Desde Panamá
Fecha: 05/Marzo/2016
La Epopeya Antiimperialista De Sandino
Por Olmedo Beluche
(Palabras
en acto de homenaje del 82 aniversario del "tránsito a la inmortalidad del
General de Hombres Libres Augusto César Sandino", el 21 de febrero de 2016, atendiendo amable
invitación formulada por S. E. Antenor Ferrery P., embajador de Nicaragua en
Panamá).
El 21 de febrero de 1934 fue asesinado el
general Augusto C. Sandino, quien había librado una lucha victoriosa contra la
ocupación militar norteamericana de Nicaragua, lucha en la que recibió el
respaldo, la simpatía y la admiración de las fuerzas antiimperialistas
latinoamericanas. Su lucha contra el imperialismo yanqui trascendió nuestro
continente de tal manera que fue el intelectual francés Henri Barbusse quien,
en 1928, le otorgó el título que quedó grabado junto a su nombre: "General
de Hombres Libres".
Quienes no pudieron vencerlo en el campo
de batalla, planearon arteramente su asesinato, igual que sucediera con otros
legendarios héroes populares de ese período glorioso de las revoluciones
latinoamericanas de principios del siglo XX: como Pancho Villa, Emiliano
Zapata, nuestro Victoriano Lorenzo y tantos otros.
Una historia hermanada entre Nicaragua y
Panamá
A propósito de Sandino y Victoriano, es
notable el paralelismo tanto en las vidas de estos héroes populares, como en la
historia de nuestros dos países: unidos por la colonización de los pueblos
prehispánicos que llegaron a Centroamérica hace más de 10 mil años; unidos
nuevamente por la conquista y colonización europea, particularmente en la
persona de Pedrarias Dávila, fundador de la ciudad de Panamá y de León y
Granada; nuevamente hermanados por el transitismo del siglo XIX, la fiebre del
oro, los ferrocarriles y el intervencionismo yanqui.
Justamente, la lucha del pueblo
nicaragüense, y de todos los pueblos de Centroamérica coaligados contra la
ocupación de Nicaragua por el filibustero William Walker, está en la médula de
la primera gesta panameña contra la presencia norteamericana, el llamado
Incidente de la Tajada de Sandía. El pueblo de Panamá, reaccionó con violencia
a la ofensa cometida contra el frutero Manuel Luna, a sabiendas que el ofensor
Jack Olivier era un filibustero camino a Nicaragua y con posibles intenciones
de repetir lo hecho por Walker aquí en el Istmo, donde ya se había perdido el
control sobre la zona de tránsito a manos de la Panama Railroad Co.
Ese intervencionismo norteamericano en la
región no acabó con la derrota de Walker en 1857, sino que continuó a lo largo
del siglo XIX, haciéndose especialmente exasperante durante las negociaciones
para la construcción de un canal interoceánico, en la que los políticos yanquis
jugaron con los intereses soberanos de ambos países, para finalmente decidirse
por Panamá.
Era la época del “Gran Garrote” de Teodoro
Roosevelt, es decir, la época del imperialismo desembozado en que las potencias
capitalistas se apoderaban de países enteros. Cuba y Puerto Rico en 1898,
Panamá en 1903 y posteriormente Nicaragua a partir de la década del diez para
acabar con el desarrollo independiente de un gobierno liberal. Sandino, con apenas
17 años de edad fue testigo directo de esa agresión norteamericana, en 1912, y
del vil asesinato del general patriota Benjamín Zeledón en Masaya, por los
marines yanquis. Hecho que lo marcó y forjó sus convicciones antiimperialistas.
Sandino y Victoriano Lorenzo tienen mucho
en común: de humilde extracción campesina ambos, pese a las vicisitudes,
crecieron para convertirse en reales líderes populares, con capacidad de
convocatoria a las armas, para luchar por demandas democráticas elementales
como la tierra para quien la trabaja, democracia y soberanía nacional.
