Desde Panamá
30 Agosto 2015
¿Qué Nos Enseña La Crisis Griega?
Por
Olmedo Beluche
Si alguien duda
que la historia del mundo se va haciendo a partir de una dura lucha de clases
en la que los capitalistas se apoderan de la riqueza social apelando a todo tipo
de métodos y las clases trabajadoras luchan para defender lo poco que tienen,
que mire lo que pasa en Grecia. Si alguien duda que el mundo se gobierna
mediante la dictadura del capital y que la opinión de los pueblos importa un
pito a los banqueros y políticos a su servicio, que mire hacia Grecia. En
ningún lugar del mundo las cosas están más claras..., bueno, en Ecuador
también.
El 30 de junio
último se dieron por terminadas las negociaciones económicas entre el gobierno
griego, del partido de izquierdas Syriza, encabezado por su primer ministro
Tsipras y su ministro de economía Varufakis, con la llamada “Troika”. La
Troika, que significa “trío”, está compuesta por la Unión Europea (los
gobiernos liberales y socialdemócratas de Europa), el Banco Central Europeo
(que administra la moneda europea, el euro) y el Fondo Monetario Internacional
(ya conocido en América Latina por los
planes de “ajuste” y de austeridad desde los años 80).
¿Qué negociaban?
La forma como Grecia debía hacer frente a una abultada deuda con los bancos
extranjeros herencia de los anteriores gobiernos encabezados por la derecha
liberal y socialdemócrata. Deuda cuestionada en su legitimidad por el pueblo
griego, en muchos aspectos fraudulenta e ilegal, y realmente impagable (350 mil
millones de euros) de acuerdo a un informe de auditoría del Parlamento heleno
del 18 de junio.
El fondo de la cuestión es simple:
1. Las
instituciones del capitalismo europeo, representadas por la Troika, exigen a
Grecia no sólo que pague, sino que obedezca los criterios que ellos quieren
imponer para que pague. Como si el banco en el que su familia tiene hipotecada
la casa no le bastara con que le pague la mensualidad, sino que encima quiera
decirle cómo gastar el resto de sus ingresos, qué alimentos comprar, etc.
2. Criterios de
austeridad que viene imponiendo la Troika a Grecia desde hace 5 años y que han llevado a privatizaciones y cierres
de empresas públicas, tumbado el crecimiento del PIB en 25%, ha impuesto un desempleo feroz que
afecta al 28% de la fuerza laboral y al 60% de los jóvenes, que ha lanzado a la
pobreza a un tercio de la población y 75% de los jubilados. La Troika (léase el
capitalismo imperialista) pretende profundizar el saqueo del país y de los
salarios de la clase trabajadora de Grecia exigiendo del gobierno actual que
baje las pensiones y jubilaciones que cobran los más pobres y aumente el
impuesto al consumo (IVA).
3. El gobierno
de Tsipras, incluso moderando su inicial programa económico, que ha tratado de
honrar la deuda y cumplir con los pagos, pero a condición de no afectar más a
los más pobres, propuso pagar apelando a la subida de impuestos a los que más
ganan, a los sectores empresariales (que han fugado de Grecia capitales por más
de 400 mil millones de dólares en los últimos años). A la Troika, es decir, a
los banqueros y políticos a su servicio (desde la demoliberal Angela Merkel de
Alemania, al socialdemócrata Hollande de Francia), no les ha dado la gana de
aceptar el razonable plan del gobierno griego. No. Ellos exigen que la crisis
la paguen los trabajadores y jubilados. Pocas veces los intereses capitalistas
son tan diáfanos.
4. El gobierno
de Syriza ha respondido: entonces que el pueblo griego decida si quiere, o no
quiere, más “austeridad” (léase explotación) aceptando el plan de la Troika y
convocó un referendo para el domingo 5 de julio. Es decir, apeló a la
democracia. Los banqueros y políticos corruptos de la Unión Europea se han
llevado las manos a la cabeza y con sus medios de comunicación han tratado de presentar al gobierno griego
como “irresponsable”, ¡por consultar a su pueblo! Sí, esos mismos que hacen
gárgaras de “democracia” todos los días, no quieren que un país decida
democráticamente sobre sus planes económicos.
