Desde Venezuela
29/Octubre/2012
Obama
y los musulmanes: No es un problema de imagen
Sergio
Rodriguez Gelfenstein
En el año 2008, se realizó en Caracas
un evento académico al cual asistí junto a innumerables colegas de varios
países del continente. El mismo se desarrollaba, semanas antes de la campaña
electoral que llevó a Barack Obama a la
presidencia de Erados Unidos. Una noche fui invitado a cenar junto a un grupo
de participantes la mayoría de las cuales no me eran conocidos. Por avatares
del destino me toco sentarme junto a un estadounidense que investigaba sobre
los movimientos sociales en América Latina.
La conversación derivó en el proceso eleccionario
estadounidense. El hombre no ocultaba sus simpatías pos su condiscípulo de
Harvard, resaltaba esa condición mientras manifestaba su exultante emoción por
la posibilidad de que un “afroamericano”
como él lo denominaba, fuera presidente de la primera potencia mundial.
Mi vecino de mesa se autocalificaba como “liberal” en política y un firme
creyente en el libre mercado. Lo que comenzó como un debate a dos voces fue
ocupando a todos los contertulios hasta que finalmente y de manera inevitable
terminamos todos discutiendo sobre el tema.
En algún momento, la interesante disputa condujo a la
relación de Estados Unidos con América Latina. El ilustrado profesor de la Universidad de Austin en Texas manifestó particular
interés y de manera directa me preguntó cuál era mi opinión sobre el tema, en
caso de que Obama triunfara en las elecciones.
Para no hacer demasiado largas estas palabras, resumiré
diciendo que le contesté explicando que desde mi punto de vista, respecto de
América Latina daba a lo mismo que el presidente de Estados Unidos fuera
republicano o demócrata, académico o analfabeto, negro o blanco porque su
sistema político era monopartidista, sólo respondía al partido de los grandes
capitales, de las transnacionales y en particular del Complejo Militar
Industrial, que son ellos los que nominan a los candidatos, uno de los cuales
llegaba a la presidencia después de multimillonarias campañas electorales que
significan una verdadera afrenta a los millones de pobres y excluidos que
sobreviven en el propio territorio estadounidense y que, siendo un proceso
legal, tiene escasa legitimidad dada la alta abstención que roza la mitad de la
población electoral. Le expuse que por tal razón, al gobierno de Estados Unidos
se le llama “administración” porque lo que hace es gerenciar recursos para
mantener el poder de los poderosos.
Agregué que Estados Unidos cada vez entendía menos lo que
pasaba en nuestra región y que su política exterior se basaba en estereotipos.
Le manifesté que por no ser ciudadano estadounidense no podía saber si un
eventual gobierno Obama iba a beneficiar a uno u otro sector, pero que como
latinoamericano tenía plena convicción de que no iba a haber cambios respecto
de América Latina y el Caribe y que para nosotros daba lo mismo republicanos
que demócratas.
Me indicó con convicción que dos demócratas: Kennedy y
Carter habían sido diferentes y me permití recordarle que Kennedy lanzó la
invasión a Cuba en 1961 y que fui testigo presencial cuando en 1979, Carter
trató de impedir el triunfo de la revolución sandinista a través de la OEA primero y después enviando
tropas a Costa Rica para intervenir en
Nicaragua a fin de impedir la derrota de Somoza, pero cuando ésta fue
inevitable, intentó colocar un gobierno proclive a sus intereses. De paso le
recordé que un demócrata, Harry Truman ordenó lanzar las bombas atómicas en
Hiroshima y Nagasaki. Y, que otro presidente demócrata, Bill Clinton, quien a pesar de no ser
académico era más culto que el actual inquilino de la Casa Blanca , además de
hacer cosas no muy santas según los hipócritas cánones éticos de Estados
Unidos, no tuvo reparos en ordenar las intervenciones militares en Haití y
Bosnia Herzegovina así como los bombardeos de Irak y Serbia. Concluí que de los
republicanos era mejor no hablar.
A estas alturas, el hombre se tomaba la cabeza dos manos
y me decía que era imposible que alguien pudiera pensar así porque Obama
iniciaría una nueva era de acercamientos y relaciones de equidad con nuestros
países. No sólo lo puse en duda, sino que rechacé tal idea de plano, incluso
con la desaprobación de alguno de los otros comensales que influidos por los
medios de comunicación pensaban que
iniciábamos nuestra entrada al paraíso. No dudé de la buena fe de este
pobre hombre, buen académico pero muy ignorante de la mayoría de las cosas que
ocurren detrás de sus fronteras. El común de los estadounidenses está tan
alienado que de verdad cree que Estados Unidos es el salvador del mundo, que su
modelo político es ejemplo de virtudes democráticas y que todo lo que se dice respecto de la
motivación intervencionista y hegemónica de su gobierno es obra de terroristas
que planean en las sombras destruir lo que “han conseguido con tanto esfuerzo”
durante más de dos siglos.
