Desde República
Argentina
Fecha: 22 /
Febrero / 2015
NISMAN Y EL PODER DE LAS SOMBRAS
Gustavo
Robles
El gobierno
kirchnerista vive su crisis más grave después del levantamiento de la patronal
agraria en 2008: la dudosa muerte de quien se atrevió a acusar a la presidente
CFK de urdir un plan para absolver a Irán de su supuesta responsabilidad en los
atentados contra la comunidad judía, perpetrados en el país en la década del
90, inculpando con pruebas plantadas a células fascistas locales. Pero esta crisis tiene una particularidad
que, en esencia, la constituye en algo peor en lo institucional que aquélla: la
de la burguesía del campo fue política, enfrentó a dos sectores de la
explotación que se dirimió a favor de uno de ellos, y el país y el gobierno
continuaron caminando por los caminos de la historia. La muerte del fiscal
Nisman, en cambio, apunta al interior mismo de la estructura institucional del
poder en su zona más oscura, la que opera más allá de los gobiernos formales,
tejiendo los hilos mismos de la realidad para favorecer determinados intereses,
siempre alejados de los intereses del pueblo. Y asestó al oficialismo un golpe
devastador, del que le será muy difícil reponerse.
El fiscal
Nisman, como tal, era parte de la cara visible del Estado (burgués,
capitalista), con una íntima relación con la cara oscura del mismo.
Indudablemente, su función era la de defender la estructura legal que permite
la explotación de millones de seres humanos por parte de una ínfima minoría en
nuestro país. Y, dentro de ese marco, tenía un rol más específico aún: la de
velar por los intereses del sionismo.
En el concierto
internacional, Irán es un Estado creado por los intereses de las potencias
coloniales. Los pueblos y naciones de la región son permanentemente agredidos
por el imperialismo europeo y yanky, que en 1948 enclavaron su cabeza de playa
para perpetuar la dominación: el Estado de Israel. Los países de aquella parte
del mundo se formaron entonces en relación y contradicción con esa realidad que
los oprime. Viven en una guerra permanente contra sus agresores, cuyas garras
están esparcidas por todo el planeta ¿Es posible entonces que el Estado Iraní
sea el responsable de las explosiones en la Embajada Sionista y en la sede de
la AMIA? Sí, es posible ¿Está probado? No. En realidad, existe una cantidad
indeterminada de grupos islámicos extremistas que podrían haber llevado a cabo
semejante crimen. Pero al establishment mundial le conviene la acusación al
gobierno iraní, porque este se constituye en un bastión antiimperialista
poderoso contra sus intereses. La acción
de la cultura impuesta por el colonialismo europeizante ha hecho que, desde los
medios de difusión a los que controlan, se baje una línea que forma opinión
entre vastos sectores de la sociedad. Entonces aparecen los iraníes como “los
malos”, y los sionistas como los “buenos”, a pesar de su política fascista de
exterminio en particular de Palestinos y Libaneses, y de todo lo que se le
oponga en general.
La Justicia y
los servicios de inteligencia argentinos se han mostrado, como mínimo,
inoperantes para resolver la autoría de los atentados. La cuestión es dilucidar
si esa ineficacia es por incapacidad o responde a un plan. Más allá de quienes
sean los verdaderos responsables de aquellas explosiones que se llevaron la
vida de decenas de seres humanos, lo que demuestra todo el caso que tiene un
punto culminante en la resonante muerte de Nisman, es la mugre existente en las
entrañas de la superestructura social, que con este crimen mediático ha
comenzado a derramarse como pus de una herida infectada.
El fiscal Nisman
fue nombrado por el ex presidente Kirchner, y no por casualidad ¿Qué quería
decir el ex mandatario cuando le pedía en los estrados internacionales
colaboración a las autoridades iraníes para resolver el caso? ¿no era semejante
actitud involucrarlos directamente? El gobierno kirchnerista está preso de su
propia filosofía política: como buenos pejotistas, adscriben a la conciliación
de lo que no puede conciliarse. Conciliación de clases, conciliación de
naciones enemigas por milenios, conciliación de lo irreconciliable….
Conciliación para que se mantenga siempre el estado de cosas, los explotados
siempre explotados, los explotadores con sus privilegios. En vez de querer
resolver el origen de los conflictos haciendo justicia, buscan mantener el
status quo de las cosas tratando de que los oprimidos no se rebelen. Eso puede
mantenerse durante un tiempo, pero no durante todo el tiempo. La política
internacional K respecto de Medio Oriente apunta a mantener las relaciones con
el Estado Sionista de Israel y, al mismo tiempo, reconocer al Estado Palestino
y promover las relaciones con Irán. Es como agitar la nitroglicerina y
pretender que no explote. Irán es un país influyente en la zona, enemigo
declarado del sionismo. Y no se puede estar con dios y con el diablo al mismo
tiempo.
