Desde Panamá
Fecha: 11/Julio/2016
Victoriano Lorenzo, El Emiliano
Zapata Panameño
Por
Olmedo Beluche
Toda la década
de 1890 está plagada de reclamos de las comunidades indígenas de Coclé contra
los abusos de las autoridades especialmente en la imposición de trabajos
forzados e ilegales.
Conte-Porras
cita una carta del obispo Fermín Jované (1890) que, prueba que está al tanto
del problema, lo que no significa que haya hecho nada al respecto; un Memorial
(30/1/1891) firmado por cien indígenas de Penonomé, entre ellos Victoriano
Lorenzo, quejándose contra los abusos del regidor de Capira Pedro Hoyos
obligándoles a pagar tributos a ese distrito cuando ellos vivían fuera de su
jurisdicción; otra nota de los indígenas al obispo de Panamá sobre el mismo
asunto; y otra de 1897 dirigida al Secretario de Gobierno de Colombia.
De manera que,
cuando el 23 de julio de 1891, se suscita el conocido incidente en que el
regidor de la Trinidad y El Cacao, Victoriano Lorenzo, mata en defensa propia
al regidor de Capira Pedro Hoyos, estamos ante un hecho que parece aislado,
pero que es un reflejo de una cadena de injusticias. Todos sabemos que Lorenzo
purgó 9 años de cárcel sin que ninguna autoridad de las que estaba informada de
la situación hiciera nada por defenderlo, igual que sucedería en 1903 cuando
fue fusilado.
La cadena de
hechos escritos abona el terreno para la explosión social que fue la Guerra de
los Mil Días. De modo que, cuando esta estalla, el caudillo liberal azuerense,
Belisario Porrras podía pensar: "¿Cómo no debían tener esos indios hambre
de reparaciones? Son una raza de proscritos en la cordillera, a donde los
arrincona cada día más la codicia torpe de la autoridad de nuestra tierra.
Claro está que siendo ellos así, y nosotros descastados y filibusteros sin
patria, había cierta similitud en nuestra común desgracia y bien podíamos
hacerlos de nuestra propia mesnada"[i].
No vamos a
detenernos en cómo se desarrolló la guerra, pues no es nuestro tema. Baste
clarificar aquí que, en un artículo[ii] hemos desarrollado la tesis de que la
Guerra de los Mil Días tuvo en el Istmo de Panamá, dos fases: la primera,
sintonizada políticamente con las demandas del liberalismo colombiano contra el
gobierno de La Regeneración, que llega hasta la derrota del Puente de Calidonia
(24 de julio de 1900); la segunda, que empieza la guerra indígeno-campesina
contra los terratenientes, cuando Victoriano Lorenzo es nombrado general por
500 pobladores indignados por la quema de El Cacao, la destrucción de los
cultivos y la violación de las mujeres (20 de octubre de 1900).
"Victoriano
Lorenzo abre la campaña contra el Gobierno por el saqueo del caserío de El
Cacao. No habla de liberalismo y conservatismo. Es la lucha de los campesinos
recluidos en las montañas que sufren la carga de los impuestos (incluyendo los
diezmos y primicias), la escasez de alimentos y los ultrajes de las autoridades
y de arrogantes oficiales militares"[iii].
Desde octubre de
1900 llevó la guerra a los terratenientes de Penonomé, cercando la ciudad y
postrándola de hambre, sumando al campesinado de toda la región y aislando al
gobierno conservador de la ciudad de Panamá del interior. Así se desarrolló la
guerra hasta que, en noviembre de 1902, los liberales y conservadores de Panamá
firmaron el Tratado del Wisconsin, por obligación impuesta por Estados Unidos
para finiquitar las negociaciones sobre el canal, sin resolver ninguna de las
demandas campesinas e indígenas.
Norteamericanos,
autoridades y civiles conservadores, y los mismos liberales moderados veían en
Victoriano un peligro que podía echar por tierra sus aspiraciones a un acuerdo
canalero. Por esa razón fue traicionado por los dirigentes liberales, detenido
desde noviembre de 1902, enjuiciado sumariamente cuando la negociación canalera
estaba en su apogeo y fusilado sin poder defenderse el 15 de mayo de 1903.
Victoriano
Lorenzo fue el equivalente panameño de Emiliano Zapata, aunque lo precede en el
tiempo, es decir, un general que salió de lo más profundo del
campesinado-indígena panameño para levantar su programa de lucha por la tierra
consecuentemente y con gran éxito militar. Llegó a controlar todo el interior
panameño y doblegó a la capital de los latifundistas en el Istmo: Penonomé.
Victoriano
Lorenzo no tiene nada que ver con la separación de Colombia, salvo el hecho de
que fue asesinado por los “próceres” del 3 de Noviembre, para que no les echara
a perder la traición que estaban urdiendo en ese momento. Victoriano era la única persona capaz de
hacer fracasar la entrega del Istmo a Estados Unidos, porque era el único con
prestigio suficiente para alzar a las masas populares. Él y el otro gran líder
liberal panameño, Belisario Porras, quien también se opuso a la separación de
Colombia y al Tratado de 1903.
Contrario a lo
que dice la historia oficial panameña, Victoriano no fue fusilado por “el
ejército colombiano”, como queriendo decir que la oligarquía panameña de 1903
no tuvo nada que ver. Falso. Victoriano fue fusilado por orden de la oligarquía
terrateniente coclesana y la alta dirigencia del Partido Conservador en Panamá
(cuyas cabezas eran Manuel Amador Guerrero, José A. Arango, y otros
“próceres”). Quien presidió el sumarísimo y manipulado juicio que lo condenó a
muerte en menos de 24 horas, fue el “prócer” Esteban Huertas.
Matando a
Victoriano creyeron matar las voces de nuestros campesinos e indígenas, pero no
ha sido así. Pese a las vicisitudes, la lucha continúa por la tierra, contra el
extractivismo, por salarios justos y precios justos para los productos del
campo. Porque, como dijo Victoriano: “¡La pelea es peleando!”.
[i]
Conte-Porras, Jorge. Meditaciones en torno a Victoriano Lorenzo. Impreandes,
S.A. Santa fe de Bogotá, octubre de 1997. Pág. 193.
[ii] Beluche,
Olmedo. El Cholo Guerrillero. Victoriano Lorenzo en la historia política
panameña. Editorial Portobelo. Panamá, 2010.
[iii] Vásquez
Vásquez, Claudio. Mis memorias sobre el General Victoriano Lorenzo: relatos de
viva voz del Tte. Col. Juan José Quirós Mendoza. 1900 - 1902. Segunda Edición.
Imprenta ARTICSA. Panamá, 2003. Pág. 49.
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