25/Abril/2014
Desde Brasil
Los 50 años de la dictadura y la
herencia maldita para los brasileros - 1
Bruno Lima Rocha
Escribir un artículo como este es siempre un ejercicio para evitar la
redundancia, oscilando entre el apasionado panfleto (no podría ser de otra
manera) y el disgusto con los rumbos del actual pensamiento hegemónico de las
izquierdas brasileñas. Al cumplir medio siglo del golpe militar del 1º de abril
de 1964 (la dictadura en Brasil duró hasta 1985), mucho (o casi todo) ya fue
reflejado al respecto. La propuesta aquí es una lectura (o más bien una
relectura), donde modestamente hago un aporte para la comprensión de los
efectos en el pensamiento igualitario brasileño, después de la conciliación
simbólica del mayor partido de "izquierda" de América Latina (el PT)
junto a los arenistas, supervivientes políticos oligarcas, que no sólo apoyaron
la dictadura, sino que formaron parte activa de ella. Para los lectores que no
son brasileños, la Alianza Renovadora Nacional (ARENA) era el partido oficial
de apoyo la dictadura. Sabiamente los militares brasileños instituyeron el
bipartidismo tutelado, donde la oposición tolerada era el Movimiento
Democrático Brasileño (MDB, después transformado en PMDB en la reorganización partidaria de 1979, aún durante el último gobierno de general
presidente).
Este analista ya ha escrito mucho al respeto y casi que faltan condiciones
para escribir aún más. Así, para no estar repitiéndonos en sucesos y momentos
de la historia reciente y anterior de Brasil, comienzo enumerando algunos
tópicos en la forma de posibilidades:
Un efecto nefasto que resulta del desaguar de la ira en las protestas
ocurridas en Brasil en junio de 2013 fue la no-reivindicación de los mártires
de la guerrilla brasileña contra la dictadura y por el socialismo. En todos los
países de América Latina los muertos y desaparecidos políticos son una bandera
permanente, siendo un factor unitario y de agregación del pensamiento
igualitario.
Parte de este abandono resulta de la falsa dicotomía entre lucha popular y
masiva y enfrentamiento con la dictadura. El divisor de aguas para el
lanzamiento de las agrupaciones guerrilleras en Brasil entra como una respuesta
a la falta de resistencia del gobierno João Goulart (João Goulart, conocido por
el apodo de Jango, era vicepresidente de Jânio Cuadros, y en 25 de agosto de
1961, cuando este renuncia, Jango estaba en viaje oficial a China) y el
"remolquismo" del Partido Comunista Brasileño (*PCB, línea oficial de
Moscu) en esa época -auge de la Guerra Fría y rotura Chino-Soviética- que era
hegemónico en Brasil. Al no *esquematizar una resistencia y parecer más potente
de lo que realmente era, el antiguo Partido hizo el feo servicio de
desmoralizar a sus bases -al no resistirse
y ni siquiera tener un esquema de salida anti golpe - y quedar al
remolque de un gobierno *titubeante, que tampoco sabía - ni se preparó -para
resistir la reacción de la derecha político-mediática-militar. La guerrilla
(las guerrillas) llegó tarde y aislada, no tuvo tiempo de desarrollarse. Si la
resistencia al golpe hubiera resultado en insurgencia habríamos tenido un
conflicto prolongado y con oportunidades de victoria del pueblo. No fue lo que
ocurrió.
De ahí se comprende la autocrítica lacrimógena de ex-guerrilleros y la
opción por vías equivocadas como la Apertura Amplia, General y Irrestricta (en
1979, la dictadura promueve la Amnistía para presos políticos y exiliados, y a
la vez, perdona los autores de crímenes hediondos, como tortura, desaparición
forzada y violación). También de ahí es comprensible la vocación electoral y el pánico de quebrar
las reglas del juego, rebasando los niveles "tolerables" de
confrontación. Hubo una sobrevida de las agrupaciones guerrilleras durante el
Acta Institucional número 5 (AY-5, El Acto más duro de la dictadura, en 13 de
diciembre de 1968, el régimen de los cuarteles suspende los derechos políticos,
formaliza la guerra interna, instaura la pena de muerte a través de
Interrogatorios Policiales Militares y suspende el habeas corpus para presos
políticos por 10 días después del momento de la captura) y el compromiso de estos sobrevivientes como un
apoyo y soporte del movimiento popular que emerge a finales del gobierno Geisel
(Ernesto Geisel, general-presidente de 15 de marzo de 1974 al 15 de marzo de 1978)
y tendríamos otra lectura del país. Definitivamente hay poca o ninguna
oportunidad de profundizar ideas de cambio social profundo sin reivindicar los
que cayeron en esta misma senda. Este abandono es la antesala de la traición a
la causa, lo que vino a ocurrir a medida que la vía electoral se apuntaba cómo
prioritaria.