Si bien cada uno tuvo sus peculiaridades
distintivas, y sus énfasis (uno la lucha del indígena por la tierra, otro la
lucha contra la ocupación extranjera), ambos descollaron dentro del ala más
radical del partido liberal de inicios de siglo, perspectiva política en que se
expresaba el progresismo revolucionario de
la época antes de la legada de las ideas socialistas.
Sandino y Victoriano, marcan el punto
culminante de la acción revolucionaria que alcanzó el liberalismo criollo en
nuestros países, y la traición de la que fueron víctimas por sus propios copartidarios, marca la
entrada en decadencia del liberalismo y su cooptación por las oligarquías y el
imperialismo.
Los lazos históricos que hermanan a
nuestros pueblos se extienden hasta el presente, y se hicieron más fuertes
durante la Revolución Sandinista de 1978-79, con la participación combativa de
la vanguardia de la juventud panameña de entonces, a través de la Brigada Victoriano
Lorenzo, fundamentalmente, y otros contingentes
que se sumaron directamente al FSLN o a través de la Brigada Simón
Bolívar.
¿Cómo se forjó la conciencia y las
convicciones políticas de Sandino?
Sandino fue hijo de su época y actor de
primera línea de esa escena de la historia centroamericana. Nació el 18 de mayo
de 1895. Al día siguiente moría en el campo de batalla el prócer cubano José
Martí. ¿Casualidad?
Ese fin del decimonono y comienzo del
siglo XX es el momento de la expansión del capitalismo en su fase superior por
todo el planeta, el imperialismo. La vida de esa generación conocería la
violencia inusitada de las intervenciones militares imperialistas por todos
lados, hasta llegar a su paroxismo con la Primera Guerra Mundial (1914-1917).
Pero esa generación también conocería el
heroísmo de millones de explotados que intentaron cambiar el mundo, lográndolo
en buena medida, mediante enormes revoluciones populares, como la mexicana de
1910, o la rusa de 1917, y muchas otras, cuyo eco habrá llegado hasta los oídos
de Sandino, forjando sus convicciones políticas.
En este continente, y en particular en
Centroamérica y el Caribe, era la época
del Gran Garrote, como ya se ha dicho. Con toda seguridad, estuvieron en el
proceso de formación de la conciencia del joven Augusto C. Sandino, las
noticias que llegaban a su país acerca de la Guerra Hispano-Norteamericana de
1898, la intervención en la separación de Panamá de Colombia en 1903, las
invasiones a México de 1914 y 1917, la invasión a Haití y República Dominicana
en 1915. Quizás haya escuchado del desarme de la policía panameña por las
tropas yanquis de 1915 y la ocupación militar de la provincia de Chiriquí en
1917, que hicieron parte de esa época.
Pero el acontecimiento que fehacientemente
lo marcó fue el derrocamiento del presidente José Santos Zelaya, liberal
progresista, partidario de la unidad centroamericana. Derrocamiento propiciado
por la intervención directa de los marines yanquis y por orden directa del
Secretario de Estado norteamericano, Philander C. Knox, abogado y dueño de las
minas de oro nicaragüense La Luz, golpe de estado ejecutado bajo la dirección
del cónsul yanqui Thomas Noffat.
A partir de allí, la situación en
Nicaragua degeneró en varios conflictos políticos y la subsecuente Revolución
liberal-conservadora contra el gobierno de Adolfo Díaz, agente de la United
Fruit Co., el cual pidió la intervención de las tropas norteamericanas contra
los sublevados. En esa revolución y lucha contra las fuerzas extranjeras cayó en
combate el héroe nacional de Nicaragua Benjamín Zeledón, en 1912, cerca de
Masaya. Sandino, que por entonces laboraba como peón en una finca, joven de 17 años y que vivía en la
zona, presenció cómo los marines llevaban el cadáver del héroe en una carreta.
En 1921 un hecho personal da un vuelco a
su vida: hiere de bala al dirigente conservador de su pueblo, Dagoberto Rivas,
que había injuriado a su madre, lo cual lo obliga a huir al norte de Nicaragua,
luego a Honduras, Guatemala y finalmente a México. Periplo en el que completó
su formación personal laborando como obrero en un ingenio azucarero, en la
United Fruit Co. y en Veracruz en empresas petroleras. Allí traba conocimiento
no solo de la rica historia dela recién pasada Revolución Mexicana, sino de las
ideas socialistas y anarquistas.
