Desde Venezuela
07/Diciembre/2013
Crisis, ciencia ficción y súper
héroes
Miguel Guaglianone
Los procesos históricos y sociales son siempre sistemas complejos (no
lineales) y abarcan en su desarrollo múltiples variables que se interrelacionan
e interactúan de forma enmarañada y muchas veces no inteligible. Por eso cuando
uno intenta analizarlos debe considerar la existencia y acción de esas
múltiples variables que se desenvuelven en las distintas facetas del proceso.
En otras palabras, cuando analizamos la sociedad debemos intentar no hacerlo
desde un único punto de vista o buscando causas únicas y principales, sino que
tenemos que clarificar y desentrañar la madeja que forman todos los distintos
factores en su seno.
Así, cuando consideramos las crisis sociales, aunque salte a la vista
alguno de sus aspectos en especial, debemos tener en cuenta que el proceso
implica siempre simultáneamente lo que
sucede con todos los otros. Esto pasa con la actual crisis que está golpeando
fuertemente a los países centrales. Las cadenas corporativas de medios de
comunicación nos dicen cotidianamente que esta es una crisis económica, y hasta
se regodean informando, analizando y opinando hasta el cansancio sobre ella.
Los análisis se apoyan siempre en las distintas características del sistema
económico global y local, en sus falencias y virtudes o en su anécdota. Sin
embargo simultáneamente están actuando y siendo parte del proceso todas las
otras facetas de la crisis, la política, la cultural, la ecológica, por nombrar
algunas de ellas. El reconocimiento de esto y el uso de una metodología que nos
permita considerarlo en cada momento nos darán un acceso de mayor profundidad a
la comprensión de los procesos histórico-sociales.
De esta manera, y esto es lo que intentamos plantear aquí, si analizamos
algunos factores culturales de una crisis, estaremos generando mejores
herramientas para su comprensión.
La crisis anterior
A principios del siglo XX el estatus quo que dominaba el mundo había sido
sacudido profundamente y era modificado por los resultados de grandes cambios
en los países centrales que se concretaron en la Primera Guerra Mundial. Esos
cambios y reacomodaciones económicos, sociales, culturales y políticos hicieron
eclosión en una crisis general que, tal como la que estamos enfrentando hoy,
mostró como más relevante y destacado su carácter económico.
El crack de la Bolsa de 1929 definió el proceso de rápido empobrecimiento
de las grandes masas de los países centrales, que comenzaron a vivir la
contradicción de encontrarse en un estado de recesión, incapacidad para el
consumo, y aumento del desempleo y la pobreza, mientras tenían simultáneamente
la mayor capacidad de producción conocida en nuestra civilización, con la
explosión producida por el avance de las industrias de guerra, que
abasteciéndola, no sólo habían desarrollado nuevas y poderosas tecnologías,
sino que habían logrado multiplicar el poderío industrial de los países
centrales (sobre todo de los Estados Unidos).
Entre otros resultados de este proceso, se generaron movimientos sociales
como el nazismo y el fascismo, que modificarían todo el mapa de la geopolítica
mundial y que culminarían en la Segunda Guerra Mundial, la que con su saldo de
más de cuarenta millones de muertos consiguió acabar finalmente con la crisis y
generar lo que parecía ser un “futuro luminoso”, sobre todo para los Estados
Unidos y más tarde para Europa.
La ciencia ficción y el comic
Pero en los primeros años 30 del siglo XX, la población estadounidense
vivió, luego de décadas de auge, una profunda recesión que hizo que la calidad
de vida de millones de individuos se deteriorara rápidamente, y aparecieran el
hambre y la desesperación a nivel colectivo. Allí encontraremos en el terreno
de la cultura algunos fenómenos específicos que al estudiarlos nos categorizan
la crisis. Dos géneros culturales que tenían antecedentes pero que nunca habían
sido masivos, crecieron exponencialmente en ese período y se convirtieron en
importantes primero en la sociedad norteamericana y luego en el mundo: la
ciencia ficción y el comic.