Nunca han entendido la diversidad del planeta, por el
contrario tratan de imponer modelos únicos de comportamiento, de valores y
principios y hasta de cómo vestirse y qué comer. Por eso, no pueden entender la
respuesta de los musulmanes después de haber sentido el desprecio y el ultraje
a su religión y sus creencias en una película que habiendo dudas de de quién la
hizo, existe plena certeza de que la
misma fue filmada en Estados Unidos, país que promueve el odio racial, el
desprecio a las minorías, todo por defender su ultra reaccionaria cultura
“blanca, anglo sajona y protestante”,
WASP por sus siglas en inglés.
Los que han promovido el irrespeto al derecho
internacional no pueden entender que hoy se viole la soberanía de su Embajada y
que incluso ello haya llevado al lamentable asesinato del Embajador de Estados
Unidos en Libia, a quien consideraban “salvador” de ese pueblo cuando solo unos
meses antes se fotografiaba ufano ante el cadáver de Gadafi. Ahora comprenderán al pueblo ecuatoriano y al
presidente Correa, a los países de la
ALBA y de UNASUR que manifestaron su pleno apego al derecho
internacional en defensa de su soberanía amenazada por el gobierno británico.
No pueden entender que las manifestaciones en su contra se hayan extendido ya a
30 países, incluyendo por ejemplo a Gran Bretaña y Australia.
Los medios occidentales se han apresurado a decir que
estas acciones son respuesta a los “problemas de imagen” que conserva el
gobierno estadounidense y cuestionan que
los mismos se hayan hecho a pesar de la “poca información” que se tiene sobre
el mencionado film, se resalta que Obama ha hecho esfuerzos por cambiar la tan
deteriorada “imagen”. Se preguntan con razón si acaso Obama no había dicho en
El Cairo en junio de 2009, a
tan solo 5 meses de asumir su cargo que habría ”un nuevo comienzo” entre su
país y los musulmanes.
Dicen los medios de comunicación que todo ello ocurre a
pesar de la diplomacia y de las campañas de publicidad. Pero, en el trasfondo
está que lo que parecía cambiar después del desastre que significó Bush en
materia de política exterior, hoy se ha profundizado. Una encuesta de 2011 de la BBC resaltó que en 2007, Estados
Unidos “estaba entre los países con los peores rankings de popularidad, pero
creció progresivamente desde entonces”.
¿Es entonces,
sólo un problema de “imagen”? o planteado de otra manera, ¿bastarán las
campañas publicitarias para borrar el más de un millón de iraquíes civiles
asesinados en los años de la ocupación de Estados Unidos? ¿Podrán hacer olvidar
los dantescos retratos de las torturas en las mazmorras de Abu Ghraib? ¿Se
perderá en la memoria que aún hoy existe ilegalmente la prisión de Guantánamo
donde decenas de musulmanes están detenidos violentando toda legislación al
respecto? ¿Hay tanta subestimación a los musulmanes que piensan que no se
dieron cuenta que Estados Unidos usó a Hosni Mubarak y a Ben Alí, para después
ser desechados cuando ya no le sirvieron para hoy seguir sosteniendo regímenes
leales a sus designios? ¿Se habrán olvidado del
asesinato brutal de Muammar Gaddafi, contrario a cualquier valor,
principio o norma ética de toda religión o creencia? ¿Pasara al olvido el
incesante bombardeo de varios meses contra la inerme población civil libia? ¿Se
puede borrar el apoyo con dinero y armamento a los mercenarios que en Siria
están desangrando a ese pueblo?
No, no lo pueden
borrar y deben saber que el que “siembra tormentas, cosecha tempestades”. Sólo
pueden seguir mintiendo para mantener a su pueblo ignorante de lo que pasa en
el mundo, pero una cosa es lo que piense el gobierno estadounidense y lo que
trasmiten sus medios de comunicación, y otra, su imagen, no la que sale en la televisión,
sino la real, la que proyectan con su siembra de odio, destrucción y
muerte.
Publicación
Barómetro 20-09-12
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