Nace el "General de Hombres Libres
En 1926, coincidiendo el retiro de las
tropas norteamericanas de Nicaragua con la caducidad de su sanción por el
atentado contra Rivas, Sandino retorna a su patria. Intenta radicarse en
Niquinohomo, su pueblo natal, pero la persecución de su enemigo personal le
obliga a dirigirse al norte, a "Las Segovias".
Su retorno coincidió con el golpe de
estado del conservador Emiliano Chamorro contra el liberal Juan B. Sacasa. Pero
Chamorro no es aceptado por Estados Unidos, obligándolo a renunciar para
imponer al sempiterno títere Adolfo Díaz. Estos acontecimientos desatan la
llamada Guerra Constitucionalista de 1926-27. Los liberales conforman el
Ejército Constitucionalista exigiendo el retorno de Sacasa y desde Puerto
Cabezas (Bilwi) en el norte, hacen la guerra.
Sandino decide incorporarse al bando
liberal con un grupo de hombres, pero es rechazado por el general liberal José
M. Moncada. Aquí sucede unos de los hechos que parece hundirse en lo "real
maravilloso", concepto con que Alejo Carpentier describía las cosas
increíbles de nuestra historia: Sandino es ayudado por las prostitutas de
Puerto Cabezas a recoger un lote de armas que los marines yanquis habían
quitado a los liberales y habían echado al mar.
Con esas armas, Sandino monta su propio
grupo armado, Los Montañeses, y empieza a operar desde el poblado de El Jícaro,
el cual toma el 2 de noviembre de 1926, lo que le gana el reconocimiento de los
oficiales liberales, para dirigir el Ejército de Las Segovias. Llegó a tener
hasta 80 hombres y controlar Jinotega.
El ejército liberal del frente occidental,
avanza sobre León y Chinandega, tras encarnizadas batallas, que obligan al
presidente títere a solicitar al mayor norteamericano James J. Meade que entren
en acción los marines en refuerzo del ejército Constabulario, como se llamaba
al cuerpo armado de nicas creado por Estados Unidos.
Más de 5000 marines y 400 oficiales
norteamericanos entraron en la guerra utilizando incluso la aviación para
recuperar Chinandega. Luego de cruentos combates, el jefe liberal José M.
Moncada traiciona la lucha, se rinde y, con el representante norteamericano
Henry L. Stimson, firma el Pacto del Espino Negro, el 4 de mayo de 1927.
A partir de este momento cambia el curso
de los acontecimientos, pues Sandino, que hasta aquí había sido un actor
secundario en la guerra civil, repudia la traición de Moncada y lanza su grito
de guerra: "¡Ni me vendo, ni me rindo. Yo quiero patria libre o
morir!".
Con apenas 30 hombres y 40 rifles, se
refugia en el cerro de El Chipote, e inicia la nueva fase de la guerra, la cual
pasó de guerra civil, a guerra de liberación nacional contra la ocupación
extranjera y contra los traidores conservadores y liberales que la propiciaron.
El nuevo ejército que construyó, de hasta 6000 hombres, pasó a llamarse:
Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN).
En El Ocotal, en julio de 1927, se produce
una de sus más memorables batallas en que asesta duros golpes al ejército
ocupante, el cual se vio obligado a recurrir a los bombardeos aéreos para
frenar la ofensiva sandinista.
En El Bramadero, en febrero de 1928,
derrota a los marines y saca a relucir un arma característica del pueblo
nicaragüense, el temible machete. El ejército yanqui le tomó respeto y empezó a
llamar a sus soldados "guerrilleros" y no bandoleros.
Atacó y destruyó la mina aurífera La Luz,
propiedad de Knox, así como propiedades de norteamericanos, especialmente la
United Fruit Co. Controló Las Segovias,
es decir, las provincias norteñas, pero también se expandieron las operaciones
del EDSN a Jinotega, Matagalpa, Chontales, Chinandega y León.
