Desde DF,
México
11/Enero/2015
Derecho Humano Al Vandalismo
Por
Artículo de Ricardo Alemán
Durante casi
medio siglo –y hasta hoy–, nadie ha podido explicar el galimatías que significa
el temor de los gobiernos municipales, estatales y el federal al uso legítimo
de la fuerza del Estado. Nadie sabe si es por miedo, culpa o porque nadie, sean
políticos o gobernantes, quieren pagar el costo político de hacer valer la ley.
Peor aún, en
los dos primeros años de los gobiernos de Enrique Peña Nieto y de Miguel
Mancera –y en no pocos gobiernos como Oaxaca, Guerrero y Michoacán, entre
otros–, ninguna autoridad ha podido explicar por qué razón no sanciona a grupos
vandálicos como la CNTE y sus franquicias como la CETEG y la APPO –entre
otras–, que desde el 1 de diciembre de 2013 han convertido a Oaxaca, Guerrero,
Michoacán y el DF, en tierra de nadie, donde no hay más ley que la del
vandalismo.
Más aún, es
ridículo que si los gobiernos de Peña y Mancera saben quiénes son los
anarquistas, dónde viven, como se llaman y quién los financia; no sean capaces
de detenerlos, sancionarlos y –con toda esa información–, poner fin al
vandalismo que destruye propiedad privada, lastima derechos de terceros,
denigra a las instituciones y confirma que en México existen castas de intocables.
Pero si no hay
un valiente capaz de explicar todas las expresiones anteriores de
ingobernabilidad, impunidad y complicidad, menos habrá un político, gobernante
o líder que explique por qué desde el 1 de diciembre –a la fecha–, no hay
Ministerio Público o juez capaz de sancionar de manera correcta a los
anarquistas que vandalizan, roban, saquean, secuestran, dañan propiedad pública
y privada y casi matan a policías.
¿Por qué nunca
los detiene la Policía? ¿Por qué cuando los detienen salen libres sin más? ¿Por
qué un sector social los convierte en la moderna versión de los “niños héroes
del vandalismo”? ¿Por qué diputados, políticos y dirigentes de las izquierdas
los solapan, defienden, dan leyes de excepción? ¿Por qué la autoridad del DF,
la federal y las estatales y las municipales suelen canjear delincuentes a
cambio de calmar a los vándalos?
Y si hasta
hace unas horas habíamos visto en vivo, en directo y en horario estelar de
televisión el vandalismo sin freno, la ingobernabilidad, complicidad e
impunidad que brindan todo tipo de autoridades a los violentos; y si habíamos
visto como matan policías, destruyen propiedad privada, saquen oficinas
públicas, secuestran vehículos, llevan a la ruina entidades federativas
completas como Oaxaca y Guerrero; lo cierto es que no lo habíamos visto todo.
¿Por qué?
Porque el
pasado 1 de diciembre vimos lo impensable; que en congruencia con todo lo
anterior, la nueva Comisión Nacional de Derechos Humanos, CNDH, inventó un
nuevo derecho ciudadano; el derecho humano al vandalismo. Y no, no es broma de
mal gusto y aún no llega el Día de los Inocentes. No, resulta que de golpe y
porrazo la nueva CNDH inventó otro galimatías –sin pies ni cabeza–, al
convertirse en juez y parte; en policía y defensora de delincuentes; en solapa
de delincuentes y luchadora contra policías a los que, casualmente, impidió
detener a los delincuentes. ¿Alguien entendió?
Y es que el
pasado 1 de diciembre, anarquistas vandalizaron a placer propiedad privada y
pública; saquearon y robaron, ante la indiferencia de policías y empleados de
la CNDH. Pero cuando la Policía intentó detener a los vándalos, entonces
trabajadores de la CNDH cercaron a los violentos, los custodiaron, defendieron,
dieron protección y, con ello, impidieron que la Policía los detuviera. ¿Por
qué? ¡Brillante respuesta! Porque impidieron que la Policía detuviera y
golpeara inocentes.
Lo que no dice
la CNDH es ¿cuál es el criterio y quien lo dicta, para decir si un marchista es
o no anarquista, sobre todo cuando se cambian de ropa? ¿Cuál es el criterio
para saber si un policía va a reprimir o va a detener? ¿Cuándo se emplea fuerza
extrema de un policía, si los uniformados sólo llevan escudos y a veces
toletes, mientras los vándalos llevan petardos con clavos, bombas, martillos,
bates, aerosol para quemar cuerpos? ¿Qué dice la CNDH a la estadística macabra
que muestra que en los enfrentamientos entre policías y anarquistas, siempre
los heridos y casi muertos son los policías?
No, podrán
decir misa, pero la nueva CNDH resultó peor que la anterior CNDH, porque su
nuevo protocolo es de policías que defienden delincuentes. ¿Y quién atiende los
derechos de los afectados por el vandalismo; trabajadores, comerciantes,
empleados, empresas, turistas, ciudadanos de a pie? Los derechos no humanos de
esos humanos le valen madre a la CNDH y a los gobiernos. Al tiempo.
Los contenidos de los análisis
publicados por Revista Lema, son
responsabilidad de los autores.
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