Desde Panamá
11/Enero/2015
Sobre La Consigna De Asamblea Constituyente
Por Olmedo
Beluche
La debacle del régimen del martineliato,
el destape de la corrupción generalizada y el robo escandaloso de la propiedad
pública, la percepción cada vez más clara de que el sistema político panameño
no es democrático, pese a las “elecciones” periódicas, sino que estamos
gobernados por una oligarquía rapaz, el deterioro del nivel de vida de la
gente, pese al crecimiento económico, todo eso más otros ingredientes, llevan a
la convicción de que algo debe cambiar pronto, pero esto no da para más.
La clase dominante también lo percibe
así, por esa razón el presidente Juan C. Varela se ha comprometido en convocar
una Asamblea Constituyente para julio de 2015. Las circunstancias imponen un
debate acalorado sobre la reforma del régimen político y la constituyente, pero
en el campo del movimiento obrero y popular, que no salió muy bien parado de
las elecciones de mayo pasado (no solo por los resultados electorales, sino por
la falta de unidad y los métodos sectarios), reina una completa confusión
respecto a qué proponer.
¿Constituyente, paralela, originaria,
autoconvocada?
La confusión empieza por el tema de cuál
es la salida política a la crisis actual, en que cada organización parece tener
una propuesta diferente, creándose una Torre de Babel en la que no nos
entendemos, pese a que parece que queremos decir lo mismo: asamblea
constituyente, constituyente paralela, constituyente originaria, constituyente
autoconvocada, etc.
Para poner claridad al asunto, empecemos
por asumir que la consigna (o demanda) de una Asamblea Constituyente es una
fórmula algebraica, es decir que su contenido o forma concreta se irá llenando
según lo dicte la relación de fuerzas entre las clases sociales y sus partidos.
Quien tenga mayoría impondrá sus criterios. Si la clase trabajadora quiere una
Constituyente que le favorezca debe movilizarse y organizarse y dar fuerza a su
(s) partido (s).
La consigna de Asamblea Constituyente no
es un fin en sí, sino un instrumento
En última instancia, la consigna de
Asamblea Constituyente tiene una finalidad educativa: explicarle a la clase
trabajadora que hay que cambiar el régimen político burgués actual, para lo
cual debemos movilizarnos y organizarnos, para imponer un régimen político y un
gobierno que responda a nuestra clase, no a la burguesía como hasta ahora.
Para los socialitas, la verdadera salida
no es la Constituyente, sino el Gobierno de los/las Trabajadores/as. La
Constituyente es una transacción que expresará la relación de fuerzas entre
diversas clases y partidos, pero el gobierno de la clase trabajadora, como
quiera que se concrete a futuro, es la única forma de que el país se construya
bajo los criterios que convengan a la mayoría.
La Asamblea Constituyente no es un
fetiche, como algunos políticos de “izquierda” o de “centro” pretenden. No es
un principio inamovible, ni una “panacea”, pues si la burguesía logra imponer
su mayoría y sus criterios la nueva Constitución Política que salga de ella
será lo mismo que la actual, y tal vez peor en algunos aspectos. Ahí está el
caso de Colombia, donde la Constituyente no cambió nada de fondo.
La consigna de Asamblea Constituyente es
un escalón intermedio, no es el objetivo final desde la perspectiva de la clase
obrera y los sectores populares, el objetivo final es el gobierno de la clase
trabajadora. Tenemos que usar la Constituyente como un mecanismo para
concientizar, para movilizar y organizar, no para construir un falso ídolo que
luego no controlaremos.
Usar la Constituyente para organizar,
movilizar y construir la alternativa popular
¿Cómo organizarnos usando la consigna de
Constituyente? Creando un frente o movimiento común que nos unifique a las
fuerzas populares exigiendo una constituyente originaria y una fórmula de
elección de los constituyentes que permita a la clase trabajadora tener sus
voceros y representantes, que no sea el sistema corrupto basado en el dinero
por el que elige al Presidente y los diputados. Si logramos constituir ese
frente unitario, ya habremos dado un gran paso adelante, superando los errores
de las pasadas elecciones.
En principio, desde la izquierda y el
movimiento obrero debemos rechazar la pretensión del gobierno de convocar una
Asamblea Constituyente “paralela”, como establece la actual Constitución,
porque ese criterio los inventaron los diputados corruptos del régimen actual
para que una reforma no los saque de su
mandato (o sea, del “negocio” político) antes de los cinco años.
En principio no a la “paralela”, pero si
se convoca hay que participar
Que nos opongamos a “la paralela” no
significa que no participemos de su elección, si se llegara a convocar y no
tuviéramos fuerza para imponer otra salida más democrática. Es el mismo
criterio que se usa para participar de las elecciones generales, aunque están
regidas por un Código Electoral antidemocrático, se participara para organizar
y movilizar, para concientizar a favor de un gobierno popular y construir su
“instrumento político”.
Si estamos tan débiles como ahora (hay
que empezar asumiendo la real relación de fuerzas) y Varela convoca una
Asamblea “paralela”, sería deseable participar bajo los mismos criterios de
otras elecciones: organizar y concientizar. Mejor si resolvemos la desunión que
hubo en las últimas elecciones y se presenta un bloque popular y clasista.
El objetivo de participar sería el
mismo: construir un referente político con sus dirigentes populares que
propongan el país que necesitamos (en base a los programas electorales del FAD
y Jované de 2014) y que se oponga a los intentos burgueses de una Constitución
neoliberal, que recorte derechos sociales y políticos.
Constituyente autoconvocada u originaria
evitemos desviaciones ultras
No nos hagamos líos entre nosotros respecto
a si hay que proponer “Constituyente”, “Constituyente originaria” o
“Constituyente autoconvocada”. Si no hacemos un fetiche de las consignas y no
perdemos el “norte”, que es el gobierno de los trabajadores y sectores
populares, que tiene como prerrequisito constituir una alternativa política que
lo exprese, todo lo demás es táctico.
Una “Constituyente autoconvocada” es una
forma de decir una revolución popular y socialista, pues para que el pueblo se
autoconvoque se requiere que haya roto completamente con las instituciones
políticas de la burguesía, creando sus propias instituciones políticas
(consejos/soviets/asamblea popular). Esta consigna sirve como propaganda, pero
casarse con ella bajo cualquier circunstancia, o pretender que no se acepta menos
que eso (que la revolución) sería cometer un error ultraizquierdista de mucha
monta.
No es imposible que una “paralela” se
convierta en “originaria”
Tampoco hay que casarse monogámicamente
con la consigna Constituyente originaria o nada, sobre todo si se carece de
fuerza para imponerla. Hay que usar la
originaria para explicar y denunciar al sistema corrupto que esconde la
“paralela”, pero si el gobierno convoca a esta última, se puede participar para
seguir el proceso político y ayudar a la maduración de la conciencia y
movilización.
Además, nadie quita que la paralela se
transforme en originaria, como pasó en Ecuador o Venezuela: es decir, que una
vez redactada la nueva Constitución, renuncie el presidente y se cierre la
Asamblea Nacional y se convoquen nuevas elecciones. Todo depende de la relación
de fuerzas y la situación concreta.
Repetimos, en cualquiera que sea el
caso, lo importante es no hacer un fetiche de las consignas, porque lo
importante es la movilización y organización popular para construir su propia
alternativa política independiente de la burguesía y sus partidos.
Para tratar de despejar el problema
usemos un criterio que nos permita entendernos:
·
El
problema político central es que los sectores más conscientes de la clase trabajadora
panameña decimos: basta del régimen corrupto, oligárquico y antidemocrático
surgido de la invasión norteamericana hace 25 años.
·
Para
cambiar este régimen corrupto proponemos una salida simple y democrática: la
convocatoria a una Asamblea Constituyente originaria que cambie las reglas del
juego y democratice al país.
·
Rechazamos,
en principio, el criterio de convocar una Constituyente paralela. Pero si se
convoca podemos participar construyendo un Bloque Popular.
·
La
Asamblea Constituyente no es la panacea para todos los males, ni hay que
convertirla en fetiche, porque si la burguesía la controla impone sus
intereses.
·
El
objetivo central, bajo cualquier circunstancia: organizar, movilizar y
construir el instrumento político de la clase obrera y popular.
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