5. ¿Dónde hemos
visto algo parecido en estos días? ¡Ah! ¡En Ecuador! Donde el gobierno de
Rafael Correa ha propuesto un proyecto de ley para subir los impuestos a los
que más ganan y, con la ayuda de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), la
oligarquía ecuatoriana ha salido a las calles movilizando a las clases de
ingresos medio-altos, y a algunos tontos útiles de la “izquierda”, para
protestar y a acusar a Correa de “dictador”. ¿”Dictador” por pretender
equilibrios justos entre ricos y pobres? No es la primera vez que esto pasa en
América Latina: desde Bolívar para acá, cada vez que un caudillo popular
intenta reformas a la injusta distribución de la riqueza es acusado de
“dictador”, mientras que los oligarcas que hambrean nuestros pueblos se
presentan como “demócratas”. Venezuela es otro ejemplo.
6. No es
casualidad la relación de lo que sucede en Grecia (y por extensión en España)
con lo que acontece en Ecuador (por extensión en Venezuela, etc.). No sólo
porque se trata de que el mundo está controlado por una clase de especuladores y financistas, con
un tropel de políticos y comunicadores a su servicio. Esa élite financiera
mundial que gobierna al mundo desde instituciones como el FMI, el Banco
Mundial, la UE, etc., viene imponiendo una forma de capitalismo salvaje que
destruye las pocas conquistas y derechos alcanzados por la clase trabajadora en
el siglo pasado. Ese modelo económico se llama neoliberalismo y su objetivo es
aumentar las tasas de ganancia a costa de los ingresos de los trabajadores.
7. Usualmente
ese objetivo clasista, aumentar la tasa de ganancia capitalista, aumentando la
extracción de plusvalía, o sea aumentando la explotación de clase, se presenta
enmascarado por políticos y medios de comunicación quienes lo justifican
apelando a que un poder aparentemente superior e impersonal, el mercado y sus
leyes, que exige la adopción de tal o cual medida. De manera que un producto
humano, como el sistema capitalista (mercado) de pronto parece cobrar voluntad
propia e impone sus deseos a las personas como si de Dios se tratara. Así los
políticos dicen que deben aplicar medidas de austeridad para capear la crisis,
para no decir la verdad, que trabajan para los capitalistas. Esa forma de
engaño, que Marx llamaba “fetichismo de la mercancía” y otros filósofos
“reificación”, se ha desenmascarado en Grecia y Ecuador, quedando al
descubierto los intereses de banqueros y oligarcas.
8. Grecia no
sólo confirma la solidez de la lucha de clases, que algunos sociólogos daban
por muerta, sino también reconfirma otra verdad señalada desde el siglo XIX
(Manifiesto Comunista): el sistema capitalista no tiene solución, al menos para
la mayoría de la humanidad. En momentos de crecimiento económico el sistema se
expande sometiendo a la sociedad y a la naturaleza a su lógica implacable (extracción
de plusvalía). Y en momentos de crisis, esa lógica no cambia sino que se hace
más descarnada. Lo que hoy vive Grecia,
y la mayor parte de Europa, a partir de la crisis de 2008, es decir, programas
de austeridad que empobrecen a las clases trabajadoras, lo vivió América Latina
desde 1982, con la llamada crisis de la deuda que sirvió para imponer las
medidas de ajuste estructural neoliberales, que llevaron a la miseria a
millones de personas.
9. En América
Latina la respuesta a los planes de austeridad (neoliberalismo) que se
aplicaron inflexiblemente durante las décadas de 1980 y 1990, fueron
movilizaciones masivas duramente reprimidas, como el Caracazo, la Guerra del
Agua, etc. Movilizaciones tan poderosas que llevaron a profundas crisis políticas
que duraron varios años, de la que emergieron proyectos políticos y gobiernos
que algunos han llamado “populistas” o “reformistas”, cuyo objetivo, impulsado
por la movilización de masas, pero sin romper con el sistema capitalista, ha
sido moderar las medidas de austeridad adoptando planes sociales que mitiguen
la desigualdad. De ese proceso nacieron los proyectos políticos encabezados por
Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa. Obedeciendo a la misma lógica, ese
proceso ha producido en Europa ahora a proyectos como Syriza en Grecia y
Podemos en España.
