Desde
Venezuela
20/Septiembre/2014
Andrés Eloy, el poeta que supo pintar
angelitos negros
Daniela Saidman
El
pueblo venezolano sabe de la obra del escritor cumanés porque anda siempre
prendido a los caminos más hondos de esta tierra de ternuras y solidaridades.
En
estos días nos sorprendió la muerte. Lo que pensábamos lejos nos tocó próximos
y prójimos. Y convocados todos a la ternura nos conmueven los cientos de niños
asesinados en Gaza. De ese dolor hondo vinieron los versos de Andrés Eloy
Blanco, porque “Cuando se tienen dos hijos / se tiene todo el miedo del
planeta, / todo el miedo a los hombres luminosos / que quieren asesinar la luz
y arriar las velas / y ensangrentar las pelotas de goma / y zambullir en llanto
ferrocarriles de cuerda”. Es el mismo poeta venezolano que nos cantó el
Coloquio bajo la palma, animándonos a ser mejores, a “dar más sin decir lo que
se ha dado” porque “lo que hay que dar es un modo de no tener demasiado y un
modo de que otros tengan su modo de tener algo”.
Este
poeta nuestro fue un escritor, dramaturgo, humorista, abogado y político, que
nació en Cumaná el 06 de agosto de 1896 y falleció en Ciudad de México, el 21
de mayo de 1955.
El
supo conjugar la vocación de quijote con la de poeta, para ser un político
capaz de sumarse a las causas más justas y un escritor convencido de la magia y
la palabra que tiene sabor a pueblo. En él todo fue canto y entrega. Y tal vez
por esta razón, sea uno de los poetas venezolanos más queridos y más
recordados. ¿O es que hay alguien que no sepa recitar “píntame angelitos
negros”? ¿Y que no ponga alguna emisora AM, el 31 de diciembre, un ratito antes
de las doce, para esperar el año nuevo con las Uvas del tiempo?
El
poeta cumanés estudió derecho en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la
agitada vida estudiantil de aquellos años lo envolvieron pronto en el encendido
ejercicio de la libertad. Aunque ya desde antes, cuando apenas contaba ochos
años, partió con sus padres a Margarita por desavenencias con el gobierno de
Cipriano Castro.
Se
incorporó al Círculo de Bellas Artes en 1913 y apenas cinco años después
recibió su primer galardón por el poema “Canto a la Espiga y al Arado”,
mientras publicó El huerto de la epopeya, su primera obra dramática. Ese mismo
año (1918), siendo estudiante de derecho, fue encarcelado por participar en
manifestaciones contra el régimen de Juan Vicente Gómez.
Luego
de recibir el título de abogado, Andrés Eloy Blanco comenzó a ejercer pero sin
abandonar jamás su vocación por la palabra. En 1923 obtuvo el primer premio en
los Juegos Florales de Santander, en España, por su poema “Canto a España”.
Durante su viaje a recibir el galardón decidió quedarse durante un año en la
península ibérica y tuvo la oportunidad de relacionarse con los poetas
españoles de esos tiempos. Nombrado miembro de la Real Academia Sevillana de
Buenas Letras, en 1924, se trasladó a La Habana donde sostuvo encuentros con
intelectuales y escritores cubanos, y venezolanos que se encontraban en el
exilio.
El imparcial
Porque
el ser humano siempre tiene cosas que contar y sueños por cumplir, empezó a
editar en la clandestinidad, en 1928, el periódico disidente “El Imparcial”,
que pronto se convirtió en el órgano de difusión de la Unión Social
Constructiva Americana y el Frente de Acción Revolucionaria.
Tras
el golpe de Estado del 7 de abril fue confinado en Puerto Cabello hasta 1932,
cuando lo liberaron por motivos de salud. Encerrado escribió Barco de Piedra,
dicen que son sus poemas más tristes. Cuando finalmente le devolvieron la
libertad, se la dieron a medias, tenía prohibido realizar cualquier tipo de
manifestación pública, por lo que se volcó nuevamente a las letras, publicando
Poda en 1934, libro donde se encuentran Las uvas del tiempo y La renuncia,
poemas entrañables del pueblo venezolano.
Fue
nombrado jefe del Servicio de Gabinete en el Ministerio de Obras Públicas por
Eleazar López Contreras. Aunque su posición siempre crítica y libertaria lo
alejaron del gobierno después de la represión de las manifestaciones del 14 de
febrero de 1936 y su militancia en la Organización Revolucionaria Venezolana.
Como
diputado del Partido Democrático Nacional llegó al Congreso, pero jamás
abandonó los versos. Y comenzando 1940 integró su partido en la recién fundada
Acción Democrática, desde donde trabajó para la candidatura de Rómulo Gallegos.
Fue
electo presidente de la Asamblea Nacional Constituyente en 1946. Y dos años
después fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores por el presidente
Gallegos. Tras su derrocamiento por Carlos Delgado Chalbaud, se exilió en
México, donde dedicó el resto de su vida la poesía.
Andrés
Eloy es una de las voces imprescindibles de la poesía venezolana, porque en él
habitaron la belleza y la justicia. Supo darse entero a la construcción de un
país que hoy sigue germinando en sus versos. Jamás se alejó de sus
convicciones, por eso tal vez, su obra sigue sonando en los radios cada
diciembre y en las calles las madres venezolanas se alegran cuando ven pintados
angelitos negros que le dan la bienvenida al futuro.
Píntame
angelitos negros (fragmento)
Por Andrés Eloy Blanco
“No hay un pintor que pintara
angelitos de mi pueblo.
Yo quiero angelitos blancos
con angelitos morenos.
Ángel de buena familia
no basta para mi cielo.
Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mangos
por las barriadas del cielo”.
dsaidman@gmail.com
Publicación Barómetro 25-08-14
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