC, fue la de considerar
que el levantamiento "dramatiza la descomposición de la vida nacional que
evidentemente alcanza también a las Fuerzas de Defensa". Colocado en este
punto tan crítico, el régimen panameño endureció sus posiciones. El mismo
Noriega, en un discurso del 5 de octubre, expresó: "No podemos jugar a la
democracia cuando nos tienen avasallados...", llamó a que se despidieran a los empleados
públicos sospechosos de simpatizar con la oposición, que se derogaran las leyes
que "protegen" a los enemigos y a imponer un paquete de "leyes
de guerra".
En una
declaración emitida el mismo 3 de octubre el PRD decía: "No podemos seguir
tolerando la actividad sediciosa, inconstitucional y antinacional en los medios
de comunicación, en las escuelas e iglesias, en hospitales e instituciones
gubernamentales. Sólo medidas ejemplares frenarán la actividad enemiga, ya que
es evidente su compromiso abierto en los proyectos norteamericanos".
La semana
siguiente al golpe frustrado fueron emitidos los llamados "Decretos de
Guerra", un conjunto de siete decretos-ley por los cuales se atacaban
fundamentalmente derechos económicos y democráticos de los empleados públicos,
y no de las empresas transnacionales norteamericanas. El primer decreto
reprimía el derecho de los servidores públicos a la huelga, prohibiendo
terminantemente todo cese de labores, se prohibían "los ataques físicos o
verbales a los agentes de la autoridad", se tornaba causal de despido
cualquier acto que pudiera considerarse una colaboración con sectores nacionales
o extranjeros... que favorezcan la
imposición de medidas coercitivas… o a sustituir a las autoridades
constituidas... El despido se convertía en irrevocable e inapelable.
Otro decreto
congelaba los aumentos salariales y prohibía el pago de la bonificación del
décimo tercer mes a los empleados públicos. El tercer y cuarto decretos
atacaban conquistas de los docentes, como su participación en la Dirección de
Personal y en la Comisión Coordinadora de la Educación, que redactaba un
proyecto de ley. Otro decreto importante reglamentaba el derecho de asociación,
señalando entre otras cosas que "ninguna organización o asociación podrá
anunciarse ni actuar como tal, sin haber obtenido el reconocimiento de su
personería jurídica por parte del Ministerio de Gobierno y Justicia", ésta
es la única de las leyes de guerra que de alguna manera amenazaba a los gremios
empresariales.
La respuesta
sangrienta y represiva, lejos de consolidar al régimen internamente lo debilitó
aún más, puesto que el descontento se coló hasta en sus propias filas.
Contribuyendo así a crear las mejores condiciones para la invasión
norteamericana, ya que, cuando ésta se produce, el aislamiento y la
credibilidad de Noriega estaban en su punto más bajo, sin que hubiera ningún
sector antimperialista que pudiera expresarse libremente y por ende tener
simpatías en sectores de masas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario