Desde Colombia
30 Agosto 2015
La Paz Como Victoria Y El
Compromiso De Los Patriotas Nuestros Americanos
Por Fernando Esteche
Colombia, como espacio territorial y como noción política, fue cuna de la
idea de Nuestra América. Es el primer territorio donde se hace concreta la
noción de Patria Grande soñada por Francisco Miranda y construida en los hechos
por Simón Bolívar en el Congreso de la Angostura. Sorteando las contradicciones
que la propia historia le imponía a los territorios deliberadamente desguazados
por la ocupación colonial en presidencias, virreinatos y capitanías generales;
lo que la historiografía recupera hoy como Gran Colombia no fue otra cosa que
el intento práctico de construcción de Patria Grande.
La Carta de Jamaica y el Discurso de Angostura, entre otros tantos
documentos, expondrán la grandeza del pensamiento de Simón Bolívar:
“Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo en una sola
nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que
tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por
consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que
hayan de formarse; […] ¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para
nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la
fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las
repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de
la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes del mundo. Esta
especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra
regeneración (…)”
El Congreso de Panamá insistirá en sentar las bases doctrinarias y
construir los acuerdos necesarios para la unificación jurídico político de todo
el territorio nuestro americano. Pretenderá construir una Confederación de
Naciones para suplantar desde la unidad al orden colonial español. Fue un
intento consistente por evitar la balcanización de las nacientes repúblicas
independientes y evitar así (lo que luego ocurriría) la debilidad resultante de
una fragmentación política y económica que las dejara en situación de
inferioridad frente a las potencias coloniales e imperiales.
Todos los líderes de la independencia latinoamericana tuvieron clara
conciencia de la necesidad de la unidad. Ya en algunos hombres que protagonizan
aquel momento estaba el virus del cipayismo contra el que las luminosas ideas
de Bolívar, San Martín, Monteagudo, Artigas, Juan Egaña y tantos otros no
pudieron en ese momento. Colombia es también el espacio donde tempranamente se
expresaron las clases populares y amasaron una novedosa forma de hacer política
que combinó intervenciones e interpelaciones a lo institucional constituido,
fundación de nueva institucionalidad e insurgencia. Ahí el Grito de Socorro, la
rebelión de los comuneros, Manuela Beltrán, Galán, Berbeo y en tantos y tantos
puede uno referenciar los primeros intentos de las clases populares por tomar
en sus manos la construcción de su propio destino, por cuestionar la
legitimidad de quien detentaba el poder del Estado.
Tenemos entonces una Tierra prodigiosa y tempranera en insinuar, caminar e
intentar los grandes desafíos que desde la primera independencia hemos
planteado los nuestro americanos: Patria Grande y Soberanía Popular. Colombia
no puede ni debe estar ausente del pensamiento ni de la acción de los patriotas
nuestro americano.
El conflicto armado
El inicio del conflicto armado, su ubicación temporal en la historia de
Colombia, será motivo de discrepancias. No obstante cualquier observador lego
podrá advertir la continuidad de la situación de guerra política desde el
inicio de la historia colombiana. Las guerrillas liberales, los acuerdos una y
otra vez traicionados de pacificación, la guerra contra las repúblicas
independientes, el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, el genocidio contra la
Unión Patriótica, etc. Todos estos ejemplos hacen asomar impertinente la
evidencia de que el Estado Colombiano no pudo monopolizar el uso de la fuerza y
de que una y otra vez la manera de conmover e interpelar al Estado para que sea
efectiva ha sido la violencia y que el relacionamiento del Estado con las
clases populares ha sido la de operar su sometimiento a partir de la guerra
permanente.
La violencia ha sido un elemento estructurante, constituyente y
articulador de la historia y el presente político colombiano; ante las
dificultades del Estado de construir el monopolio de la fuerza producto de su
inestabilidad hegemónica que seguramente tiene motivaciones tanto en la
debilidad de la alianza de clases dominantes como en la imposibilidad de
imponerle a las clases populares una forma de producción política que
reproduzca la normalidad y el orden que las elites colombianas pretenden.
Hay motivos inocultables que produjeron esta situación de guerra política,
de conflicto armado. Uno es la cuestión agraria, la concentración y enajenación
de la tierra, el despojo. Otro motivo que se desprende del anterior es la
confiscación de la política por parte de esa misma oligarquía que se apropia de
las tierras, enquistada en el Estado, produce una continua cerrazón política
expulsando de la posibilidad de disputar el gobierno a las clases populares. El
Frente Nacional será la expresión paradigmática de esta confiscación de la posibilidad
de acceder al gobierno a manos de las elites. El asesinato de Jorge Eliécer
Gaitán es la expresión por antonomasia de la cerrazón política de la que
hablamos. El tercer elemento es el narcotráfico, que no solo suministrará
recursos para la guerra contra las clases populares, construirá el
paramilitarismo, será el argumento, además, la excusa moral, para el
injerencismo y el intervencionismo norteamericano a través del Plan Colombia. Y
el elemento fundamental que será paraguas de todo lo anterior es la
colonización del Estado por parte del imperialismo norteamericano.
Desigualdad e inequidad, injusticia y concentración de la riqueza, serán
elementos permanentes en la política colombiana como así también la creciente
degradación de los actores de la política formal mutando de políticos
profesionales a gánster territoriales, cuando no directamente a empleados del
narco o de la DEA.
Más de cincuenta años de existencia de una insurgencia popular que por
naturalizada como elemento estructurante de la política colombiana no ha
perdido ímpetu, demuestra que el sistema político colombiano es excluyente y
prescriptivo.
En pleno apogeo del neoliberalismo, inmersos en una de las tantas
conversaciones de Paz, surgirá el Plan Colombia de la mano del cambio de estrategia
de redespliegue militarista norteamericano. Será la dimensión militar policíaca
del proyecto de saqueo a gran escala que pergeñaban a través del ALCA. Operará
además como el elemento militar de disuasión ante cualquier intento de
confrontar los planes norteamericanos. La justificación serán los dos nuevos
elementos que el imperialismo irá imponiendo para, a partir de ellos, sobre
determinar procesos políticos subalternos: el narcotráfico devenido luego en
narcoterrorismo, y la llamada seguridad ciudadana.
Publicación Barómetro
Los contenidos de los análisis publicados por
Barómetro Internacional, son responsabilidad de los autores. internacional.barometro@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario