Desde Panamá
01-febrero-2014
Frente al
escándalo de los sobrecostos en la ampliación Comisión Investigadora
Independiente
CONTROL OBRERO DEL CANAL DE PANAMÁ
Movimiento Popular
Unificado
Más temprano que tarde, la
realidad nos ha dado la razón a los sectores que cuestionamos el proyecto de
ampliación durante el referendo de 2006. El escándalo internacional suscitado
por la amenaza formal de la empresa española Sacyr, en nombre del consorcio
Grupo Unidos por el Canal, de que suspenderá las obras de la ampliación antes
de fines de enero si no se le reconoce una factura de sobrecostos de 1.600
millones de dólares por encima de lo presupuestado, prueba que el proyecto de
ampliación era apresurado y no bien estudiado, porque el apuro era meterle el
diente a los recursos futuros del canal por parte de intereses locales y
foráneos.
Lo que advertimos desde 2006
En 2006, el Frente por el No,
compuesto por organizaciones populares como Frenadeso, Fuerza Política Alternativa y el Movimiento
Popular Unificado, nos opusimos al proyecto de ampliación presentado por la
directiva de la Autoridad del Canal de Panamá, señalando:
1. Que era un proyecto
sostenido sobre argumentos falsos, como que el canal estaba
"obsoleto";
2. Que el verdadero objetivo
de esta obra faraónica era apropiarse una parte notable de los ingresos a
futuro del canal por parte de empresas constructoras y financieras locales e
internacionales;
3. El proyecto mostraba
debilidades en sus proyecciones financieras y los costos terminarían siendo
superiores a los 5.200 millones proyectados;
4. Lo más importante, que se
desviaban recursos multimillonarios que deberían usarse para saldar la enorme
deuda social con el pueblo panameño, que sí luchó por la soberanía para que el
canal le permitiera vivir mejor: crear empleos, escuelas, hospitales, etc.
Incluso denunciamos que el
referendo NO significó un aval del pueblo panameño a la ampliación, pues se
abstuvo de votar más del 70% y, de los que votaron, el 40% lo hizo por el NO.
Por ende, incurrían en otra falsedad el gobierno y la directiva de la ACP al
sostener que había legitimidad para empezar la obra.
En 2009 denunciamos
"conflicto de interés"
En 2009, cuando la ACP
adjudicó la obra al consorcio "Grupo Unidos por el Canal", compuesto
por cuatro empresas (la española Sacyr, la italiana Impregilo, la belga Jan de
Nul y la panameña CUSA) señalábamos que: por un lado, Sacyr era una empresa que
ya estaba tocada por la crisis inmobiliaria española, incapacitada para asumir
la obra; pero además, que existía un conflicto de intereses, porque la empresa
panameña CUSA pertenece a la familia del entonces administrador Alberto Alemán
Zubieta.
Existen por ello suficientes
razones para dudar de la honestidad de las empresas que reclaman un sobrecosto
del 50% sobre el valor proyectado, como de la directiva de la ACP, y mucho
menos del gobierno de Ricardo Martinelli, que dicen "defender el interés
nacional".
¿Qué relación existe entre la
factura presentada ahora, no aprobada por la nueva directiva de la ACP, y el
hecho de que esto se produzca una vez retirado el administrador Alberto Alemán
Zubieta? ¿Por qué el contenido del contrato es secreto?¿Qué relación hay entre
ambos hechos y que Sacyr hubiera introducido en sus cuentas, desde 2012,
ingresos por sobrecostes de 600 millones como si ya hubiesen sido aprobados por
la ACP? ¿Qué relación existe entre estos hechos y el renovado interés de la
norteamericana Bechtel en el canal y en un puerto de contenedores aquí? ¿La
reciente visita del vicepresidente norteamericano Joseph Biden en qué sentido
se ocupó de estos temas?
Ninguna confianza en directiva
ACP y Martinelli, exigimos Comisión Independiente
Suficientes preguntas como
para preocupar a la ciudadanía panameña, en un mundo donde los sobrecostos son
la forma más "moderna" de robar legalmente a los Estados y a los
ciudadanos que pagamos impuestos, algo de lo que ya conocemos bastante en
Panamá y también en España.
En esta crisis que amenaza al
canal y su futuro, el gobierno y la directiva de la ACP pretenden que el pueblo
panameño deposite en ellos la confianza de que defenderán el interés de la
nación frente a las pretensiones de "los españoles" (sin mencionar a
los socios panameños de CUSA). Pero en esa película todos son malos a los
intereses panameños y bien pueden terminar negociándonos por un pedazo de la
tajada que, en últimas, saldrá del canal y de los beneficios que debería rendir
a los sectores más pobres de la sociedad.
Por esas razones, desde el MPU
llamamos al movimiento obrero y popular a no depositar ninguna confianza en la
directiva de la ACP, mucho menos en el gobierno, en cambio exigir la
participación de las organizaciones sindicales y populares en una COMISIÓN
INVESTIGADORA INDEPENDIENTE, que haga públicas las cláusulas del contrato, los
estados financieros y establezca si ha habido dolo o si las reclamaciones son
legítimas y proponga un curso a seguir el cual debe decidir el pueblo panameño.
Hay que reformar la ACP para
abrirla al control del pueblo y los trabajadores
Lo sucedido se debe a que el
Título Constitucional y la Ley Orgánica de la ACP convirtieron a esa entidad en
una "nueva zona del canal", fuera del control nacional y del pueblo
panameño. La directiva de ACP quedó en manos de agentes del poder económico
local e internacional. Debemos luchar por un CONTROL OBRERO DEL CANAL
(incluyendo los de sus trabajadores y del resto del país) lo cual requiere
derogar el Título Constitucional impuesto antidemocráticamente en 1994, para
que el canal deje de ser objeto de saqueo por una minoría y produzca el máximo
bienestar posible para el conjunto del pueblo panameño.
Panamá, 4 de enero de 2014.
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