En 1928, la táctica de las tropas
norteamericanas cambió para privilegiar la constitución de un ejército de
nicaragüenses que actuara en primera línea contra Sandino y el EDSN. Para ello
empieza la organización, entrenamiento y armamento de la sanguinaria Guardia
Nacional, a cuya cabeza se puso a Anastasio Somoza García, pero cuyo control se
mantuvo en manos de los marines hasta 1933.
La traición
En 1933, el gobierno recién estrenado de
Franklin D. Roosevelt decide dar un vuelco a su política regional, acuciado por
problemas mayores en el ámbito de la crisis económica que asolaba a Estados
Unidos y el mundo capitalista, e inaugura lo que se denominó "la política
del buen vecino", que sustituyó a la doctrina del Gran Garrote.
Se inicia el retiro de las tropas
norteamericanas de Nicaragua y se deja el país en manos del presidente Juan B.
Sacasa, cuyo derrocamiento había dado inicio a los casi 10 años de guerra
anteriores. Retiradas las tropas yanquis, el 2 de febrero de 1933, Sandino
acuerda con Sacasa el cese de las hostilidades, y permanece con 100 hombres
leales en Las Segovias.
Pero la creciente hostilidad de la Guardia
Nacional, que aún no tenía reconocimiento constitucional, lleva a Sandino a
Managua para denunciar abusos y violaciones a los acuerdos de paz por esa
entidad y su director. En función de discutir ese problema con el presidente
Sacasa, es que se produce la cena del 21 de febrero de 1934, en la presidencia
de la República.
Acuden a la cita con Sacasa, Sandino, su
padre Gregorio Sandino, el escritor Sofonías Salvatierra, y sus generales
lugartenientes Francisco Estrada y Juan Pablo Umanzor. Como a las 8:00 p.m., a
la salida de la reunión, su automóvil es detenido por un comando de la Guardia
Nacional y son conducidos a la cárcel de El Hormiguero. De allí son sacados
Sandino y sus dos generales. Se les lleva al monte de La Calavera, donde los
fusilan a las 11:00 p.m.
Su padre Gregorio, que pudo oír los
disparos desde la cárcel, sentenció: "Ya los están matando. Siempre será
verdad que el que se mete a redentor, muere crucificado".
Antes del amanecer caía asesinado su
hermano menor, Gregorio Sandino. Y al día siguiente la Guardia Nacional atacaba
la cooperativa organizada por Sandino en Wiwilí, asesinando y arrestando gente.
Aunque formalmente, Somoza, alias Tacho, asumió la presidencia en 1937, estos
tristes hechos inauguraron la negra noche de la dictadura somocista, que
perduraría 40 años.
Andando el tiempo, el propio Somoza
reconoció que la orden de asesinar a Sandino provino del embajador
norteamericano Arthur Bliss Lane. Como una forma de autoconfesión, el propio
gobierno de Franklin D. Roosevelt le hizo un recibimiento triunfal en
Washigton, en 1939, con agasajos y festejos para el asesino de Sandino y
verdugo de Nicaragua. La doctrina del Buen Vecino era palabrería hueca.
Sandino vive, la lucha sigue
Pero la dictadura somocista no gozó de 40
años de paz, sino de diversas formas de lucha y resistencia. La traición y el
crimen cometido contra Sandino, fue vengado por el intelectual y patriota
Rigoberto López Pérez, el 21 de septiembre de 1956, quien le asestó a Tacho
cuatro balazos que acabaron con su vida, cinco días más tarde, en el hospital
Gorgas de la Zona del Canal de Panamá, donde sus amos intentaron
infructuosamente salvarlo.
Entre los pocos altos mandos del EDSN y
lugartenientes de Sandino que lograron salvarse de las masacres de Somoza,
estuvo José Santos, quien junto a Carlos Fonseca Amador, fundó en 1961 el
Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Organización que dirigiría
exitosamente la Revolución Nicaragüense de 1979, en que se puso fin a la
dictadura somocista. Pero esa es otra historia.
¡Sandino vive, la lucha sigue!
¡Patria libre o morir!
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