El hecho de que el PT nazca en una mezcla de apertura democrática y
ascenso del movimiento popular le confiere legitimidad (a finales de los años
'70 estallan las luchas populares y sindicales que forman el "caldo de
cultivo" y las bases sociales del entonces nuevo partido de izquierda,
fundado en 1980), que viene a ser reforzada cuando esta confluencia de
corrientes también hace la crítica al Este Europeo y a los partidos satélites
soviéticos. Este factor de legitimación no condice con la línea cada vez más
conciliadora y que poco a poco, en vez de transformar el aparato del Estado, es
modificada por la convivencia con las otras fuerzas políticas que en la Unión
(sinónimo del gobierno federal de Brasil) pululaban allí dese hacía décadas.
Aún en esta legitimación, el estalinismo tan criticado (el PT fue creado
como un partido antiestalinista) fue revivido en las prácticas internas, donde
lo peor del estilo pragmático de Lenin se sumó a una lectura superficial de la
hegemonía gramsciana y resultó en el ejercicio del poder céntral para mejorar
las condiciones de vida de la población, abandonando cualquier idea de cambio
social profundo y mimetizandose con el estilo de vida de los adversarios y
enemigos anteriores. Es como una disculpa histórica: mejoramos la vida de
millones, por lo tanto podemos hacer lo que consideremos necesario para eso.
"¡Un paso al frente y dos para atras!", se hace el lema de hecho del
pragmatismo que transforma ex-militantes y dirigentes históricos en una
caricatura grotesca de sí mismos.
No se puede ser injusto y afirmar que sólo el PT sufrió este mimetismo. El
partido de Lula y José Dirceu siguió los pasos del grupo de los anteriores,
tanto el "trabalhismo" (PDT, partido del líder político *Leonel de
Moura Brizola, ya fallecido) como el estalinismo revivido (PC de la B, heredero
del partido de Moscu, fundado en 1962, en ese entonces de línea china, después
alineado con Albania, pero siempre optando por las alianzas nacional-progresistas
y no necesariamente clasistas), como las oposiciones más "legalistas"
(MDB y PSB) siguieron este mismo camino trágica. Recuérdese que la Constitución
Federal de 1988, hoy bastión restante de la democracia representativa, tuvo su
firma rechazada por el partido de José *Dirceu (José *Dirceu de Olivo y Silva,
ex-guerrillero, líder estudiantil y uno de los fundadores del PT. Fue
ministro-jefe de la Casa Civil en el primer gobierno Lula y hoy está prendido
por corrupción en este periodo) por considerarla muy marcada por el Centrón
(Centrón era el bloque de la derecha en la Asamblea Constituyente brasileña de
1987 y 1988). Hoy este grupo de conservadores y dinosaurios también atiende por
el apodo de Blocazo (grupo formado por la mayor parte de los partidos aliados
del gobierno de centro-izquierda comandado por el PT) y es la base de un
gobierno presidido por una ex-combatiente de estas mismas prácticas.
La década perdida del '80, cuyo ápice político fue la derrota de Lula
frente a Collor (Lula pierde la elección presidencial de 1989 ante Fernando
Collor de Mello, siendo éste gobernador de uno de los estados más pobres del
país y típico oligarca con relaciones con la dictadura, Collor terminó
sufriendo un proceso de "impeachment" por corrupción habiendo
renunciado el 29 de diciembre de 1992) con toda una operación mediática
conjunta apouyándolo, que apuntaló su triunfo. En la época, Luiz Inácio
disputaba con Brizola (Brizola compitió con Lula en la disputa por la segunda
vacante al segundo turno de 1989), siendo que el ex-caudillo ya era visto como
de estilo fuera de lugar y profundamente conciliador con oligarcas y amplios
sectores de la derecha. Una década y media después y Lula, ya en el gobierno,
hizo movimientos iguales o peores. En 1989, Fernando Collor de Mello era
clasificado como hijote de la dictadura (lo que es un hecho incontestable); en
el inicio del siglo XXI, pasa a ocupar la volátil base de gobierno, así como su
perro de guardia, Roberto Jefferson (Roberto Jefferson Monteiro Francisco,
abogado criminalista y político derechista que formó parte de la base de apoyo
del primer gobierno Lula hasta romper con José Dirceu y comenzar a denunciar el
escándalo de la compraventa de votos a través de una cuantía regular mensual).
