Desde Panamá
12/Diciembre/2014
¿Próceres O Conspiradores?
Por
Olmedo Beluche
(Del libro: "La verdadera historia de la
separación de 1903")
En Panamá la
conspiración separatista tuvo una matriz física ubicada en las oficinas de la
Compañía del Ferrocarril, que se encontraban en el gran edificio de la
terminal, donde hoy está el Museo Antropológico junto, a la Plaza 5 de Mayo.
Los conspiradores panameños tienen una relación directa con dicha empresa
norteamericana, cuyos hilos dirigía William N. Cromwell desde Nueva York.
Contrariamente
a lo que suele decirse en la historia oficial panameña, la matriz política del
movimiento separatista de 1903, proviene del Partido Conservador, no del
liberalismo. Una nota del embajador norteamericano en Bogotá, citada por Duval,
informa que los mayores opositores al Tratado Herrán – Hay provenían de las
filas liberales. Esto es literalmente así, tanto en Colombia como en Panamá. El
proyecto separatista jamás estuvo en el programa liberal durante la Guerra de los
Mil Días, como insinúan a algunos. Los liberales que finalmente colaboran con
la separación ocupan un lugar secundario y de última hora.
De acuerdo a
todas las versiones, José A. Arango, abogado de la Compañía del Ferrocarril,
junto con el Capitán Beers, son los gestores de la idea o los agentes
encargados de ejecutar una idea planificada desde Estados Unidos. Como el mismo
ha dicho en sus “Datos para la Historia”, los primeros a quienes consultó,
fueron sus influyentes hijos (Ricardo Manuel, Belisario y José Agustín) y
yernos (Lewis, Raúl Orillac y Ernesto Lefevre). Como él mismo señala, para no
abrumar a la Junta Separatista con miembros de una sola familia, acordaron
conformarla, al principio con: Carlos C. Arosemena, Manuel Amador G. y J. A.
Arango.
El otro gran
actor es Manuel Amador Guerrero, médico de la Compañía del Ferrocarril,
político conservador, nacido en las cercanías de Cartagena, y casado con una
enérgica y bella joven panameña, María Ossa de Amador, cuyo hermano, Francisco
de la Ossa, era alcalde de la ciudad de Panamá.
José Gabriel
Duque, cubano de nacimiento y de nacionalidad norteamericana, dueño de la
editora Star & Herald, que publicaba el periódico La Estrella, es otro
protagonista indiscutible. No sólo porque desde su diario dirigió una intensa
campaña en favor del Tratado Herrán – Hay, sino porque tenía en Washington
relaciones directas con el Secretario de Estado John Hay, y viajaría, casual o
planificadamente, en el mismo buque que Amador cuando el movimiento estaba en
su momento crucial.
También están
los empresarios y terratenientes conservadores Ricardo Arias y Tomás Arias,
quienes eran hermanos, y fueron fundadores de una dinastía de presidentes de la
República, que hasta hoy perdura. Además de una pléyade de comerciantes y
gerentes de empresas muchas de las cuales relacionadas con Estados Unidos,
como: Nicanor de Obarrio, Federico Boyd y Manuel E. Batista.
Por otro lado
están los jefes de la tropa, los generales Esteban Huertas y Varón, ambos de
origen colombiano, y ambos claramente sobornados para apoyar el movimiento.
Según reconoce en su autobiografía Huertas, se le ofrecieron 25,000 dólares,
que él dice haber rechazado. Pero luego de la separación, según Lemaitre,
recibió hasta 50,000 dólares para enviarlo a “estudiar tácticas militares” en
Europa, lo que le permitió adquirir una bonita finca en la que pasó sus últimos
años, después de una vida como pobre soldado de cuartel.
Arango
menciona a Pastor Jiménez y Carlos Zachrisson como “íntimos amigos del General
Esteban Huertas”, que por intermedio de Amador, “prestaron muy oportunos y
valiosos servicios”, mediando para convencer a Huertas, agreguemos nosotros.
Por los
liberales, cabe destacar las personalidades de: Pablo Arosemena, abogado, al
cual el sociólogo A. I. Quintero lo relaciona comercialmente con J. G. Duque.
Eusebio A. Morales, nacido en Sincelejo, redactor del Manifiesto de la
Independencia, ya se ha dicho que pertenecía a los liberales más moderados,
garantes del Pacto del Wisconsin, y que J. A. Arango relaciona estrechamente
con Federico Boyd. Carlos A. Mendoza, abogado también, aparece entre los
primeros liberales sumados al movimiento por el mismo Arango.
Los hermanos
Pedro y Domingo Díaz, líderes del arrabal, eran parte del sector de Mendoza. Es
importante tener en cuenta que el histórico líder del liberalismo popular,
Buenaventura Correoso, no aparece desempeñando ningún papel en los
acontecimientos.
Pero todos
ellos, los liberales, aparecen en el primer plano de los acontecimientos cuando
la conspiración estaba avanzada, y no son informados del plan hasta casi el
final. La labor de los liberales consistió en concitar el apoyo del arrabal.
Mencionemos al
banquero judío Joshua Lindo, residente en Nueva York al momento de la
conspiración, pero con fuertes intereses en Panamá, y una relación estrecha
tanto con Cromwell como con Bunau Varilla (recuérdese que, en Francia, Varilla
jugó un destacado papel en la lucha contra el antisemitismo del famoso “Caso
Dreyfus”). De las arcas de Lindo provino, en calidad de préstamos parte del
dinero usado durante el movimiento separatista para sobornar a las tropas, y a
algunos más.
Tal y como
había anunciado el artículo publicado en junio de Farham, el movimiento
separatista se desencadena a partir de mediados de agosto, cuando el Congreso
colombiano enterró el Tratado. El Capitán Beers viajó a Nueva York a mediados
de julio para entrevistarse con Cromwell, y decidir el curso de la acción.
Ovidio Díaz, en el capítulo 4 de su libro, titulado “Panamian Cohorts”, resume
los hechos concretamente.
Beers arriba a
Panamá, aproximadamente el 4 de agosto, pero no olvidemos que el 28 de julio se
había realizado en la finca de los Arias, la famosa reunión de los
conspiradores panameños con el cónsul norteamericano y un grupo de oficiales
gringos. Beers trajo la confirmación del apoyo norteamericano al movimiento
secesionista. Arango le organizó una cena de bienvenida a la que asistieron
media docena de personas, y el norteamericano Herbert Prescott, asistente del
superintendente de la Compañía del Ferrocarril.
Allí se
decidió el viaje de dos de los conspiradores a Estados Unidos para ultimar los
detalles. Sin embargo, al final viajaría solo Manuel Amador Guerrero, ya que la
estadía de su hijo en Estados Unidos permitía cubrir el viaje con una excusa
personal, evitando que se filtrara antes de tiempo el plan separatista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario