Desde
Guerrero, México
11/Enero/2015
De Frente: Congruencia Y Cinismo
Por:
Miguel Ángel Mata Mata
1.- “Pasen”,
les dijo. “Ésta es su casa”.
Entraron en
tropel. Hasta la cocina. Hasta la recámara. Luego volvieron. Traían almohadas.
Cuadros. Computadoras. Lo que sus manos podían sostener. Venían de vuelta
cuando escucharon la contra orden: “Dejen todo en su lugar. Salgan. ¿Qué no ven
que está aquí la esposa del gobernador?”
El hecho, no
consignado en medios convencionales o militantes, sucedió la semana pasada en
lo que Rubén Figueroa Figueroa llamó Los Eucaliptos, en franco reto comparativo
a Los Pinos, y que ha sido símbolo del poder público en Guerrero. Resguardada.
Cerrada al pueblo. Ahí duermen el gobernador en turno y su familia. Aunque
otros han preferido vivir en la otra casa.
Alguna vez un
gobernador justificó su preferencia por la acapulqueña casa que el gobierno
federal decomisó al Chapo Guzmán y donó al de Guerrero: “es que para vivir en
Chilpancingo solamente borracho o siendo gobernador”.
Otro, cercano
a la idiosincrasia del centro de la entidad, hábil prestidigitador, hizo
demagógico pase: le quitó el nombre de Los Eucaliptos. Le impuso el de Casa
Guerrero. Como Lampedusa, cambió para no cambiar. Icono del poder público
siguió siendo la casa del gober. Resguardada.
La semana
pasada, congruente, la doctora Rosa Icela Ojeda Rivera le quitó el mito. Ni Los
Eucaliptos. Ni Casa Guerrero. Tomó tres banderas: la de México, la de Guerrero
y una blanca, grandota. Despidió a los guardias armados. Abrió las puertas y
dijo a cientos de cetegistas, quienes llevaban como ariete una camioneta con la
que derribarían el portón: “Pásenle. Ésta es la casa del pueblo”.
El final de la
anécdota no deja de ser congruente con la profesora. El gesto fue
correspondido. Los líderes cetegistas colocaron una valla de encapuchados. Se
tomaron brazo con brazo, por los codos. La protegieron. “Es la esposa del
gobernador”, dijeron. Ella se unió al mitin: “Vivos se los llevaron”, decía el
megáfono. “Vivos los queremos”, gritaba Rosa.
---“Ustedes me
perdonan pero yo tengo que hacer. Ahí les dejo la puerta abierta. Esta es la
casa del pueblo,” les dijo luego de diez minutos de unirse a la consigna:
“Vivos los queremos”. Y reiterar: “Ésta es su casa”.
Se metió.
Ellos concluyeron su mitin. Se fueron. En su camino quemaron archivos de una
oficina de la Secretaría de Educación de Guerrero. Los Eucaliptos, Casa Guerrero,
la casa del gobernador fue, por un día, la Casa del Pueblo.
La doctora. La
profesora. La esposa del gobernador. La del pensamiento de izquierda fue
congruente.
2.- Les dejó.
Su portazo dejó un signo de interrogación. ¿Por qué se fue? Cuauhtémoc Cárdenas
Solórzano, líder moral del Partido de la Revolución Democrática, la hizo de
nueva cuenta: actuó como piensa. Se lleva con él la honestidad, la sensatez, la
honradez. Se lleva la identidad del PRD.
Un priísta, en
la Cámara de Diputados, les dijo cínicos. “Ahora resulta. Ahora tienen amnesia.
Han olvidado que ustedes postularon a los delincuentes Abarca en Iguala.
Ustedes se llevaron vivos a los normalistas de Iguala. Ustedes devuélvanlos con
vida. O digan a sus amigos Abarca que les digan dónde los tienen. Cínicos”, les
dijo.
