DOS CLASES DE GUERRERENSES - XCA

Desde México
27/Mayo/2013


Dos clases de guerrerenses
Xavier Carreto A.

El doctor Urbino, uno de los personajes de la novela El amor en los tiempos del cólera, del Nobel colombiano Gabriel García Márquez,  expresaba que el mundo se divide en dos clases de personas, los que defecan bien y quienes lo hacen mal -con otras palabras, por supuesto. Así, en nuestra entidad hay dos clases de guerrerenses, quienes viven del erario público y los que no tienen esa oportunidad. El porcentaje de los primeros representa alrededor del cinco por ciento de la población total del estado, estimada en 3.4 millones,  es decir alrededor de 170 mil personas, si consideramos que cada punto porcentual es de 34 mil habitantes.

En el otro grupo, el más numeroso, se encuentra el 95 por ciento restante; y son, para mayor precisión, los guerrerenses más pobres, entre ellos podemos identificar al 43 por ciento que no tiene asegurada el acceso a los alimentos, entre ellos muchos de los habitantes de los 46 municipios en los cuales se aplicará el programa de Cruzada Contra el Hambre; un gran número de los 54 de cada cien mayores de 15 años, que viven en el rezago educativo; la mayoría que no tiene acceso a la seguridad social por carecer de un empleo formal y cuando concluya su vida productiva será beneficiario de Pensión Guerrero, 65 y más o, si vive en Acapulco, podrá acceder al  Programa Acapulco Puede Ayudar a sus Adultos mayores, pues recordemos que ocho de cada 10  guerrerenses obtienen sus ingresos en la economía informal.  Y en lo que hay coincidencia es que casi todos estamos expuestos a la inseguridad y la violencia, que genera la pobreza, el hambre, la ignorancia, etcétera; y un factor importante que explica esta situación, es por  este desaprovechamiento de los escasos recursos públicos de los cuales se dispone cada año y que en 2013 son por el orden de los 40 mil millones de pesos.

Por el otro lado, el grupo minoritario lo conforman los 87 mil guerrerenses que cobran en la Secretaría de Educación Pública, que incluye a los profesores del Sistema Estatal, trabajen o no trabajen; los 14 mil que tienen sus ingresos en los Servicios Estatales de Salud; los 18 mil que van cada quincena a cobrar en las estructuras del Gobierno del Estado, incluidos los organismos públicos descentralizados como el Colegio de Bachilleres, el Conalep; los más de mil que acuden por su sueldo en los podres Legislativo y Judicial; los 300 que forman parte del Instituto electoral del Estado de Guerrero y del Tribunal Estatal Electoral; los 6 mil 500 de la UAG, a los que se deben agregar las nuevas estructuras administrativas creadas por el actual rector, a pesar del déficit presupuestal del cual siempre se quejan pero no hacen mucho por resolver. Además,  los 40 mil que forman parte de la nómina de los 81 ayuntamientos;  el reducido grupo de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos.  También, se incluye en la lista a los empleados de las dependencias federales, aunque éstos están cargados a los egresos del Gobierno de la República.

Obviamente que en este pequeño grupo hay grandes diferencias, pues un núcleo todavía menor obtienen ingresos muy superiores. Empezando por el gobernador, los miembros de su gabinete, los  directores de los organismos públicos descentralizados, que agregan a sus sueldos las comisiones recibidas por la adquisición de los bienes y servicios de las dependencias a su cargo. Asimismo, hay que sumar a  esta élite a los diputados locales, al auditor general y a los auditores  especiales. Igualmente, se deben incluir a los magistrados, miembros de la judicatura y jueces que integran el Poder Judicial. Sin olvidar a los diputados federales y senadores, al igual que a los presidentes municipales que cada tres años, como viene sucediendo con más frecuencia, se incorporan al privilegio de ser nuevos ricos a costa del sufrimiento de sus gobernados.  

 En teoría, los recursos públicos deben servir para mejorar al pueblo, a través de servicios de calidad en educación, seguridad, salud, entre los que tienen mayor asignación presupuestal, los cuales están orientados en más del 90 por ciento al pago de la nómina; y, en el caso de la Secretaria de Educación Guerrero, se eleva al 99 por ciento. Cada peso que se desaprovecha por ineficiencia o deshonestidad en los tres niveles de gobierno y en los tres poderes que lo integran, es un recurso que alguien privatiza en su beneficio y que no sirve para a elevar el bienestar del sufrido pueblo de Guerrero.

El reto que tenemos la mayoría de los guerrerenses es que los recursos públicos nos lleguen en la mayor cantidad posible y que ese cinco por ciento de privilegiados empiecen a trabajar con eficiencia y honestidad para superar nuestros rezagos.  

       

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