LA POBREZA Y LA RIQUEZA, UNA RELACIÓN DIFÍCIL DE MEDIR - JAM


Desde Uruguay
28/Enero/2013


La pobreza y la riqueza,  una relación difícil de medir
Jorge Aniceto Molinari

 “Es cierto, somos materialmente pobres…”
Por Silvio Rodríguez. (*)


Luego del desastre material causado por el Huracán Sandy, Silvio Rodríguez al agradecer las distintas expresiones de solidaridad recibidas, mantuvo un intenso intercambio de opiniones con amigos y colegas a través de su blog. Finalmente, “sintió necesidad de sintetizar esas reflexiones” y escribió el artículo que aquí se transcribe.

La verdad es que somos materialmente pobres. No tenemos grandes yacimientos, excepto de níquel, cuyo valor ha bajado en el mercado mundial en los últimos años. También parece que tenemos algo de petróleo, lo que se está explorando todavía. Estamos rodeados de agua salada pero tenemos poca dulce: no tenemos ríos caudalosos de los que pudiera extraerse fuerza para turbinas generadoras de electricidad.

Nuestro más valioso yacimiento es el humano, porque gran parte del pueblo está instruido, gracias a una política correcta que se instauró desde hace medio siglo. Eso y la tierra, aunque es difícil que un pueblo educado decida dedicarse a la agricultura. Los estudios relacionados con el campo trataron de estimularse, pero la mayoría quería ser médico, ingeniero, arquitecto, o sencillamente vivir en las ciudades.

Uno de los dramas anteriores a la Revolución era que las tierras pertenecían a grandes latifundios, generalmente de empresas foráneas; los que la trabajaban no eran propietarios sino peones. La Revolución hizo dos reformas agrarias y repartió tierras a quienes las querían trabajar, pero por una política agraria sin luz larga los hijos de los propietarios de tierras se fueron de los campos, y hoy resulta que hay que importar la mayoría de los alimentos que consumimos, a pesar de que podríamos producirlos.

No me ofende que alguien nos diga pobres, porque somos dignos. Fuimos capaces de lanzarnos a una concepción elevada del ser humano. Quizá pecamos de idealistas, pero teníamos dos mundos que comparar: el injusto que habíamos vivido y el solidario que soñábamos construir.

Los desganos actuales no son por falta de memoria: es que los que comienzan a decidir no tienen edad de recordar lo que fuimos. Y ¿qué convence a las nuevas generaciones de que respondan por las vidas de sus abuelos, más que por las propias? El mundo parece funcionar por reglas ancestrales, por lo básico que se suele entender: si trabajas, tienes; si tienes, te das el gusto de hacer lo que desees.

La actualidad parece estar violentando nuestro espíritu al volvernos realistas, lo que en cierto sentido podría parecer que nos empobrece, porque nos hace sacar más cuentas, no sólo de lo que tenemos y aspiramos sino de lo que estamos dispuestos a dar.

Muy al principio de la Revolución, Fidel dijo una vez: “Nos casaron con la mentira y nos obligaron a vivir con ella. Por eso nos parece que se hunde el mundo cuando escuchamos la verdad. Como si no valiera la pena que el mundo se hundiera, antes que vivir en la mentira.”

Aunque parezca contradictorio, lo cierto es que la forma de ser que teníamos, la más elevada, la más altruista, además de bien, también nos hizo daño: creó demasiada seguridad. Fabricamos un mundo en el que, incluso sin trabajar, algunos podían sobrevivir. Y lo cierto es que somos un país sin mejores recursos que nosotros mismos, los que lo habitamos.

Si pensamos que es justo que todos tengamos derechos, no debemos olvidar que también es muy justo que todos aportemos. Porque no se trata de que por haber nacido nos toquen todas las bondades, y nos las den, y después nos las sigan dando, como si la vida fuera un interminable biberón; se trata de que, porque nacimos y somos ayudados a sobrevivir, tengamos la oportunidad de ganarnos el bien que seamos capaces de realizar. Ese principio, el derecho a lo honradamente trabajado, debiera ser nuestra mayor riqueza.+ (PE/Arca Digital)

(*) Silvio Rodríguez, cantautor, guitarrista y poeta cubano. Nació el 29 de noviembre de 1946 en San Antonio de los Baños.

Nuestro comentario:

La nota nos llega precedida de un comentario que seguramente el autor no conoce y que pone de manifiesto las contradicciones en las que hoy nos desenvolvemos los que formamos parte de la gran humanidad.

“Silvio Rodríguez al agradecer las distintas expresiones de solidaridad recibidas, mantuvo un intenso intercambio de opiniones con amigos y colegas a través de su blog.”

Aquí en el Uruguay, vive cada vez más, mucha menos gente en el campo, donde hoy trabajan a través de una maquinaria de punta, técnicos de un excelente nivel. Que a su vez tienen en el campo condiciones de vida que antes no existían. El país aprovecha una coyuntura internacional favorable en los precios de los comodities, para que la inversión capitalista mueva lo que en Cuba por razones políticas aún no tiene interés en mover. El bloqueo tiene ese objetivo, son un mal ejemplo social para los capitalistas.-

La contrapartida es que socialmente avanza en todo el mundo una fractura que el gobierno uruguayo con políticas sociales trata de remediar, más aún cuando los aletazos de la gran crisis inexorablemente van a llegar a todos los rincones del planeta.

Silvio tiene la inmensa riqueza de que sus canciones, sus opiniones, sus ideas, sean hoy comunicadas instantáneamente como lo estamos haciendo nosotros con este comentario.

Es un avance prodigioso.

La culpa no es de la gente, en la que habemos de todo, de que sea haragana, o de que le guste el consumo como dice el Presidente Mujica. La culpa si existe es la de no haber encontrado entre todos, aún, las reformas que ayuden a este modo de producción que ha llegado a sus límites a morir en paz.-

Comentarios:
sipagola@adinet.com.uy


Publicación Barómetro  03-12-12
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