Desde Venezuela
Fecha: 11/Julio/2016
Estado De Excepción: De Relato
Heroico A Farsa Grotesca
Carlos
Carcionevene
“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes
hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos
veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa.
Caussidière por Dantón, Luis Blanc por Robespierre, la Montaña de 1848 a 1851
por la Montaña de 1793 a 1795, el sobrino por el tío”… Carlos Marx, 18 Brumario
de Luis Bonaparte
La amenazante
sanción del decreto de excepción constituye quizás, el develamiento de una
enorme parodia. Apoyado en un discurso barnizado de un léxico “socialista”, que
busca hacer ver continuidad con el gobierno de Chávez allí donde solo hay
ruptura con él, el presidente Nicolás Maduro acaba de dar otro paso en el
camino de la liquidación del proceso bolivariano tal como lo conocimos en estas
dos décadas.
La democracia
participativa y protagónica, las formas novedosas de propiedad, la garantía
irrestricta a los derechos humanos, los derechos sociales y políticos que allí
se establecen, hicieron de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela una hoja de ruta progresiva de la que nunca se alejó el presidente
Chávez.
Esa Constitución
expresó un proyecto, perfectible es cierto, pero emancipador. Se trataba del
sueño de completar la independencia política, de alcanzar la soberanía
económica y de construir la justicia social. Una revolución política en un
marco democrático. Hoy ese proyecto está agonizando.
Con el Decreto
2323, la tentación autoritaria que durante meses vino mostrando la cúpula del
gobierno se encuentra frente al delgado límite de una medida extraordinaria
que, de imponerse en todo su alcance, deroga, de hecho, las garantías y
derechos constitucionales y suprime la república como forma de gobierno. Por
medio del decreto el gobierno ha declarado a viva voz su voluntad de
transformar un régimen político democrático, en uno bonapartista clásico:
totalitario, reaccionario y represivo.
La compleja situación
política, económica y social por la que atraviesa el país ha entrado, de la
mano de ese decreto, en un tiempo de turbulencias agudas que pueden desembocar
en hechos impredecibles. Estamos presenciando la profundización de un conflicto
por el poder entre las dos cúpulas políticas, tanto la del PSUV como la de la
MUD, que hace tiempo están alejadas de las necesidades de los ciudadanos. Se
trata de la disputa por el control de la distribución de la renta. En esa
disputa el pueblo es un simple y sufrido espectador que paga las consecuencias.
Y como el
objetivo es inconfesable, el decreto, en sus considerandos, abunda en
generalidades. Denuncia todo tipo de supuestos ataques hacia el ejecutivo. No
solo la oposición y la Asamblea, son acusadas abiertamente convirtiendo las
intenciones de sus dirigentes en pruebas, sino que sugiere que todo aquel que
dentro de las propias “filas” disienta, cuestione, critique o haga propuestas
alternativas tendría el “vil” objetivo de tumbar al gobierno. Por otra parte los
artículos del decreto al no especificar cuáles derechos y garantías podrían ser
suspendidos, diseñan, para la solución de los problemas que el mismo señala, un
estado de carácter policial, enmascarado de “poder popular” con la función de
“vigilancia” que le asigna a los CLAP y los Consejos Comunales.
Al mismo tiempo
se sigue sin atacar las causas fundamentales de la crisis económica. El
anterior decreto de emergencia económica fue un fracaso. Algunos pocos datos
ilustrarán lo que decimos: La inflación anualizada que para el año 2015 estuvo
alrededor del 200%, medida anualmente al mes de marzo de 2016 ya alcanzaba el
514%, sin tener en cuenta el alza en los precios de Abril que según el
indicador “Petare” de Hinterenlaces supero los últimos 15 días de ese mes 24%
de incremento en los precios. Cuando el desabastecimiento en alimentos y
medicinas en diciembre del año anterior llegaba al 60% aproximadamente, en el
mes de marzo de este año ese desabastecimiento llega al 75% en alimentos y 80%
medicinas.
