Desde Panamá
11/Diciembre/2015
Los Atentados De París Y El
Incendio Del Reichstag
Por
Olmedo Beluche
Parece que la
humanidad experimentara un Deja´vu, que estuviera repitiendo una fase que se
creía superada. El mundo, y especialmente Europa, se parece cada vez más a la
de los años 20 y 30 del siglo pasado. Una larga y profunda crisis económica
capitalista, seguida de violentas convulsiones sociales y políticas. Millones
de desempleados, pobreza, desplazados, migrantes, etc. Para no dar con el
verdadero culpable, los ideólogos del sistema capitalista señalan a los
"extraños", los extranjeros, las "minorías". Mucha gente
por desconocimiento y temor lo cree. Sólo faltan los hornos, la guerra, ya
empezó.
El 27 de febrero
de 1933 un gran incendio consumió el edificio del parlamento alemán en Berlín,
el Reichstag. Cuatro semanas antes, el 30 de enero, Adolf Hitler había ganado
por muy estrecho margen las elecciones y fue nombrado Canciller (primer
ministro) con el 32% de los escaños en el Reichstag. Gobernaba, pero en una
situación frágil que se podía revertir. Necesitaba un golpe de efecto para
justificar la imposición de una dictadura que eliminase a sus oponentes,
empezando por los comunistas, el "cuco" de entonces.
Para
"suerte" de Hitler vino ese terrible incendio, y el gobierno culpó a
los comunistas. Se arrestó en las inmediaciones a un inmigrante holandés
comunista, de nombre Marinus van der Lubbe. Bajo tortura confesó ser el autor y
poco después fue ejecutado. Posteriormente se acusó a tres comunistas de
nacionalidad búlgara: Jorge Dimitrov, Vasil Tanev y Blagoi Popov, quienes
fueron juzgados y condenados, pero no ejecutados. Dimitrov llegaría a primer
ministro de Bulgaria después de la liberación.
Hasta hoy se
debate sobre quién y por qué quemó el Reichstag. Si uno consulta la popular
Wikipedia, encontrará que el historiador norteamericano William L. Shirer, en
su libro The Rise and Fall of the Third Reich, cita una declaración del general
alemán Franz Halder quien afirma haber escuchado a H. Göring, brazo derecho de
Hitler, atribuirse la autoría.
La propia
Wikipedia nos recuerda que el incendio del Reichstag no fue el primer caso en
que un régimen produce una tragedia para culpar a una comunidad y justificar su
política. En el siglo I, el emperador Nerón usó el incendio de Roma para lanzar
la primera persecución contra los cristianos, y en el siglo III, el incendio
del palacio del emperador Diocleciano en Nicomedia sirvió de excusa para
arremeter contra esa “minoría” religiosa. Más reciente, el derribo de las
Torres Gemelas de Nueva York, “justificó” la invasión a Afganistán, y la
explosión del USS Maine para lanzar la guerra contra España en 1898.
El incendio del
parlamento alemán le vino a pelo a Hitler, logrando la complicidad del
presidente Paul von Hindeburg, que emitió al día siguiente un decreto que
declaró el estado de emergencia, suprimió las garantías constitucionales
(opinión, prensa, reunión y asociación),
permitió registros y arrestos arbitrarios (incluyendo los diputados
comunistas), fijando penas retroactivas (incluyendo la de muerte) y estableció
los primeros campos de concentración. El 5 de marzo de 1933, con los comunistas
encarcelados y la prensa controlada se convocaron nuevas elecciones, mediante
las cuales "democráticamente", no hubo que dar un golpe de estado, se
instauró la dictadura del partido nazi en Alemania.
No se puede
dejar de recordar estos hechos ahora que, a raíz de los trágicos atentados de
París, del viernes 13 de noviembre de 2015, el gobierno "socialista"
de Hollande, ha decretado el estado de emergencia, suspendido las garantías
constitucionales y militarizado el país. Cuando cierto sectores de extrema
derecha proponen declarar a un segmento masivo de la sociedad sospechoso de
"yihadismo", con lo cual, según ellos, debe ser colocado jurídica y
físicamente al margen de la sociedad.
Los medios
españoles mencionaban que esa lista inicial podría estar compuesta por hasta
3000 personas, que deberían ser reconducidos a campos de concentración, si son
"sospechosos" para los organismos de seguridad, aunque no medie
prueba alguna de la comisión de algún delito. Lo que la extrema derecha
francesa propone es establecer un Guantánamo galo.