10. Esos
proyectos políticos “reformistas”, surgidos a la izquierda de la
socialdemocracia (que ha involucionado hacia el socioliberalismo), son
revolucionarios por cuanto han prendido en las aspiraciones de millones de
personas movilizándolas por “otro mundo posible”, sin las consecuencias del
capitalismo neoliberal. Por eso los revolucionarios, los socialistas
consecuentes, deben hacer parte de esos
procesos políticos y acompañarlos en su experiencia de lucha. Eso es lo que no
quieren comprender los sectarios.
11. Pero esos
proyectos “populistas” tienen un límite pues no se proponen modificar la
esencia del sistema capitalista, la explotación de clases, sino reformarla,
atenuarla con algunos programas sociales (que el FMI ha llamado de
“transferencias”). En Latinoamérica esos proyectos populistas pudieron
sostenerse durante los últimos diez años gracias a los buenos precios de las
materias primas (como el petróleo) cuyos ingresos servían para pagar los
programas sociales sin tocar los intereses capitalistas. Pero esa fase de
buenos precios de las materias primas parece agotada, por ende, la lucha por
ver a qué clase social deben beneficiar los pocos ingresos de esos estados se
ha hecho más descarnada.
12. De ahí la
grave crisis política y la ofensiva de la derecha en Venezuela, en Ecuador, e
incluso en países con gobiernos más
moderados, como Argentina, Brasil o Chile. Aparentemente, ni Grecia, ni
España, tienen muchas opciones de sostener un régimen populista de largo plazo
que modere las consecuencias sociales del capitalismo salvaje sin tocar el
corazón del sistema, porque no tienen un producto de exportación que los
financie. Por eso la crisis de Grecia también pone en evidencia que la única
manera de ser consecuentes en la defensa de los intereses de las clases
trabajadoras es con medidas más radicales de tipo políticas y económicas de
carácter socialista. Eso es lo que no quieren entender los oportunistas.
13. Acompañando
la experiencia del pueblo griego y su dirección política, la izquierda
revolucionaria debe llamar a votar NO al plan de austeridad de la Troika el
domingo 5 de julio, para asestar una derrota parcial y momentánea a la derecha
de ese país, y a los intereses capitalistas escondidos detrás de las
instituciones europeas. Pero parece correcto que la izquierda a la izquierda de
Syriza, incluyendo a los trotskistas y al propio partido comunista (KKE),
empiezan a explicar y agitar que no habrá solución a la crisis mientras Grecia
pretenda mantenerse dentro de la Unión Europea y el euro, ya que esas
instituciones son instrumentos del imperialismo (alemán). En el mismo sentido,
en Venezuela o Ecuador no se podrá derrotar la ofensiva reaccionaria sin
medidas concretas contra el poder económico y político del capital, o sea sin
socialismo real.
14. En Europa y
en América Latina cabe esperarse que la menor resistencia a salirse de las
órdenes de las instituciones del
imperialismo financiero recibirá (como de hecho ya recibe) una ofensiva política
y mediática enorme que buscará tanto la desestabilización de los procesos
reformistas como una victoria ideológica que trate de convencer a la gente que
cualquier proyecto por fuera del sistema capitalista mundial está condenado al
fracaso. La única manera de hacer frente a semejante ofensiva de la derecha
mundial, es que surja una dirección política inteligente y valerosa que apele
consecuentemente a la movilización y organización popular, que apele a que la
gente decida, apoye y defienda cada medida que corte las alas a los banqueros y
capitalistas. Que se prepare a defenderla incluso con las armas, porque hasta
ese recurso van a apelar cuando puedan los imperialistas, en Europa y
Latinoamérica, como ya hacen en Medio Oriente.
15. Finalmente,
mal que le pese a los escolásticos de izquierda, que si no encuentran a Lenin y
Trosky, ni a los soviéts de 1917, creen que no ha llegado la revolución; las
revoluciones del siglo XXI ya han llegado, están aquí, se están produciendo,
están luchando, buscando su camino, en Grecia, en España, en Venezuela, en
Ecuador, etc. Lo que sigue faltando es la dirección política revolucionaria,
inteligente y audaz que sea capaz de llevar a los pueblos desde una conciencia
reformista a la convicción que el único camino, por duro que será, es la
ruptura con el capital.
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