Todo culmina con el endoso del concepto de "presidencialismo de
coalición" y la llamada de los arenistas a gobernar en conjunto. Escribí
páginas sin fin sobre el tema, pero no me canso de retomarlo. Para quien viene
del final del siglo pasado e inició su vida política en la década de '80, el
paradigma en São Paulo -y eso reflejaba todo el país- era la dicotomía entre el
hombre de la dictadura, Paulo Salim Maluf (diputado federal por una de los
subtítulos herederas de la dictadura, ex-gobernador indicado por los militares
para el estado de São Paulo y hombre buscado por la Interpol por crimen y
fraude financiero; obtuvo más de 500 mil
votos en las elecciones de 2010), y el líder auténtico (aunque no
radicalizado), Luiz Inácio de Silva. Cuando el PP (antes con otros partidos) va
para el gobierno de Lula y después de este intercambia el ministerio de las
Ciudades en el auge de la crisis del Mensalão (escándalo de compraventa de
votos), sustituyendo al impoluto ex-gobernador de Río Grande Olívio Dutra
(reformista, ex-gobernador del estado más al Sur de Brasil y hombre tenido cómo
incorruptible) por Márcio Fuertes -tecnócrata con carrera en la dictadura-
ratifica el absurdo de tener una disputa dentro del gobierno entre José Dirceu
y Roberto Jefferson.
Si en São Paulo el malufismo traducía lo peor de la dictadura en el nivel
estadal, lo mismo se repetía en escala cuando el ex-presidente de ARENA, José
Ribamar (vulgo Sarney, José Ribamar Sarney, el político más poderoso de Brasil,
fue vicepresidente en la elección indirecta de 1985 y asumió cuando *Tancredo
Nieves fue ingresado antes de tomar
posesión, oligarca del estado del Maranhão y senador por Roraima, Estado amazónico, fue presidente del partido de la
dictadura), termina siendo vice de Tancredo Nieves y toma posesión sin que el
titular llegue a asumir. El PT se hizo la expresión política de las luchas
populares durante este gobierno pifio, donde el PMDB ganó casi todos los
gobiernos estadales del país (en las elecciones de 1986) y ejerció el Poder
Ejecutivo de brazos dados con los ex-adversarios políticos de ARENA (entonces
fracturado en el PFL, el Partido del Frente Liberal es una fractura del PDS,
subtítulo que hereda la bandera de la ARENA, en el apoyo a la dictadura; en el
colegio electoral de 1985, hubo una alianza entre el PMDB y los ex apoyos de la
dictadura, organizados en el PFL) y recostado en el regazo de los militares.
Gobernar con el apoyo de Sarney y su pandilla fue tan absurdo para el PT
nacional como en São Paulo, aliarse con Paulo Maluf y otros sicarios de la
dictadura.
No espanta así la tímida (avergonzada) política de reconocimiento de los
derechos humanos, del flagelo de la dictadura y los crímenes de lesa humanidad
cometidos durante este nefasto régimen. El Brasil da menos castigos que Chile,
estando el país del cobre aún bajo Constitución heredada de Pinochet. La
(ex)izquierda brasileña -el ala hegemónica- tira la toalla, enfila al centro de
la política y se hace una versión tropical de la social-democracia europea.
Ahora, los socialdemócratas son el brazo derecho del eurocomunismo de
post-Guerra, cuando los satélites del Kremlin eran el soporte de la democracia
representativa en Europa. En América Latina estos satélites son los mayores
adversarios de la lucha directa y el PT se ha levantado como el reformismo
radical en oposición a este control centralizado. El ejercicio del poder en el
Estado burgués resulta en el rumbo hacia la derecha, inequívoco y sin retorno.
La reivindicación de los años de plomo, cuando ocurre, es por puro oportunismo,
sirviendo sólo para legitimar la imagen del siniestro José Dirceu y compañía,
José Genoino (José Genoino Guimarães Neto, ex-líder estudiantil, ex-guerrillero
y presidente nacional del PT en el momento del primer gobierno Lula; también se encuentra prendido por corrupción
activo en el acto de la compraventa de votos de los parlamentarios brasileños)
a su lado, enterrando en el barro la memoria de los que cayeron combatiendo el
régimen cuyo brazo político hoy es aliado de su gobierno.
Desde ahí hallamos a una ex-guerrillera en el poder y esto no viene a
implicar ninguna diferencia cualitativa en relación a la memoria de la
dictadura y la lucha por los derechos humanos. Infelizmente, los muertos y
caídos fueron re-enterrados cuando de la Amnistía y después en la aceptación de
alianzas con los ex-enemigos políticos.
Esta larga reflexión en tópicos nos apunta algunos caminos. Uno de ellos,
pasa por el repudio al gobierno de coalición y a la alianza con cualquier tipo
de partido a la derecha. Definitivamente el PT es hoy un partido fundamental
para la gobernabilidad y la centralización en Brasil. Tiene políticas sociales
distributivas, pero es sólo eso. Pifia en todos los aspectos de una política de
izquierda y cada vez tiene menos democracia interna (su diferencia inicial en
relación a los partidos anteriores), funcionando en torno a caciques y al líder
carismático.