¿Qué es ISIS, el
grupo que se atribuyó los atentados de París? Mucho se especula al respecto,
pero cada día es más claro que en la guerra civil en Siria ha sido aliado, más
que circunstancial, de las potencias occidentales, incluyendo al gobierno de
Francia, ya que actúa contra el gobierno de Bashar al Assad, al que quieren
derrocar.
ISIS también es
aliado de Israel, a la que ha ayudado atacando y debilitando la influencia de
Irán en la región, en Irak, Siria y Líbano. Por ese mismo motivo, las
monarquías más retrógradas de Medio Oriente, aliadas de Estados Unidos, Europa
e Israel, como Arabia Saudita y los emiratos del golfo Pérsico, parecen haberle
financiado. El petróleo y gasolina que ISIS extrae de Siria se vende en Turquía
(aliada de Francia y EEUU), a favor de cuyo gobierno trabaja atacando a los
kurdos y poniéndole bombas a la izquierda.
Esa es una parte
de la realidad, la otra, más compleja es que la base política de ISIS proviene
de tres fuentes: los sectores sunitas reprimidos y desplazados de la vida
política de Irak con la invasión norteamericana, y la imposición por parte de
Estados Unidos de un gobierno antidemocrático de corte chiíta en Bagdad; los
sunitas discriminados y reprimidos por el régimen alauita de Siria; y, lo que
es más importante, por miles de jóvenes árabes, algunos musulmanes, nacidos en
Europa, que mal viven sin futuro en los tugurios de las grandes ciudades
afectados por el desempleo, la discriminación y la marginalidad.
ISIS está siendo
extremadamente útil al imperialismo, no sólo en Siria e Irak, también en
Europa, porque el repudio y el pavor que provocan sus acciones inhumanas, es la
excusa perfecta que necesita la burguesía europea, la derecha europea, con la
complicidad asquerosa de la socialdemocracia, para recortar libertades
democráticas, empezando con los grupos sociales que son los más pobres y marginados, los hijos de
trabajadores inmigrantes de las ex colonias europeas.
Los actos
terroristas cometidos en París por ISIS, son un producto del capitalismo
neoliberal y guerrerista que se ha impuesto en todo el planeta por parte de las
potencias del OCDE y de la OTAN. Son la otra cara de la moneda de la violencia
desatada por la OTAN en Afganistán, Irak, Libia, Siria, e indirectamente contra
Palestina por su apoyo a los crímenes del estado sionista de Israel, e incluso
de la dictadura militar en Egipto.
Ya sea porque
ISIS haya sido utilizado o no para una operación de "falsa bandera",
como piensan los teóricos de la conspiración, o que haya salido del odio que
causa a los pueblos árabes el terrorismo practicado por las potencias
occidentales para saquearlos, el hecho, es que ISIS y sus métodos terroristas
son hijos del capitalismo decadente del
siglo XXI. Para erradicar las consecuencias, hay que erradicar las causas. No
se puede condenar el terrorismo yihadista sin condenar el terrorismo y la
barbarie que practica la OTAN.
La clase obrera
europea y la izquierda deben enfrentar firmemente la maniobra de suprimir los
derechos democráticos en sus países en nombre de la "seguridad". Ni
siquiera cuando éstos derechos se supriman para una "minoría". Porque
con el tiempo se hará extensible la represión a todos los segmentos de la
sociedad, como pasó en Alemania en 1933.
Despejemos las
brumas de la propaganda mentirosa, debajo del supuesto conflicto
"religioso", de la "guerra de civilizaciones "
(Huntington), de la falsa confrontación entre "civilización occidental
democrática" y "fanatismo medieval", lo que se esconde es una
feroz lucha de clases y de pueblos víctimas de un sistema capitalista que
pisotea la vida humana para asegurarse el control de los recursos naturales y
la sacro santa ganancia. Hay que combatir a ISIS, y a sus aliados, lo que
significa combatir la política de la OTAN en Medio Oriente.
Una política
revolucionaria requiere ambos aspectos de la ecuación. Hoy, como hace cien
años, la disyuntiva es la planteada por Rosa Luxemburgo: socialismo o barbarie.
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