Desde
Chile
20/Septiembre/2014
El secuestro del Agua en Chile
Por Aldo Torres Baeza
De
agua venimos, y de agua somos. Agua en el cerebro, vertiginoso océano que forja
las rutas para los barquitos del pensamiento y la imaginación. La vida emergió
de los océanos y del útero los cuerpos que la animan. Agua en las lágrimas y
agua en las células; cuerpos químicamente hermanos del mar. Somos agua que
piensa, agua que ríe, y agua que transita por el mundo. “La vida es agua
organizada”, decía Jacques Costeau. No nos bañamos dos veces en el mismo rio,
dijo Heráclito, comparando el fluir de la vida con el fluir del agua. Todo
fluye, sobre todo el agua. El filosofo Jordi Pigem, escribe: “El agua que hoy
se evapora cae como lluvia en otro lugar en unos diez días, en un ciclo que
cada tres milenios hace circular por la atmósfera un volumen de agua
equivalente al de todos los océanos. El agua circula y tiende a lo circular: la
gota quiere ser esférica, el estanque responde a la piedra con ondas
concéntricas, los remolinos fluyen en espiral, los meandros, calas, bahías y
golfos labran curvas y semicírculos”. El agua nos concede la vida y nos une.
Sería imposible concebir la cultura china sin el Río Amarillo y el Yangtsé, o
imaginar a la cultura índica sin el Indo y el Ganges, Mesopotamia sin los ríos
que la abrazaban, Egipto sin el Nilo o Grecia sin el Egeo. Sin agua nada nace,
solo habría tierra seca, el desierto de Nietzsche colapsaría las puertas, los
cielos no regalarían arcoíris y las plantas sus frutos.
Sin
embargo, el agua también ha sido secuestrada por cuatreros que la secan, tipos
que sólo les interesa el agua en la liquidez del capital y en el sello de agua
de los billetes. Las guerras por el agua ya están ocurriendo. Autenticas
guerras de conquista, de colonos y colonizados. Pero la versión nueva del
conquistador no dispara flechas, no lanza bombas, ni utiliza fusiles. El
proceso es más silenciosos, más sutil. Transitan como civiles estos
filibusteros internacionales que exigen privatización o muerte.
A
Chile ya arribaron, hace ya hartos años, con la pata de palo y el loro al
hombro. Hoy, chupan agua hasta secar la tierra, contaminan, envenenan,
privatizan. Cuando ya nada queda, se marchan a atarle la soga al cuello a
nuevos territorios. Todo justificado por el actual marco legal e institucional
que rige el uso y manejo de los recursos hídricos en Chile, declarado en la
Constitución política (o apolítica) de 1980,y luego detallado en el Código de
Aguas de 1981. Es decir: en una Constitución amasada en los hornos del a
dictadura, atravesada por los principios del neoliberalismo más fundamentalista
del mundo. Sobre el agua, el artículo 5° del Código, dice: “bien nacional de
uso público y se otorga a los particulares el derecho de aprovechamiento de
ella. Repito: “¡se otorga a los particulares el derecho de aprovechamiento de
ella!”. Esto quiere decir que su manejo, como todo en Chile, queda sujeto a las
leyes del mercado, tierra fértil para los especuladores de la vida. Leonardo da
Vinci inició un tratado sobre el agua. Ahí, afirmaba que el agua es la sangre
de la Tierra. La sangre es a nuestro sistema circulatorio lo que el agua es al
gran sistema circulatorio de la biosfera. Pero en Chile poseer es más
importante que las teorías de Da Vinci. Vale preguntarse: ¿Llegará el día en
que nos privaticen el agua de la lluvia y el agua en los cuerpos?
En
el discurso del 21 de mayo Bachelet declaró, entre otras cosas, que el agua es
un bien de uso público, y que se realizarían modificaciones en el código agua.
¿Qué
pasó?
¿Todos
olvidaron lo dicho el 21 de mayo?
¿Qué
pasa con el agua en Chile?
El
agua es un derecho, y como derecho, no puede estar en manos de una pequeña
elite. Elite extranjera, por lo demás. En Chile, el 90% de los derechos son
propiedad de tres grupos económicos: AES-Gener (estadounidenses), ENDESA
(españoles), y Colbún (del grupo Matte). A estos grupos económicos no les
interesa que el agua sea mucho más que un recurso económico. Claro está, para
ellos es una mercancía más, vendible y transable, como quien especula con un
automóvil. A ellos les importa medio bledo las propiedades más insólitas del
agua. Del mismo Pigem: “El agua es la sustancia más común en la biosfera y en
el organismo humano, pero también es la más insólita, con una serie de
propiedades únicas («anómalas» según los científicos) sin las cuales la vida
sería química y físicamente imposible. Cuando el agua se congela se expande y
se vuelve menos densa (alcanza su mayor densidad a 4° C); de no ser así, el
hielo en vez de flotar se hundiría y se extendería por el fondo marino,
dejándolo sin vida. El hielo asombra por sus propiedades deslizantes y por su
viscosidad (podemos hacer bolas de nieve pero no bolas de arena). Y cuando se
comprime cristaliza en un mínimo de doce estructuras (del hielo 1 al hielo 12)
con propiedades distintas. El agua tiene puntos de fusión y ebullición
insólitamente altos, y se calienta y se enfría mucho más lentamente que la
mayoría de las sustancias conocidas, líquidas o sólidas. Es altamente corrosiva
y lo disuelve casi todo. A nivel molecular está mucho más estructurada que la
mayoría de los líquidos, semejante a un cristal. Los copos de nieve tienen
(casi siempre) seis ramificaciones más o menos idénticas, pero cada copo tiene
un diseño distinto: cada nevada es un derroche de creatividad geométrica. Otra
curiosidad: los geólogos empiezan a creer que en el interior de la Tierra, en
las estructuras cristalinas del manto, hay enormes cantidades de agua,
suficiente como para llenar todos los océanos treinta veces”.
Como
experiencia, quizás resulte necesario saber que a fines de octubre del 2004, un
plebiscito decidió el destino del agua en Uruguay. La población votó a favor de
considerar al agua un derecho público. .A ver si algún día dejamos de imitar la
construcción de malls y nos da por imitar este tipo de cosas. A ver si nos
contagiamos un poquito de esa dignidad charrúa, y comenzamos a considerar a la
democracia como un fin, no como un medio, que vaya más allá de elegir a rostros sonrientes que
adornan la ciudad cada cierto tiempo. A ver si algún día valoramos el sentido y
la importancia de lo público. En fin, a ver si algún día consideraremos que el
derecho a la vida es más importante que el derecho a la propiedad privada.
aldotorresbaeza@gmail.com
Publicación Barómetro 01-09-14
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