¿Cínicos? En
efecto. El perredismo al nacer, hace 25 años, lo hizo con posturas similares a
la corriente filosófica griega de los cínicos. Aquellos consideraron que la
civilización y su forma de vida era un mal y que la felicidad venía siguiendo
una vida simple y acorde con la naturaleza.
Ellos
sostenían que el hombre llevaba en sí mismo los elementos para ser feliz y
conquistar su autonomía. Eso era de hecho el verdadero bien. De ahí su
desprecio a las riquezas y a cualquier forma de preocupación material. “El
hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz”, sostenían.
¿Quién se
acuerda de los viejos perredistas de hace 25 años? ¿Comulgaban con esa
corriente griega? Por supuesto. Cuestionaban al poder absoluto del PRI. Sus
modos. Sus lujos. Sus riquezas obtenidas del erario. Encolerizados llamaban
“corporativistas” a las cuotas de militantes para obtener votos, candidaturas y
posiciones de privilegio en la estructura de los gobiernos. ¡Cómo se enojaban
al descubrir que un servidor público se enriquecía a partir de su posición
burocrática modesta!
Recuerdo con
cariño a Evaristo Sotelo Brito y José Salgado. Arengaban en la Plaza Álvarez de
Acapulco a indiferente y sumiso público: “Despierten”, decía el calentano Pepe
Salgado con el micrófono en la mano. De ellos no recuerdo riqueza alguna, sino
la familia, la probidad, la honestidad. No militaron en algún grupo que
exigiese cuotas de dinero o posiciones de gobierno.
Hoy todo es
distinto. Los lujos. El poder. La riqueza a partir del cargo burocrático. El
reparto de candidaturas y cargos en el gobierno, según la fuerza corporativa de
la tribu respectiva. Todo cambió. Éstos dos dignos ejemplos del perredismo de
hace 25 años volverían a sus tumbas al ver lo que destruyeron sus pragmáticos
sucesores. De menos se revuelcan en sus tumbas.
En su carta de
renuncia al partido que fundó, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas les dice a sus
antes compañeros de lucha que el partido necesita recuperar la confianza de la
gente. Que los mecanismos de decisión, a través de las cuotas, le han dejado
triunfos electorales, pero les han alejado del pueblo. Que es necesaria una
refundación del partido representativo de la izquierda mexicana. No le han
hecho caso. Le dijeron que una sola persona no es el partido.
Que su
estructura es fuerte y que ganarán elecciones. Él dice irse solo. Mas no es
así: con él se va lo poco decente que tuvo el PRD: la congruencia.
La corriente
de los cínicos griegos, al paso del tiempo, se transformó. De ser una corriente
que promovía la idea de que el hombre feliz es quien menos necesita, se
convirtió en lo contrario. Hoy en día el concepto de cinismo se asocia a la
tendencia a no creer en la sinceridad o bondad humana, ni en sus motivaciones
ni en sus acciones, así como una tendencia a expresar esta actitud mediante la
ironía, el sarcasmo y la burla. ¿Nos escuchan Pepe Salgado y Evaristo Sotelo?
3.- El PRD
nació como un partido que buscaba la felicidad humana, según el concepto griego
clásico del cinismo. A cinco lustros termina como un partido que desprecia la
bondad humana y la sinceridad de las personas, según el concepto moderno del
cinismo. Triste. ¿Ejemplos?
En Guerrero
son vastos los casos. Aquí se incubó la crisis perredista. Aquí desaparecieron
los normalistas de la mano de políticos postulados por los partidos Movimiento
Ciudadano, del Trabajo y de la Revolución Democrática. No hubo autocrítica.
Nadie ha dicho, al menos, ¿qué fue lo que nos pasó? Esconden sus miserias
señalando para el otro lado: “que se vaya Peña Nieto. Su esposa compró una casa
millonaria. Fue un crimen del Estado Mexicano,” se defienden.
