Desde Gro.
México
11/Diciembre/2015
Son Incorregibles; No Tienen
Remedio
Carlos
Reyes Romero
“Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por
los poderes que nos gobiernan, y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede
decir que nos merecemos lo que tenemos.”
José Samarago. Terra. 13 de junio de 2007
Los “Chuchos” o
“Los perros del mal”, como le encanta autodefinirlos a José de Jesús Zambrano
Grijalva, volvieron a las andadas. No puede ser de otra manera. Son más de 40
años de colaboracionismo con el régimen político mexicano, de los que les
cuesta mucho trabajo desprenderse.
Nacidos a
principios de los años setenta, a la sombra de Rafael Aguilar Talamantes,
exlíder juvenil y estudiantil comunista, preso en Morelia de 1966 a 1971,
cuando salió de la cárcel y se incorporó al Comité Nacional de Auscultación y Coordinación
(CNAC, luego CNAO), grupo dirigido por Heberto Castillo al que abandonó en 1973
para crear, con generoso patrocinio de Luis Echeverría, el Partido Socialista
de los Trabajadores (PST), junto con Pedro Etienne Llano, ahora priista, y
Graco Luis Ramírez Garrido Abreu, ahora gobernador de Morelos y hermano del General
José Domingo Ramírez Garrido Abreu, de triste memoria por su participación en
la Guerra Sucia y en la represión contra los movimientos sociales.
De esta
formación proceden Graco Luis Ramírez Garrido Abreu, Carlos Navarrete Ruíz, Jesús
Ortega Martínez, su hermano Antonio Ortega Martínez y Agustín Miguel Alonso
Raya, a los cuales en los años 80 se les unió José de Jesús Zambrano Grijalva,
quien provenía de la “Liga Comunista 23 de Septiembre” y que estuvo preso
durante los años 1974-1975 y bastante tiempo después Guadalupe Acosta Naranjo.
Desde sus
orígenes, el núcleo central de los ahora “Chuchos”: Graco Ramírez, Carlos
Navarrete, Jesús Ortega, Miguel Alonso Raya y otros enseñaron el cobre, pues
impulsaban una política de alianza con los “sectores progresistas y
nacionalistas del PRI” que en los hechos era de apoyo al presidente en turno,
ya fuera Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo o Miguel de la Madrid
Hurtado.
En su momento fue
célebre la adulación que Graco Ramírez le hizo a Luis Echeverría al llamarlo
“El nuevo Cárdenas”, en la audiencia que los entonces promotores del PST
tuvieron con el expresidente.
De esa
entrevista se consolido el apoyo presidencial a través del michoacano Carlos
Gálvez Betancourt, entonces director del IMMS y de Ignacio Ovalle Fernández, primero
como secretario de la Presidencia y luego como coordinador general del Plan
Nacional de Zonas Deprimidas (COPLAMAR).
Por Eso El Resto De La Izquierda Los Consideraba Un
Partido Paraestatal.
Aunque en los
años 80 rompieron con Rafael Aguilar Talamantes, reivindicando una supuesta
independencia del gobierno, la verdad es que nunca pudieron zafarse de ese
lastre por los privilegios políticos y financieros que les redituaba y les
sigue redituando el ser comparsas, “achichincles” les llama López Obrador, del
gobierno en turno.
Eso les ha
cambiado hasta el modo de andar. Baste ver la expresión de éxtasis que arrebata
al senador Miguel Barbosa cuando sus asistentes le quitan o le ponen el saco o
la costumbre que ha adquirido Jesús Ortega de darse baños de vino tinto en Spas
de lujo, para advertir como se han descompuesto estos antiguos activistas
sociales.
No hay ni a
quien irle. Si bien Jesús Zambrano logro obtener el 23.2 % de la votación, en
1977, en la elección para gobernador en su natal Sonora, alcanzando con ello el
tercer lugar, todo mundo sabe que eso pudo hacerlo gracias al apoyo financiero
que le brindo Manlio Fabio Beltrones, en ese entonces gobernador de Sonora.
En la siguiente
elección, en el 2003, ya sin el apoyo del PRI ni de Beltrones, sólo alcanzó un
lejano 6.3%. Desde entonces dejo de buscar la gubernatura de su estado.
Cuauhtémoc
Cárdenas los conoció bien en 1988, cuando trataba de mantener la bandera de la
dignidad y del reclamo frente al descarado fraude de que fue objeto el Frente Patriótico
Nacional, pues los primeros que se pusieron a negociar con Carlos Salinas de
Gortari fueron precisamente Rafael Aguilar Talamantes y los ahora “Chuchos” con
la intermediación de Manuel Camacho Solís, cuando todavía era parte del “equipo
compacto” de Salinas de Gortari.
