Desde
Brasil
29/Julio/2013
La reforma
política, en manos del pueblo
Emir
Sader
En
la campaña electoral de 2010, Luiz Inacio Lula da Silva y Dilma Rousseff
llegaron a hablar acerca de la posibilidad de convocar a una Asamblea
Constituyente exclusiva para efectuar la reforma política del país.
Ellos
tenían conciencia de que un Parlamento electo con base en el financiamiento
privado no se daría un tiro en el pie, aboliendo ese mecanismo, para alinearse
en la promoción del financiamiento público.
Pasadas
las elecciones confiaron en que conseguirían aprobarlo mediante negociaciones
con los partidos, pero se encontraron con la resistencia del Partido del
Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), especialmente en el tema del
financiamiento público de las campañas electorales: lo máximo que aceptarían
sería que el mismo se aplicara para cargos ejecutivos, sin conceder en el lugar
privilegiado donde negocian, los parlamentos.
Frente
al fracaso inminente de la intención de hacer la reforma política y ante la
situación de falta de representatividad partidaria en las movilizaciones de las
últimas dos semanas, Dilma dio un paso audaz: proponer el plebiscito para una
Constituyente con el exclusivo cometido de introducir reformas políticas.
Las
movilizaciones de las últimas semanas confirmaron en Dilma la necesidad de una
renovación del sistema político.
Aquellos
que participaban en las mismas no se reconocen como miembros de ningún partido
político, ni siquiera del que tradicionalmente participó y lideró las movilizaciones
–el Partido de los Trabajadores (PT)–, que en esta oportunidad fue hecho a un
lado por falta de confianza.
El
plebiscito permitirá una elección sui generis –por ser una Asamblea
Constituyente exclusiva– que podrá elegir una bancada renovada de parlamentarios.
Además, abrirá el camino para remover los obstáculos puestos por una estructura
partidaria que favorece el intercambio de favores, mediante el arrendamiento de
partidos, que abunda actualmente.
En
el más importante de los temas se incursiona en la vía del financiamiento
público, impidiendo que el poder del dinero continúe siendo el determinante en
la composición de un Parlamento que termina controlado por lobbies de intereses
privados.
Dilma
retoma la iniciativa política, atiende las demandas populares y sienta las
bases para una renovación del sistema político brasileño.
Traducción:
Rubén Montedónico
No hay comentarios:
Publicar un comentario