No hubo
autocrítica. Nadie puso en el debate la desaparición y homicidio de los
normalistas. Nadie recordó que al menos van otros 500 desaparecidos y
asesinados descubiertos en fosas clandestinas, durante gobiernos perredistas.
¿Olvidaron que
el aspirante a alcalde en Iguala por el partido Movimiento Ciudadano, fue
desaparecido y sus líderes dejaron sola con su dolor a la familia? ¿Olvidaron a
Arturo Hernández Cardona asesinado vilmente? ¿Por qué no escucharon al diputado
Díaz Bello quien le dijo a López Obrador de lo que sucedía en esa región?
4.- ¿Cinismo
clásico? ¿Cinismo moderno?
La primera
decisión, luego de la tragedia, dimensiona la realidad del perredismo local.
Celestino Cesáreo Y Jorge Salgado han sido designados presidente y secretario
general del comité estatal del PRD. Sus tribus, llamadas por Cárdenas “sistema
de cuotas”, los han impuesto.
Ambos, Jorge y
Cesareo, tienen dudosos antecedentes. Jorge fue señalado como el propietario de
una camioneta decomisada en el Distrito Federal. Llevaba cientos de pacas de
dinero en efectivo. ¿De dónde? ¿A dónde? Nunca se supo. Cesáreo aparece en una
lista hecha circular por el tristemente célebre Servando Gómez, La Tuta.
¿Alguna crítica? Ninguna.
Pragmatismo
vil. Ausencia de autocrítica. Falta de honestidad. Carencia de congruencia. Por
eso se fue el ingeniero. Con él se lleva, como dijo el senador perredista
Miguel Barbosa, “la identidad del partido. Se lleva la ética”.
En Guerrero,
sobre todo en las regiones de la Tierra Caliente, Costa Grande y Acapulco,
fueron miles las familias que abandonaron al PRI hace 25 años. Se fueron tras
Cuauhtémoc. ¿Hoy repetirán la dosis? ¿Irán tras su memoria histórica? Es
posible.
5.- La
ausencia de congruencia en el PRD hace previsible una derrota. Lo que no han
sabido hacer los perredistas es lo que redactó atinadamente Jorge Fernández
Menéndez en Excelsior. -“No han tenido, hasta ahora y salvo un par de
intervenciones de Jesús Ortega, la capacidad de operación para recordar que a
Abarca lo llevó Lázaro Mazón, el hombre de López Obrador en Guerrero; que quien
lo registró como candidato fue la corriente de Carlos Sotelo; que había un
comité que se encargó de las candidaturas en el estado donde participó Nueva
Izquierda, pero también las otras corrientes; que a quien le presentaron la
información sobre las relaciones de Abarca y Pineda con Guerreros Unidos fue a
López Obrador en la propia Iguala y éste las desestimó y dijo “que había que
apoyar a todos los candidatos”.
Y que Aguirre
no fue candidato de Nueva Izquierda, sino del grupo de Marcelo Ebrard. Que es
una vergüenza que Leonel Godoy les esté dando clases de moral después de lo
sucedido en su gobierno en Michoacán o que cuando Alejandro Encinas explique
por qué hizo ingresar a un narcotraficante como Julio César Godoy, hermano por
cierto de Leonel, a la Cámara de Diputados en forma soterrada para darle fuero,
estará en condiciones de exigirle a Nueva Izquierda que explique cómo llegó
Abarca a la presidencia municipal de Iguala”.
Se han
equivocado en la toma de decisiones, como se los dijo Cárdenas en su carta de
renuncia. Echaron la culpa en sentido contrario con terribles resultados. Temen
a AMLO y no le señalan de lo que hizo: postular a Abarca como candidato,
respaldado por los partidos Movimiento Ciudadano, del Trabajo y Marcelo Ebrard.
El PRD ha
perdido la decencia. Ha perdido la congruencia. Ha perdido a su figura
emblemática. ¿Merece perder la elección?
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