También es
ampliamente conocida en los corrillos del PRD y entre las y los diputados de
aquel entonces, la negociación que hicieron los “Chuchos”, encabezados por Guadalupe
Acosta Naranjo, con los enviados de Felipe Calderón Hinojosa, en los
alrededores del Hotel María Isabel, para convenir la entrada de Calderón Hinojosa
y de Vicente Fox al Palacio Legislativo de San Lázaro, para que aquel tomara
protesta del cargo en una tumultuosa pero “negociada” sesión.
De la
continuidad de esas “negociaciones” que en la práctica avalaban el
reconocimiento “no público” por el PRD de Felipe Calderón como presidente de la
República, se convino “hacer” gobernador de Nayarit a Acosta Naranjo en la
siguiente elección de mandatario estatal. Para lo cual se convinieron las
“coaliciones” que llevaron al triunfo a Gabino Cué Monteagudo en Oaxaca, a Mario
López Valdés en Sinaloa, y a Rafael Moreno Valle en Puebla durante el 2010.
Todo ello a espaldas de Andrés Manuel López Obrador.
Estrategia que
esperaban consolidar a través de la repetición de la “coalición” con el PAN en
el estado de México. Pero se les atravesó López Obrador y echo abajo el acuerdo
de los “Chuchos” con Felipe Calderón.
Y ahí tronó
también la posibilidad de que Guadalupe Acosta Naranjo fuera gobernador de
Nayarit; las cosas se le complicaron de tal manera que al final ya mejor ni
compitió.
Una de las últimas
gracias y la de mayor costo político de los “Chuchos”, fue postular y encubrir
a José Luis Abarca Velázquez como presidente municipal de Iguala, a pesar de
que fueron prevenidos de sus vínculos con el narcotráfico y el crimen
organizado. Ahí sí, cayeron hasta la ignominia.
Pero fueron más
allá porque sabían perfectamente que José Luis Abarca Velázquez había asesinado
de manera extremadamente sangrienta a Arturo Hernández Cardona, activista
social y político perredista… y callaron.
Cuando René
Bejarano hizo público este caso en uno de los consejos nacionales del PRD, la
cúpula de los “Chuchos” ya tenía toda la información de esa infamia y la
ocultaron.
También saben
bien los “Chuchos” de las voces que señalan a Zeferino Torreblanca como asesino
del precandidato a gobernador de Guerrero, Armando Chavarría Barrera y jamás
han alzado su voz para exigir justicia. No lo podían hacer porque ponían en
riesgo los “apoyos” económicos que Zeferino les daba directamente a ellos.
Como tampoco lo
hicieron ante Ángel Aguirre Rivero, ni por el caso de Chavarría ni por el de
Hernández Cardona, por la misma pecuniaria razón. Por el contrario, lo
encubrieron y respaldaron hasta que su estancia en el gobierno de Guerrero fue
insostenible.
Se pueden citar
más y nuevos hechos deleznables de los “Chuchos” que han llenado de inmundicia
al PRD y que desgraciadamente han sido aceptados calladamente por el resto de
las corrientes, quizá para no poner en riesgo su zona de confort. Qué lástima
que hayan caído tan bajo.
¿Cuánto les va a
dar ahora el salinismo-peñanietista a los “Chuchos” por sacarles nuevamente las
castañas del fuego, por prestarse al juego de presidir en este primer año la
Cámara de Diputados, cuando al PRD por reglamento no le tocaba? Seguramente una
bagatela, pero para ellos es mucho porque se han acostumbrado a vivir de las
migajas que caen de la mesa del poder.
Para el gobierno
es un favor inestimable porque saben bien que varios diputados del PRD tenían
planeado emigrar hacia la bancada de Morena en la Cámara de Diputados y que
incluso los diputados del PT podrían hacer lo mismo en caso de perder
definitivamente el registro de su partido.
Ello abría la
posibilidad de que Morena se convirtiera en la tercera fuerza de San Lázaro y que
reclamara presidir la Mesa Directiva en el tercer año de ejercicio
constitucional.
Pero, por otro
lado qué bueno que los “Chuchos” volvieron a enseñar el cobre. Esto va a
permitir a propios y extraños advertir claramente que efectivamente existe una
alianza tácita entre los partidos del Pacto por México: PRI, PAN, PRD y sus
satélites del PVEM y el PANAL, contra el pueblo de México.
Eso incrementa
la responsabilidad de la izquierda democrática, particularmente de Morena, del Movimiento
Ciudadano y del Partido del Trabajo, sin excluir al Partido Encuentro Social y
a Manuel Jesús Clouthier Carrillo, el diputado independiente, de hacer un
trabajo legislativo y extralegislativo que ponga en el centro los intereses
nacionales y populares.
Los dirigentes y
militantes del PRD que realmente quieran cambiar el estado de cosas en ese
partido, tendrán que tomar posición y deslindarse de la conducta de los
“Chuchos”, porque de otra manera con toda justicia se podrá decir de ellos que
se merecen lo que tienen, como bien dice Saramago.
Los campos se
están deslindando. Escoja el suyo.
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