25/Abril/2014
Desde México, Gro.
LA POLÍTICA EN TIEMPOS DEL NARCO
Fernando
Pineda Ménez
Si
no lo sabíamos de cierto era relativamente fácil de imaginar que para existir,
desarrollarse y contaminar, el narco requiere de contactos, muchos contactos,
de todo tipo y a todos los niveles. Sin esas complicidades nada más no. Lo
grave es que los argumentos empleados suelen ser harto convincentes: dinero o
plomo, con el riesgo además, de llevarse a la familia misma en esas andanzas.
Por eso siguen vivos cientos de funcionarios que mejor se acomodan a los nuevos
tiempos.
Desde
luego, decirlo así, de tan fría manera no refleja para nada el drama que ello
conlleva. Jefes de policía, aduaneros, vigilantes de aeropuertos, integrantes
de los cuerpos de seguridad y mandos del Ejército hasta llegar a los generales
mismos. Y que no se hagan como que la virgen les habla porque si bien después
de un año presos los jueces determinaron que algunos de ellos, de los de hasta
arriba, quedaran libres dizque por falta de pruebas, lo cierto es que al menos
aquí en Guerrero conocimos a uno de ellos: Acosta Chaparro, un desalmado
asesino, hampón con grado de General, vicioso y arbitrario que si no era el
jefe de alguna de esas mafias, sí andaba
hasta las manitas.
Hoy
nos escandalizamos porque el narco cooptó al exgobernador de Michoacán, como
antes al de Quintana Roo, quien sigue en la cárcel o el ex de Tamaulipas,
Yarrington, prófugo de la justicia. ¿Se imaginan cuántos ríos de dinero
corrieron en Cuernavaca, en Sinaloa, Nuevo León, Veracruz, Sonora, por todas
partes, hasta llegar al grado brutal de contaminación en que hoy nos
encontramos. Un cáncer que avanza inexorablemente.
El
pobre hombre que se sacó la rifa del tigre siendo Presidente Municipal de
Cuetzala, un humilde municipio a orillas del
Balsas, no se la va a acabar porque a falta de culpables en serio, de
los que a diario ordenan crímenes y ejecuciones, por ejemplo en Acapulco y
nunca nadie sabe nada ni por supuesto jamás arrestan a nadie, me refiero a los
grandes tiburones, el de Cuetzala es un simple charalito. Imagínense si podía
resistir la visita de esos señores. No lo exculpo. Simplemente intento
explicarme la situación.
Tendremos
que acostumbrarnos a convivir con esas noticias. A medida en que salga la
podredumbre nuestra capacidad de asombro se pondrá prueba. Todavía no hemos
visto nada porque los imperios económicos forjados al trasiego de las drogas
son muchos e insospechados: bancos, casas de préstamo que hoy pululan,
consorcios industriales, cadenas comerciales. ¿De quién serán los apabullantes
edificios que se construyen como si nada por doquier? ¿Y pasaron por el rumbo
de Santa Fe, de Polanco? Fortunas que surgen de la noche a la mañana. Ni la
imaginación más fértil puede abarcar las posibilidades.
Ojalá
que nunca llegue la resignación. Por eso me gustó el grito de Peña Nieto:
cueste lo que cueste, prometiéndoles paz y tranquilidad, seguridad a los
michoacanos. Puede ser que ahí se quede, en la sola intención y no pase nada,
pero ese cueste lo que cueste debería ser la determinación en todo el
territorio nacional. Si por ejemplo, se van a invertir miles de millones en
Guerrero según nos anunció hace días el súper Secretario de Hacienda, ¿estarán
tomando en cuenta el rescate de nuestra juventud? ¿La generación de empleos?
Más
les vale porque al paso que vamos al intentar meter en la cárcel a los malos,
¿quedará alguien afuera para cerrar la puerta?
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