Cortesía Revista
Insurrección
Fecha:
20/Abril/2016
Guerreras, Insurrectas, Subversivas
Y Revolucionarias
Martín
Rangel Ardila
“Tenemos los labios abiertos/Denunciando la
violencia/Que la realidad silencia”.
Gabriela Fagetti.
En el marco del
Día internacional de la mujer trabajadora, hacemos un homenaje a todas las
luchadoras, mujeres que han hecho y siguen construyendo historia, a quienes han
buscado y aún hoy buscan la total emancipación de la mujer y su exaltación como
pilar fundamental en la transformación de esta sociedad; a las madres cabezas
de hogar, a las madres de los asesinados en los Falsos Positivos, a las amas de
casa; a las mujeres campesinas, indígenas y afrodescendientes; a la mujer
profesional, estudiante, trabajadora sexual; a las activistas y defensoras de
derechos humanos, a las presas políticas, a las combatientes, a todas las
mujeres, abuelas, niñas y a todas que han sido víctimas en este conflicto
armado, social y político, pero que no se conforman con lo que el Estado machista
les ofrece, sino por el contrario le apuestan a la construcción de una paz con
vida digna.
Este mes de
marzo, el capitalismo ha caracterizado el Día de la mujer como una celebración
comercial y consumista, donde impone los roles de domesticación, que marginan a
la mujer al ámbito privado; así poco a poco desfigura el real significado, el
valor histórico y la memoria de aquellas mujeres que fueron incineradas por
luchar y exigir sus derechos laborales en un trabajo digno.
Colombia se
encuentra inmersa en una crisis humanitaria, producida por el sistema
capitalista, colonialista y patriarcal; que atenta contra la soberanía, la vida
de los pueblos y del Planeta; que niegan los derechos de las mujeres, acentúa
la desigualdad, la discriminación, la exclusión, el hambre, la feminización de
la pobreza y la precarización laboral.
Hay 6 millones
de desplazados internos de los cuales dos tercios son mujeres, viudas, cabezas
de familia, huérfanas, abuelas sin hijos, niñas sin padres, jóvenes de futuro
incierto; quienes se ven forzadas a ir al trabajo informal para sobrevivir.
Tanto suplicio y tanta penuria nos duelen en el alma, porque ellas son víctimas
en condición de muy poca dignidad humana. Ellas son la mayoría de las víctimas
y las que están en peores condiciones, en una situación en la que conceptos
como igualdad o equidad, las ven más allá de las nubes. Ellas son las más
empobrecidas y excluidas, dentro de los empobrecidos y excluidos.
El Estado
genocida y machista, día a día violenta y asesina mujeres, en verdaderos
crímenes de Estado, como los Feminicidios y el convertir los cuerpos y vidas de
las mujeres en objetivos militares y en botines de guerra de las Fuerzas
Militares y paramilitares, situación poco visibilizada en el mundo de lo
público y lo político.
El Estado ha
firmado y ratificado los tratados y convenciones internacionales sobre justicia
de género y eliminación de discriminación contra las mujeres, como la
Resolución 1325 de 2000 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y las
Resoluciones sobre las mujeres, la paz y la seguridad 1820 de 2008, 1882 de
2009, 1888 de 2009, 1889 de 2009 y 1962 de 2010-, además de la Convención sobre
la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW),
la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, la Convención internacional
para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres de Belém
do Pará, la Ley Rosa Elvira Celis, entre otras.
El marco
jurídico internacional es bastante amplio, pero no pasa de ser simple retórica,
porque al no existir voluntad política del régimen para cumplirlo, se convierte
en un obstáculo para la prevención, promoción y protección de los derechos de
las mujeres, generando así más impunidad.
El movimiento de
mujeres debe estar en primera línea, en la participación de la sociedad dentro
de las negociaciones de paz, como sujeto activo, histórico y protagónico, que
tiene mucho por decir, exigir y reivindicar. No puede haber una real
negociación de paz sin la presencia de las mujeres, su participación es
fundamental en la construcción de una nación democrática, equitativa y con
justicia social.
Las mujeres son
la mitad de la población, la mitad del pueblo y como diría Camilo Torres: “la
mujer es el corazón de la revolución”.
Enaltecemos las luchadoras
del día a día, a todas las rebeldes, insumisas, guerreras, insurrectas,
subversivas y revolucionarias, y las invitamos a seguir en pie y con más ímpetu
por la real y total dignidad para la mujer, dentro de la emancipación de los
pueblos.
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