Otro camino pasa por entender que necesitamos de un proyecto universal,
donde la herencia del colonialismo sea *repudiada junto a la estructura de seguridad
pública (heredera directa de la dictadura) y es necesario reinventar todo el
discurso. Una plataforma popular puede tener como pilar al menos reivindicar a
los caídos, en especial los menos reivindicados, tales como el guerrillero
Osvaldo Orlando de la Costa (Osvaldão del Araguaia, guerrillero que murió en
combate en 04 de febrero de 1974, cuando la guerrilla era organizada por
el PC de la B sumada con el ingreso de
los miembros de Acción Popular, organización política de la izquierda católica)
y el obrero Santo Días de Silva (líder sindical y popular en São Paulo en la
segunda mitad de los años '70, asesinado en
30 de octubre de 1979 en el auge de una huelga metalúrgica, es
homenajeado en la película Ellos no usan Black tie, clásico del cine antes del
teatro realista brasileño). Aunque con orientaciones políticas equivocadas,
estos militantes simbolizan lo mejor del país, popular, universal y
*afro-centrado, tal como una sociedad de quilombo. El ingeniero baiano y
capoeirista Carlos Marighella (ex-líder del PCB, rompe con el partido de Moscu,
se alinea con la OLAS y es fundador de la Acción Libertadora Nacional, ALN,
cayó en combate en 04 de noviembre de 1969, en São Paulo), sigue el mismo
camino, donde la militancia se encuentra con la cultura popular de matriz
africana, haciendo el sincretismo entre teoría y praxis política, aunque
tardío. Estos mártires sobrepasan sus partidos y a sus antiguos compañeros hoy
en posición dudosa.
El tercer paso, finalmente, sería un proyecto político donde abiertamente
se discuta la democracia directa y participativa en consonancia con un modo de
producción igualitario y distributivo sobre una base de recursos de poder y
circulación equilibrada. Nuevamente el pueblo brasileño suministra la salida,
con la obra magistral de Milton Almeida de Santos (03/05/1926-24/06/2001
-nuestro geógrafo por excelencia- y su observación sobre la economía política
del territorio, cuando vemos la distribución espacial desigual y la urgente
necesidad de hacer lo inverso.
Tal vez la persecución del PT contra la izquierda restante apunte al
camino de que la vía electoral ciega e impide la realización. El camino también
pasa por la comprensión que por encima de la ley está el derecho y los derechos
colectivos sólo vienen con lucha popular y no con medidas del Ejecutivo. La
mejoría de las condiciones materiales de vida sin una reivindicación directa
crea reservas electorales y la desmovilización. Después de diez años de aguas
paradas parece que el aniversario del Golpe de 1º de abril opera como
despertador histórico. Quién se alía con los asesinos del pueblo brasileño es
cómplice de estas muertes. El mismo aparato represivo que combatió la guerrilla
estructura las Policías Militares (PMS, son la policía ostensiva de Brasil y
están bajo el mando de los 27 gobiernos estatales, contando el del Distrito
Federal) del país y promueve el genocidio continuo contra la mayoría negra y la
descendencia indígena. Si cada carro patrulla (camburão) tiene un poco de navío
negrero, la máquina de tortura de la dictadura fue creada también de las
comisarías y reparticiones policiales, reclutando sus peores elementos para
combatir la militancia. Contra eso no hay tolerancia. Memoria, Verdad y
Justicia es traer a los guerrilleros Osvaldão, Virgílio Gomes de Silva, Zequinha,
Iara, Santo Días, Carlos Mariguella, Eleniras y centenares de otros y otras
caídas y mártires de la calle. Todos los países de América Latina combatieron
el neoliberalismo de las décadas de '80 y '90 del siglo XX con la bandera de
los muertos y desaparecidos políticos como estandarte unitario de las
izquierdas. Es la hora de Brasil de reinventar su militancia, esta vez no
eurocentrica y de base popular y libertaria. Simultáneamente, es urgente romper
con lo peor de la conciliación de clase, con los acuerdos de la Apertura de
Geisel y Golbery (Golbery de Couto y Silva, general del Ejército y tenido como
el mayor cerebro de la dictadura, estratega, geopolítico y responsable por la
organización del aparato seguridad e informaciones del régimen milite) y del
gobierno de coalición con Maluf, Sarney y compañía.
Que las protestas de junio de 2013 y la lucha por la memoria de los caídos
en la dictadura en marzo de 2014 sean el periodo para madurar esta conciencia en gestación. Aún queda
tiempo, más allá de las urnas y con la democracia de base como substrato de la
lucha directa, siempre habrá tiempo.
blimarocha@gmail.com
www.estrategiaeanalise.com.br
*Bruno Lima Rocha es docente de relaciones internacionales, ciencia
política y también de periodismo.
Publicación Barómetro
10-04-14
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