Nisman había
asumido la postura de la vía de la culpabilidad iraní -y como tal, se había
constituido en un instrumento de las potencias imperiales y el sionismo-
recibiendo “pruebas” de parte de los servicios de inteligencia (la SIDE) con la
colaboración de la CIA y la Mossad. A ver si entendemos de qué hablamos: había
recibido datos de los tipos que pueden crear una realidad ficticia y proponerla
como real. De tipos que pueden plantar pruebas para culpar inocentes, y borrar
las que señalan a los culpables. Son tipos que no tienen identidad, o tienen
infinidad de ellas, que andan por las telarañas de la cotidianeidad para
encauzarla siempre a favor de los intereses para los cuales trabajan. Son
sombras entre las sombras, oscuridades sin escrúpulos ¿Cómo confiar en
semejante organización estatal, que escapa por su naturaleza a los controles de
quienes administran el Estado?
¿Cómo estar
seguros de las pruebas de las que tan convencido hablaba Nisman, si Stiuso
–agente de inteligencia recientemente echado por el gobierno- se las dio, y le dio lo que Nisman quería
escuchar?
En el terreno
donde el engaño es la forma y la esencia, la realidad se desvirtúa y se hace
harto difícil reconocerla.
Cuando se
analizan hechos como el crimen en Le Parc, la pregunta esencial que se debe
hacer es: ¿a quién beneficia la muerte del fiscal, justo un día antes de
exponer en el Congreso su acusación contra la presidenta del país?
Al gobierno,
evidentemente, no (salvo que la acusación fuese conocida por la cúpula K, y que
consideraran tan devastador su conocimiento público que prefirieran este
escándalo a las consecuencias de su divulgación.)
De todos modos,
nada exculpa al oficialismo de su responsabilidad, porque fundamentalmente se
demostró incapaz de proteger a un funcionario cuya salud debía cuidar a toda
costa, porque cualquier cosa que le pasara le haría un daño irreparable a su
imagen y credibilidad.
El oficialismo
se movió ante el crimen como un verdadero mamarracho. Berni apareció en el
lugar del hecho antes que los funcionarios de la Justicia ¿qué hacía ahí? Y ya que
estaba ahí ¿por qué no socorrió al fiscal, si él es médico y declaró que “no
sabía si estaba muerto o vivo”? Estaba donde no debía, y no hizo lo que debía
ya que estaba. Y después quiso explicar la cuadratura del círculo, de la manera
patética que lo caracteriza. Parrilli desmintió que algunos de los hombres que
figuraban en la denuncia fueran agentes de inteligencia, pero el líder de
Quebracho, Fernando Esteche, lo desmintió con sencillez al contar que le habían
presentado a uno de ellos, Bogado, en la mismísima Casa Rosada. D’elía,
Larroque, Aníbal Fernández, Capitanich, basta que abran la boca para hacer el
ridículo. Hasta la zona liberada por la custodia de la Prefectura a Nisman hace
recordar por lo burda a la Armada Brancaleone.
El carapintada y
servicio espía-represor de obreros Berni fue el primero que abonó la teoría del
suicidio, del que se colgó todo el kirchnerismo. Dijeron que Nisman estaba solo
y que el lugar era un búnker inexpugnable, por lo que no cabía otra hipótesis.
Pero resulta que no se encontró pólvora en su mano, que la pistola utilizada no
era del difunto, y que el búnker no era tal, ya que un simple cerrajero pudo
abrir la puerta en un santiamén y un pasillo “secreto” comunicaba con otro
departamento, cuyo inquilino es un extranjero que justo en ese momento, no se
encontraba.
Al oficialismo
le conviene imponer la teoría del suicidio porque basándose en ello, pueden
impulsar el escenario de que el fiscal se dio cuenta de que sus pruebas no
podían inculpar a CFK como lo había declamado, y ante el temor al ridículo
masivo, prefirió pegarse un tiro en la sien. Raro final para quien había
investigado la cuestión durante 8 años.
El silencio
presidencial es llamativo. CFK acostumbra a utilizar la cadena nacional por
cuestiones que no la justifican, pero ante este terremoto institucional
prefirió meter la cabeza en un hoyo en el suelo y expresarse por un medio tan
trivial para su investidura como feisbuc, con dos cartas que dan vergüenza
ajena. Ella va en contra de la línea que sostuvo el oficialismo en pleno: hoy,
jueves por la mañana, denunció un plan para desestabilizar al gobierno, y que
en ese marco, Nisman fue asesinado. Seguramente la tropa se alineará ahora con
esta teoría.
En definitiva,
este caso demuestra la imparable decadencia del kirchnerismo, preso de sus
propias contradicciones políticas, plasmada en hechos que no tienen nada que
ver con el discurso. Querer hacer creer a las mayorías populares que se
gobierna para ellas cuando se mantienen las estructuras políticas que fomentan
lo contrario, no pueden llevar a otra cosa que al desbarranque que este caso ha
expuesto.
Sin embargo, el
mal está mucho más allá de esta mediocre corriente política que ha gobernado
durante 12 años el país, para entregarle nuestras riquezas al imperialismo: el
problema está en el sistema mismo y sus instituciones, y en la propia
consciencia de las masas, que viven ajenas pero sometidas a estos poderes
ocultos. Este mal sólo podrá ser erradicado por una acción consciente de vastos
sectores populares para cambiar de raíz
el sistema de explotación y sus repugnantes instrumentos de opresión.
Tarea nada
sencilla pero absolutamente imprescindible si queremos concretar el mundo justo
e igualitario que muchos soñamos.
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