Desde Colombia
Fecha:
05/Marzo/2016
A Quince Años Del Plan Colombia
Martín
Rangel Ardila
El próximo 4 de
febrero, en Washington se reúnen el presidente de los Estados Unidos Barack
Obama, el presidente Juan Manuel Santos y los expresidentes Alvaro Uribe y
Andrés Pastrana, con el propósito de conmemorar los 15 años de la
implementación del Plan Colombia y sentar los fundamentos de lo que sería una
“nueva formulación” de este plan, acorde con el denominado posconflicto.
El Plan Colombia
fue una idea surgida a finales del milenio pasado, para dar respuesta a la
implementación de acuerdos y a las reformas que requería el país, una vez se
concluyera el proceso de diálogo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia; desarrollado en la llamada Zona de Distensión de San Vicente del
Caguán, instalada el 7 de enero de 1999.
No obstante, el
Plan tuvo un cambio sustancial, justificado, tiempo después, por el fracaso de
la experiencia del Caguán. Sería el General de los Estados Unidos, Barry
McCaffrey, Zar antidrogas, quien le daría su nuevo sentido: el involucramiento
de la guerrilla colombiana con el negocio de las drogas ilícitas, determina que
para superar la violencia, que afecta a la nación suramericana y a la región,
es necesario combatir a la “narcoguerrilla” para lograr la paz.
El Plan se
concretó el 20 de octubre de 1999 en el Congreso Norteamericano con el nombre
de “Alianza Act”, bajo la iniciativa de los senadores Repúblicanos Coverdell,
Dewine y Glaseley. En ese momento, se contempló una ayuda suplementaria para
Colombia de 1.600 millones de dólares en tres años, de los que más del 70 por
ciento estaría destinado a la lucha antinarcóticos. Aunque en ingles, el Plan
incluyó un capítulo que presentaba la llamada “declaración de la misión”; el cual,
indicaba:
“Misión Nacional: asegurar el
orden, la estabilidad y el cumplimiento de la ley; garantizar la soberanía
nacional sobre el territorio; proteger al Estado y a la población civil de
amenazas provenientes de los grupos alzados en armas y de las organizaciones
criminales. Romper los lazos entre estos grupos y la industria de la droga que
los apoya”.
Desde el 20 de
agosto de 2006, el diario estadounidense The New York Times, indicó que el Plan
Colombia era un fracaso, pues a seis años de su implementación, con más de 4.7
billones de dólares invertidos, el problema seguía siendo el mismo. Los
cultivadores se adaptaban reduciendo la extensión de las hectáreas cultivadas y
se movían a zonas remotas para evitar la detección; asimismo, los dueños del
negocio, evitando llamar la atención, generaban redes que impedían su
ubicación. Lo anterior sin contar con el daño ambiental y a la salud del
Glifosato, químico utilizado en la erradicación, cuyos nefastos efectos han
sido demostrados.
El Plan
Colombia, como arma de guerra, ha sido y es lo contrario a un país en paz. La
presencia norteamericana ha cumplido su misión en la formación y conducción del
Ejército colombiano. Las Bases militares con presencia norteamericana
establecidas en territorio nacional, reconocidas en los acuerdos de
cooperación, y las visitas de altos mandos provenientes de las guerras de Irak
y Afganistán, son tan sólo pruebas públicas de ello. Maquinaria bélica que
amenaza al continente, al ritmo que avanza el plan global de guerra imperialista.
Al ser una
moneda de dos caras, el Plan Colombia hay que verlo como un fracaso, que hace
parte de la ruina de la llamada “guerra anti drogas” lanzada por el presidente
Nixon en 1974; hicieron falta 4 décadas para que los EEUU reconocieran, que fracasaron
en la vía represiva contra las drogas. Y al medirlo por la otra cara, como arma
contrainsurgente, el Plan Colombia es visto por la oligarquía, como algo bueno
para sus intereses, dado el repliegue que produjo en las guerrillas
colombianas.
Los planificadores
estratégicos del imperialismo norteamericano han ajustado este Plan, acorde al
momento que se abre, luego de los acuerdos que están en vía de sellarse con la
guerrilla. Ajustes que contemplan un papel activo de las Fuerzas Armadas en la
ofensiva reaccionaria, que ejecutan contra los gobiernos que han tomado
distancia de los dictados de los EEUU.
La lucha de la
sociedad colombiana por la paz debe seguir, siendo conscientes, que la hacemos
en contra corriente del plan de guerra imperialista; el que no se detendrá
hasta monopolizar de nuevo, la más grande reserva de petróleo del mundo, que
está al oriente nuestro, en la República Bolivariana de Venezuela. Entonces, el
escenario de pacificación de las luchas en Colombia, que buscan Obama y la oligarquía,
es compatible con el escenario de guerra que atizan, contra el hermano pueblo
de Venezuela.
Esta es la dura
realidad que implica la versión 2.0 del Plan Colombia y contra ella,
continuaran las luchas de los pueblos suramericanos, porque según dice el
refrán: “la única lucha que se pierde, es la que se abandona”.
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