Hay todavía un
dato que explica la actual situación: la reducción en las importaciones serán
mayores; según el ministro Pérez Abad lo que se destinaria a importaciones de
productos indispensables este año apenas alcanzaría $MM 15.000.- lo que
significa una reducción de alrededor del 70 % en relación al año 2013. Mientras
que entre el año pasado y lo que va de este, los pagos en Deuda Externa, según
se lamenta el presidente Maduro alcanzaron la cifra de $MM 30.000.-
Por encima de
todas las maniobras empresarias que condenamos, la base del desabastecimiento y
la carestía internos está en esta política: Todos los dólares que ingresan al
país es para pagar deuda, y si algo sobra para alimentos y medicinas. Es la
economía “productiva” que sin sonrojarse anuncia Pérez Abad, contra la que el
pueblo en las colas ya ha empezado a rebelarse diariamente. Lo más grave es que
con el decreto, el gobierno pretende forzar a la Fuerza Armada que rompa su
tradición y raigambre bolivariana y defienda una política miserable contra el pueblo.
Pero lo que
concentra el cinismo del documento se hace evidente en lo referente al Arco
Minero y el tema de conservación del ambiente. Mientras que en uno de los
numerales de los artículos se cuestiona la tala indiscriminada de bosques, en
otros se ratifica la línea de profundizar el extractivismo depredador del Motor
Minero que no solo destruye bosques y vida sino que convertiría en piedra y
polvo seco 22% del territorio nacional. La inconsistencia de la argumentación
es tal que queda a la vista cuando compara un fenómeno natural, previsible,
como el del Niño, con las consecuencias depredadoras que provoca la minería
para el suministro de agua y electricidad.
Por otra parte
la acusación de Golpe de Estado permanente contra el ejecutivo que según el MG
Cliver Alcalá Cordones no tiene fundamento, busca justificar el decreto y abre
paso de cumplirse a una represión indiscriminada. En todo caso, lo que sí está
dicho allí, es que el gobierno considera, sin mencionarlo, que la única acción
hoy visible, para que el pueblo evalué su gestión y decida sobre su continuidad
como es el Referendo Revocatorio, es un instrumento subversivo y lo iguala a
las guarimbas. Rechaza de esta manera uno de los instrumentos democráticos más
avanzados que tiene nuestra constitución. Rompe con el legado de Chávez en su
obra instrumental más completa.
Al asimilar la
puesta en marcha del Revocatorio con la destitución de Dilma Rousseff y la
salida del PT del gobierno, la cúpula del PSUV desnuda toda la falacia de su
discurso. Si lo que hubo en Brasil fue un “golpe” parlamentario forzando hasta
la ilegalidad una cláusula constitucional, el Referendo Revocatorio no es una
“opción” como se pretende desde el gobierno, es un derecho ciudadano que el
Estado a través del CNE tiene el deber de facilitar, así lo ordena y muy
explícitamente la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Pretendiendo
anular ese derecho, la cúpula del gobierno y el PSUV actúa de la misma manera
que los parlamentarios brasileños que forzaron la salida de Dilma. Y todavía
peor, porque en nuestro caso, con el Revocatorio es el poder constituyente, el
soberano, el pueblo venezolano el que evalúa y decide. No se le está
conculcando un derecho a la cúpula de la MUD. Se le está negando un derecho al
pueblo venezolano que es quien al final evalúa y decide con su voto si el
presidente continúa o es revocado.
El viejo Marx,
analizando el golpe de estado que derrocando a la Republica llevó a la asunción
del sobrino de Napoleón como emperador, escribía al inicio de su trabajo El 18
Brumario de Luis Bonaparte la frase con la que encabezamos este texto. La
pertinencia de esa imagen para relacionarla con la situación actual en
Venezuela, está dada por el hilo rojo que recorre el decreto presentado por la
nomenclatura gobernante: convierte el relato heroico y esperanzador con el que
Chávez expresó la voluntad de independencia, soberanía y justicia de todo un
pueblo, en su opuesto, una farsa grotesca para lograr imponer la permanencia en
el gobierno, como sea, de una cúpula corrupta hoy cuestionada por la mayoría
del país. La diferencia de la situación actual con aquella que analizaba Marx
es que estas cúpulas han dado, con la sanción del decreto, un paso que los
aleja todavía más del respaldo popular y los deja suspendidos en el aire. Los
verdaderos bolivarianos, los chavistas sinceros, los socialistas democráticos,
irreverentes y libertarios, ese pueblo que es la sangre y los nervios del
Proceso Revolucionario, se enfrenta a un dilema, el apoyo al decreto de la
ignominia o levantar la voz en la defensa irrestricta, de las garantías y
derechos de la Constitución.
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