Utilizando el tiempo sin uso que la recesión provocara en las grandes
rotativas y gracias al bajo costo del papel de fibra corta utilizado, bajo el
formato del “pulp magazine” (revista de pulpa) se logró imprimir en forma
masiva y semanal numerosas revistas cuyo precio oscilaba entre los cinco y diez
centavos, cifras que aún una población empobrecida podía pagar. En ellas se
comenzaron a publicar las historias de ciencia ficción y las historietas
graficas.
La ciencia ficción proporcionaba a los angustiados habitantes de las
ciudades (y en alguna medida a los suburbanos y rurales) un entretenimiento que
los sumergía de lleno en escenarios exóticos y llenos de aventura y los hacía
olvidar por un momento las tensiones de una vida cotidiana cada vez más
difícil. La primera ciencia ficción que se publicó en forma cada vez mayor,
consistía sobre todo en relatos de intensa acción en entornos futuristas y
extraterrestres y servían de alguna manera para aliviar las tensiones individuales
y sociales provocadas por la crisis, aunque muchas veces tuviera muy poco de
“ciencia”.
El comic unió al vehículo del los “pulp” con el talento de innumerables
dibujantes, ilustradores y guionistas y se desarrolló en distintos géneros, que
fueron desde los animales “humanizados” de Disney y sus imitadores, hasta el
género policial, pasando también por la ciencia ficción. Fue allí que nacieron
los “súper héroes”, nuevos protagonistas que tenían “poderes” especiales y
realizaban grandes hazañas, y estaban siempre identificados con los Estados
Unidos (con los símbolos de su patriotismo) a través de sus vestimentas, sus
acciones o su entorno. Los súper héroes representaban, para una población que
había perdido su autoestima ante la crudeza de su realidad cotidiana, unos
ejemplos épicos que potenciaban el “ser” estadounidense y su poderío.
De esta manera ambas expresiones culturales se convirtieron en
herramientas para enfrentar la crisis moral y cultural, dando refugio y
estímulo a las grandes masas de los Estados Unidos, afectadas profundamente por
la crisis en lo psicológico y espiritual.
La ciencia ficción creció como género en los años posteriores, sobre todo
entre los años 60 y 80 y llegó a convertirse en un género literario merecedor
de alto respeto. Incluso desde la propia época de su primer auge fue el
vehículo utilizado para plantear las dos grandes anti utopías políticas del
siglo XX: “Un Mundo Feliz” de Aldous Huxley (1932) y “1984” de George Orwell
(1949). Los posibles futuros del género humano extrapolados a partir de
realidades existentes, sirvieron para darnos una visión más ecuánime y acertada
de nosotros mismos como Humanidad, a través de un formato que fue
convirtiéndose en una sólida expresión literaria.
El comic también ganó en calidad y profundidad, y no solo se desarrolló en
los Estados Unidos durante la depresión, sino que también tuvo su propio auge
en Europa y en nuestra Latinoamérica (en la Argentina por ej.) con expresiones
originales totalmente autóctonas. Se convirtió en una forma reconocida del Arte
Grafico del siglo XX, lugar que sigue ocupando con honor.
Pero lo más importante es que el estudio de los procesos de estas dos
formas culturales en ese periodo de la década de los 30 en los Estados Unidos,
nos permite ahondar en la comprensión de la realidad de aquella crisis. Las
expresiones culturales definen con sus propias características los momentos
críticos de los procesos sociales.
Una vuelta más del espiral
La Historia no se repite, aunque así lo crea un mito popular. Pero lo que
sí es verdadero es que existen intervalos de ella que tiene características muy
similares en algunos aspectos. Algo así está sucediendo con las dos formas de
expresión cultural que anotamos.
