Desde
Argentina
20/Septiembre/2014
AL
KIRCHNERISMO LE GUSTA EL MAR, PERO SE QUEJA DE QUE EL AGUA MOJA…
Gustavo Robles
El
kirchnerismo no sabe muy bien para dónde correr después de la decisión de la
Corte Suprema de EEUU respecto de los fondos buitre. No es que esperara algo
diferente, como confesó la misma CFK, sino que pretendía que el fallo tuviera
lugar el año que viene, cuando ya tuviese que entregar el gobierno a otro
partido o corriente dentro del suyo (el socialismo, por ejemplo), para que
ellos se arreglaran.
Pero
no, la bomba que estuvieron armando durante 11 años les explotó en sus manos.
Es
tan complicada la cosa, que estos soberbios que nunca escucharon a nadie que no
pensara como ellos, convocaron a una reunión secreta a los jefes de la
oposición en el Congreso para informarles cómo está la situación.
Estos
tipos que nos dijeron durante una década que "nos habíamos sacado de
encima el problema de la Deuda", hoy le estaban pidiendo la escupidera al
juez que expuso como nadie su imbecilidad política, y a los buitres a los que
les dejaron la pelota picando en el área chica y con el arco vacío, figura que
viene al pelo en estos tiempos en los que todo bicho que camina está
"mundializado".
El
impresentable Kicilof, ministro de economía de un país barbarizado, un lumpen
político que cree saber lo que hace y cómo funciona el mundo pero no pega pie
con bola en los hechos, en su alocución del martes 17 no pudo menos que
reconocer que si cumplen el fallo, el país entrará en “default”… y si no lo
cumplen, también. Por supuesto, deslindó al oficialismo de toda responsabilidad
en el asunto, pero como en casi todo lo que hace el kirchnerismo, eso no tiene
nada que ver con la realidad.
¿Por
qué?
Pues
porque fue el kirchnerismo, en principio, el que legitimó una deuda viciada de
todo tipo de ilegitimidades. Ya nos hemos explayado varias veces sobre su
naturaleza odiosa, ilegal y fraudulenta, con un fallo de la Justicia argentina
de por medio (Ballesteros, año 2000).
Pudo
y debió haber asumido la postura soberana y justa de NO pagar, pero hizo
exactamente lo contrario.
Fue
el kirchnerismo el que lanzó un Canje de Deuda que terminó legalizando la
posición de los acreedores.
Fue
el kirchnerismo el que estableció la cláusula que le permitió a los acreedores
cobrar los pagos del Estado argentino en EEUU.
Fue
el kirchnerismo el que fijó la cláusula que les permitió a los acreedores
dirimir los conflictos potenciales con el Estado argentino en los Tribunales de
EEUU.
Fue
el kirchnerismo el que instituyó la cláusula que le abre la posibilidad a los
que adhirieron al Canje, de exigir el mismo trato que a los que no lo hicieron,
si a estos les pagan un porcentaje superior que el que ellos aceptaron cobrar
(RUFO).
Fue
el kirchnerismo el que no quiso sacar los pies del plato de la globalización,
ofreciéndonos al sacrificio con malicia por parte de sus cuadros dirigentes,
basados en un discurso hacia las masas de una ingenuidad propia de quienes no
entienden cómo funciona el mundo: querer hacer creer que podían condicionar a
los dueños del planeta, a los que inventaron y manejan el sistema capitalista,
con sus propias reglas y en su mismo terreno, demuestra el infantilismo que ha
impregnado el oficialismo en grandes sectores de la sociedad.
¿Qué
esperaban las huestes kirchneristas? ¿que el capitalismo deje de ser lo que es
en esencia? ¿que los imperialistas dejen de lado su voracidad por apropiarse de
todo lo que esté a su alcance? ¿que no ejerzan el “derecho” que han implantado
en casi todas las sociedades del mundo (“su” derecho), reclamando por las
propiedades que consideran suyas?
Pretender
eso es lo mismo que exigir que el agua no moje.
La
realidad es muy distinta de lo que elucubran sus mentes corrompibles y declaman
sus discursos infantiles. No se puede caminar en un nido de víboras
conscientemente y quejarse si muerden e inyectan su veneno. ESO es el
Capitalismo, sobre todo en su faz financiera. Si se quiere vivir en SU mundo,
no queda otra que someterse a SUS reglas. Es por eso que se llega al desenlace
que hoy a todos alarma y angustia: no podía ser de otra manera.
Es
la postura histérica del kirchnerismo la que llevó al país a esta encrucijada,
que, después de la guerra de Malvinas, es el proceso más grave que tiene que
afrontar en su relación con el mundo. Aquellos que nos acusaban de “delirantes”
a los que decíamos que no había que
pagar la Deuda, porque íbamos a quedar “aislados del mundo”, porque “nos iban a
embargar nuestro patrimonio”, porque “nos iban a confiscar las cuentas, las
cosechas y los aviones”, 11 años después, nos dejan ante ese mismo escenario,
pero vaciados de nuestras riquezas estratégicas y con 200mil millones de
dólares menos, más 220mil millones de dólares de deuda más. Claro, a esos
220mil millones ahora hay que sumarles los 15mil millones que hay que pagarles
a los holdouts, más todo lo que se sume por los juicios que vendrán de los que
entraron en el Canje y quieran cobrar el 100% de lo que se les pagó con quita.
El
panorama del escenario que deja el kirchnerismo es de tierra arrasada.
El
futuro debe obligar a nuestro pueblo a decidir entre ser eternamente explotado
por el imperialismo si quiere pertenecer al
“mundo de ellos”, lo que va a exigir sacrificios aún mayores a los que
hasta ahora ha sufrido; o a romper con ese mundo para encarar la construcción de
una sociedad distinta en un mundo distinto.
“Pertenecer”
al mundo globalizado por el imperialismo nos ha llevado hasta ahora a ser una
sociedad donde sólo unos pocos, un 5%, tiene acceso a las delicias que ese
mundo ofrece. Para la gran mayoría, significa privaciones y millones de seres
humanos viviendo en la pobreza y la indigencia.
Es
justamente por esos millones de explotados y marginados, la abrumadora mayoría
de la sociedad, que es imprescindible cambiar. Podemos hacerlo. Este país tiene
todas las condiciones para ser exitoso al margen de la globalización
explotadora; tiene un suelo privilegiado: produce alimentos para 400 millones
de seres humanos y aún encierra en su seno la riqueza hidrocarburífera y
mineral como para ser autosuficiente. Nos sobra territorio para la cantidad de
habitantes que somos. Sólo hay que cambiar la forma de organizar la estructura
social, pero claro, para ello hace falta la voluntad, la inteligencia y el
coraje. Podemos romper los lazos que nos encadenan a los que históricamente nos
han saqueado, y apoyarnos en nuestros hermanos de Latinoamérica y otros pueblos
del mundo que se paren dignamente contra el imperialismo.
La
encrucijada nos va dejando ante opciones absolutamente contradictorias. Las
penurias que se avecinan para los millones de explotados y marginados, por
“pertenecer” al mundo al que el kirchnerismo y el resto de la derecha adhieren,
serán difíciles de soportar y sus consecuencias, más oprobiosas de lo que hasta
ahora hemos conocido.
Tal
vez más por espanto que por convicción, nuestro pueblo tendrá que ir tomando el
camino que debió haber tomado hace mucho, ese que soñaron los 30.000 que fueron
desaparecidos, justamente, por luchar por un mundo donde no existan la
explotación, ni la miseria… ni los buitres.
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