Desde
Venezuela
Fecha:
10/Nov.2014
Martin Luther King, un verdadero Premio
Nobel de la Paz
Sergio Rodríguez Gelfenstein
El
acontecer político de Estados Unidos en el año 1964 estuvo caracterizado por la
profunda conflictividad emanada del rechazo de la sociedad a la participación
de sus soldados en la guerra de Vietnam, así como la creciente movilización en
pro del reconocimiento de los derechos
civiles de las minorías raciales, en particular de los afrodescendientes.
Se
vivían tiempos de mucha tensión. Pocos años antes, se habían establecido
políticas claramente segregacionistas que generaron continuos hechos de
violencia. En 1963 fue asesinado el presidente John F. Kennedy. La organización
extremista Ku Klux Klan que promocionaba
la superioridad blanca campeaba por sus fueros desarrollando acciones
vandálicas de toda índole contra personas de otras razas y sus propiedades. En
el sureño estado de Mississippi, todavía a los negros se les negaba la
educación superior y el derecho a voto, así mismo había fuentes de agua
públicas y cines, separados para negros y blancos.
En
ese contexto, en junio de ese año, fueron asesinados los activistas pro
derechos civiles James Earl Chaney,
Michael Schwerner y Andrew Goodman, dos de los cuales eran blancos.
Chaney y Schwerner se proponían construir un centro de formación educativa para
los niños segregados en la localidad de Neshoba. En el hecho que les costó la
vida participaron miembros del Ku Klux Klan quienes actuaron con apoyo de la
policía del Condado.
El
hecho causó gran conmoción en Mississippi y en todo el país. Los restos de los
activistas fueron encontrados 44 días después de su desaparición. La movilización generalizada en contra de la
masacre devino en hechos violentos que no tenían parangón desde el fin de la
guerra civil que había ocurrido más de 100 años antes. El levantamiento
ciudadano logró que ese año se aprobara la Ley por los Derechos Civiles y al
año siguiente, la Ley de Derecho al Voto. Los negros habían tenido que vivir
más de 70 años bajo un entramado jurídico segregacionista a pesar que éste
había sido formalmente derogado en Mississippi en el año 1890.
En
otro plano, en ese mismo año las acciones de los patriotas vietnamitas habían
arreciado en contra de la intervención estadounidense. Durante el verano, el
ejército de Vietnam del Norte inició la
primera gran ofensiva contra el sur. La debilidad del gobierno títere en el sur
era evidente. El Presidente Lyndon Johnson quien había ocupado esa investidura
tras el asesinato de Kennedy estimó necesaria una intervención militar directa
en gran escala. Tal como ha ocurrido a través de la historia, se necesitaba una
acción que justificara esa decisión ante la opinión pública estadounidense. En
esas condiciones, Estados Unidos concibió una operación mediante la cual dio a
conocer al mundo que el ejército vietnamita había atacado sus barcos de
guerra en el Golfo de Tonkín, próximo a
las costas del norte del norte de Vietnam. Tal pretexto sirvió para que en agosto,
el Congreso de Estados Unidos emitiera una ley mediante la cual autorizó al
presidente Johnson a una intervención integral en Vietnam.
La
intromisión de Estados Unidos en el país asiático se hizo al margen del Derecho
Internacional y sin que mediara declaración de guerra alguna. Ya en ese entonces el presidente de Estados
Unidos había esbozado la idea de participar a través de bombardeos masivos
resguardando sus tropas del enfrentamiento directo. Ese objetivo jamás pudo ser
cumplido, elevando el número de bajas como jamás había tenido las fuerzas
armadas de Estados Unidos en sus incursiones fuera de su país. Todo esto devino
en un rechazo mundial al involucramiento de Estados Unidos en Vietnam. La
propia opinión pública estadounidense comenzó a jugar un papel activo en el
desenmascaramiento de los objetivos imperiales de la potencia americana en el
sudeste de Asia.
En
este marco de elevado conflicto tanto interno como externo en Estados Unidos
emergió la figura del pastor bautista Martin Luther King quien primero ejerció
una labor protagónica al frente del Movimiento por los Derechos Civiles a favor
de los negros, simultaneando posteriormente esa lucha con la denuncia y rechazo
a la intervención de Estados Unidos en el sudeste asiático. Hace 50 años, en
este mismo mes de octubre, el Doctor King recibió el Premio Nobel de la Paz por
sus esfuerzos por eliminar la discriminación racial por medios no violentos,
convirtiéndose a los 35 años en la persona más joven en haberlo recibido.
Medio
siglo después, en el estado de Missouri, medio oeste de Estados Unidos, vuelven
a ocurrir circunstancias similares, la segregación racial y la violencia de las
autoridades descargan su odio contra jóvenes negros. En agosto, en
Ferguson, suburbio de la ciudad de San
Luis, Michael Brown de 18 años es asesinado por un policía blanco. El hecho
nuevamente perturba la nación, grandes protestas exigen la captura y el juicio
de los implicados en la acción criminal. Dos meses después, en octubre, hace
pocos días, Vonderrit Myers Jr., fue ultimado en las mismas condiciones que
Brown. Pareciera que nada ha cambiado.
Sin
embargo, no sería acertado afirmar tal cosa. Hoy, un afroamericano es el
presidente de Estados Unidos. También, -al igual que Martin Luther King-
recibió el Premio Nobel de la Paz. Sin embargo, hay una sustancial diferencia.
Mientras King se oponía férreamente a la guerra, Barack Obama ha sido un entusiasta promotor
de la misma. Bajo su conducción, Estados Unidos se ha involucrado en diversas
acciones intervencionistas en distintas latitudes del planeta, superando
incluso en ímpetu bélico de sus colegas republicanos Ronald Reagan y George
Bush, lo cual, hace unos años, parecía imposible.
Obama
pareciera no recordar la prédica del Dr.King cuando dijo que “Los hombres, a lo
largo de la historia, han hablado de la guerra y de la paz. Pero ahora ya no
pueden quedarse solo en el hablar. No es una elección entre la violencia y la
no violencia en este mundo; es una elección entre la violencia y la existencia”
Dos
negros, dos estadounidenses, dos Premios Nobel de la Paz, pero una gran
diferencia. King dijo que rechazaba “… aceptar la noción cínica de que naciones
tras naciones deben descender la escala militarista hacia el infierno de la
destrucción termonuclear. Creo que la verdad desarmada y el amor incondicional
tendrán finalmente la palabra. Porque el bien, incluso temporalmente vencido,
es más fuerte que el mal triunfante”
Cuando
en 2009 Barack Obama se hizo acreedor del premio Nobel recordó las palabras
pronunciadas por Martin Luther King al recibirlo 45 años antes, “La violencia
nunca trae la paz permanente”, pero a continuación el presidente estadounidense
agregó “Mientras tenga una nación que defender, no puedo seguir sus enseñanzas”.
sergioro07@hotmail.com
Publicación Barómetro 23-10-14
Los contenidos de los análisis publicados por
Barómetro Internacional, son responsabilidad de los autores. Gracias.
internacional.barometro@gmail.com
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