Desde el inicio de la crisis actual (aproximadamente el 2006) los medios
audiovisuales (fundamentalmente Hollywood) vienen produciendo cada vez más
piezas del género ciencia ficción y recreando sistemáticamente a los viejos
súper héroes de los comics, tópicos que anteriormente solo en forma puntual
habían sido tratados por el cine y la TV (Recordemos entre ellos obras de Arte
como 2001 Odisea del Espacio y Solaris, o las populares series de TV de Viaje a
las Estrellas y las viejas versiones de Superman o Batman).
La producción hoy se ha venido incrementando notablemente con cada vez más
títulos de estos géneros, John Carter, After Earth, Gravedad, Elysium, Riddick,
Oblivion, son algunos de los films de ciencia ficción de los últimos tiempos.
Hombres X, nuevas versiones de Superman y Batman, Los Vengadores, Capitán
América, Thor, Iron Man, Wolverine, son algunas de las reapariciones de los
antiguos súper héroes.
No están aquí y ahora por casualidad. Ambos géneros se desarrollaron en
medio de una gran crisis como intentos de respuestas emocionales y psicológicas
a esa situación. Utilizaron para hacerse masivos el medio de comunicación más
desarrollado de su época, la prensa impresa. Hoy que nos encontramos con una
crisis similar, su reaparición y auge nos está dando de primera mano una medida
nueva de la profundidad de la crisis y de sus efectos en los ánimos y almas de
las gentes.
Las nuevas tecnologías desplegadas en los ochenta años pasados entre una y
otra crisis, han logrado que hoy el medio que se utilice para masificar
(universalizar) esos productos culturales, sea el audiovisual. Los inmensos
adelantos en efectos especiales y la digitalización que permite crear desde el
computador imágenes móviles de alto realismo, logran producir en forma
audiovisual aquello a lo que solo podía llegarse a través de la creatividad y
el talento de escritores, guionistas y dibujantes en el medio impreso;
asociándose a esos mismos profesionales para generar “realidades” de mundos
exóticos, poderes fabulosos, seres alienígenas, tecnologías futuristas y
entornos galácticos.
Su incremento (si Hollywood los produce en ese volumen es porque son
negocio, tienen taquilla, tienen demanda) explica, tal como ya sucediera antes,
la necesidad de las sociedades actuales (sobre todo las de los países
centrales) de contar con elementos que les permitan alejarse o distraerse de su
realidad cotidiana, o con símbolos que les ayuden a restituir la autoestima y
la autovaloración que la crisis ha derrumbado. La amplitud de esas necesidades
se refleja en unos films de ciencia ficción que aunque repiten los tópicos
xenófobos de invasiones extraterrestres y a la humanidad en esfuerzos heroicos
por derrotarlos, o cuentan meras aventuras en ambientes extraños, también
llegan hasta contemplar algunos aspectos críticos actuales, como las
consecuencias ecológicas de nuestra civilización industrial (cuando la Tierra
es en el futuro un planeta autodevastado) o la extrapolación de cómo la
acumulación de poder y capital provoca las cada vez mayores diferencias entre
pobres y ricos. Se percibe también en el esfuerzo en mostrar en los súper
héroes los caracteres individuales y sus características como seres humanos.
El análisis de estos hechos nos da como dijimos, una nueva medida de la
profundidad de la crisis en las grandes poblaciones globales, que están afectadas
mucho más allá de sus dificultades de vida material, en lo más hondo de sus
personalidades.
Con estos aportes volvemos a acercarnos a la hipótesis que, a pesar de lo
que puedan creer algunos economistas y militantes amigos, esta crisis cada vez
parece más terminal. Pasa el tiempo y no solo no cede, sino que cada día se
intensifica. Como los procesos sociales son elásticos pero tienen sus límites,
no es de extrañar que nos estemos acercando a un punto de ruptura. Solo no
queda pelear para que el derrumbe del sistema no nos arrastre a todos entre sus
escombros.
miguelguaglianone@gmail.com
Publicación Barómetro 11-11-13
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