Desde Cuba
Fecha:
05/Marzo/2016
Frei Betto: Descuidar La Educación
Ideológica, Grave Error
Por
Luis M. Arce Y Anubis Galardy
Para el fraile
dominico brasileño Frei Betto, una de las causas principales de retrocesos en
gobiernos progresistas en América Latina es el descuido en la formación
ideológica de la sociedad.
A juicio de uno
de los gestores de la teología de la liberación, no se trata de un fenómeno
nuevo ni propio del continente, pues ya se había dado en la antigua Unión
Soviética y en el resto de Europa del Este.
En una detallada
entrevista con periodistas de Prensa Latina durante su participación en la II
Conferencia Internacional Con todos y para el bien de todos, dedicada a José
Martí, Betto defendió esos criterios a la luz del pensamiento político y
antimperialista martiano.
Hemos avanzado
mucho en los últimos años, se logró elegir jefes de Estado progresistas,
conquistar conexiones continentales importantes como la alianza bolivariana,
Celac, Unasur, pero se cometieron errores.
Según precisó,
desde el punto de vista humano lo más fuerte fue no cuidar la organización
popular, el trabajo de educación ideológico y allí entra en juego José Martí
porque él siempre se preocupó por el trabajo ideológico.
Ahora tenemos
que hacernos una autocrítica fuerte y preguntarnos cómo vamos a rescatar esos
gobiernos progresistas desde el punto de vista de países como Venezuela,
Argentina, Brasil. ¿Cómo evitar en Venezuela y Brasil, por ejemplo, la
catástrofe de lo que acaba de suceder en Argentina?
A una pregunta
sobre si retrocesos de esa naturaleza fueron advertidos en las ideas martianas,
Betto responde positivamente.
Sí. Los
retrocesos en una sociedad desigual significan que hay una permanente lucha de
clases. No podemos engañarnos, pues no se garantiza el apoyo popular a los
procesos dando al pueblo sólo mejores condiciones de vida, porque eso puede
originar en la gente una mentalidad consumista.
En Brasil,
ejemplifica, mucha gente ya está aburrida porque no puede consumir como antes.
Yo diría que, con todos los logros del gobierno del Partido de los Trabajadores
con los presidentes Lula y Dilma, lamentablemente hemos desarrollado una
conciencia más consumista que ciudadana.
¿Cuál es el
problema? No se politizó a la nación, no se hizo un trabajo político,
ideológico, de educación, sobre todo en los jóvenes, y ahora la gente se queja
porque ya no puede comprar carros o pasar vacaciones en el exterior.
Estamos
volviendo atrás, sobre todo, porque no hemos desarrollado una política
sostenible; no hemos hecho reforma estructural, reformas agrarias, tributarias,
presidenciales, políticas. Encauzamos una política buena pero cosmética, o sea,
carente de raíz, sin fundamentos para su sustentabilidad.
Por eso si me
preguntan qué va a pasar en Brasil, yo espero que no pase lo peor, que es el
regreso de la derecha al poder. Ahora depende mucho de Dilma en los próximos
dos o tres años.
Pero
lamentablemente, por lo pronto, no hay señal de que va a cambiar la política
económica que hace daño a los más pobres y favorece a los más ricos.
Los periodistas
indagan si el consumismo y la corrupción que denuncia tanto están matando la
utopía en pueblos de nuestra América, como Argentina y otros, y el entrevistado
responde con un sí rotundo.
Sí, porque si la
gente no tiene perspectivas de sentido altruista, solidario, revolucionario, de
la vida, se va hacia el consumismo, y eso afecta toda perspectiva socialista y
cristiana, que es desarrollar en la gente valores solidarios. La solidaridad es
el valor mayor tanto del socialismo como del cristianismo.
En la
perspectiva capitalista, al contrario, sustenta, la competitividad y la
seducción de ese modo de producción es muy fuerte. Toda la presión de los
medios de comunicación, publicidad, películas, telenovelas va dirigida a evitar
que la gente quiera cambiar el mundo.
Según esos
postulados, usted puede cambiar de camisa, de cabello, de anteojos, de carro o
de cerveza, pero jamás cambiar su realidad política.
Betto insiste en
que en eso radica la falla en gobiernos progresistas, no hicimos un trabajo de
base, de formación ideológica de la gente, a pesar de saber que todos nosotros
somos egoístas por naturaleza, desde niños.
La educación
para el amor, para la solidaridad, es un proceso que hay que desarrollar
pedagógicamente, y como eso no se cuidó desde un primer momento, ahora
afrontamos las consecuencias, lamentablemente, particulariza.
Al abordar el
proceso de distopía, es decir, los intentos de presentar la utopía como algo
del pasado, reitera que en los países como Brasil o Venezuela, los gobiernos se
equivocaron al creer que garantizar los bienes materiales equivalía a
garantizar condiciones espirituales, y no es así.
En ese sentido
Betto es también muy agudo en el caso de Cuba al opinar que el gobierno
revolucionario, que ha hecho un trabajo ideológico de educación política con el
pueblo, ha sido demasiado paternalista según su punto de vista.
Explica que la
gente ha mirado a la revolución como una
gran vaca que le da leche a cada boca, pero con eso no se moviliza a la gente
para un trabajo más efectivo en la consolidación ideológica relacionada, por
ejemplo, con la producción agrícola e industrial.
También cree,
aunque admite poder equivocarse, que la dependencia de la Unión Soviética llevó
a Cuba a acomodarse un poco, y hoy importa del 60 al 70 por ciento de productos
especiales de consumo y se convirtió prácticamente en una nación que exporta
servicios médicos, educadores, profesionales e importa turistas para conseguir
más divisas.
Tenemos que
reflexionar todos para definir cuál es el camino entre una perspectiva
consumista y una paternalista. Y ahí hay que contar con José Martí, recomienda.
Educación
política, participación, compromiso efectivo con la lucha, adecuación de la
teoría y la práctica, es lo correcto y ahí están los ejemplos de Martí, de
Fidel Castro que han vivido dentro del monstruo, como el caso de Martí, y el de
Fidel que proviene de una familia latifundista y se convirtió en
revolucionario.
¿Qué pasó en la
conciencia de José Martí y de Fidel Castro, quienes tenían la oportunidad de
hacerse un lugar en la burguesía pero tuvieron una dirección evangélica para
los pobres y asumieron la causa de la liberación?, se pregunta.
La respuesta es
la que va a indicarnos el camino que vamos a seguir para evitar que el futuro
de América Latina sea de nuevo un lugar de mucha desigualdad, de mucha pobreza,
porque corremos el riesgo de ser de nuevo neocolonia de Estados Unidos y de
Europa Occidental.
Tomando esas
últimas afirmaciones recuerda algo en lo que viene insistiendo desde hace largo
tiempo, relacionado con los cambios de paradigma en las sociedades nuestras.
Ya no son
paradigmas altruistas, solidarios, como el Che, Camilo, Fidel, Raúl. La gente
quiere imitar a los consumistas, sus cantantes, deportistas, porque son las
imágenes que el capitalismo proyecta y los jóvenes quieren una razón de vivir,
todos nosotros la queremos, y es una disputa permanente entre quienes quieren
llevar a los jóvenes a su redil.
Pero no es fácil
vivir en un mundo en el que el neoliberalismo proclama que la utopía está
muerta, que la historia ha terminado, que no hay esperanza ni futuro, que el
mundo siempre va a ser capitalista, que siempre va a haber pobres, miserables,
y ricos, y que, como en la naturaleza, siempre va a haber día y noche y eso no
se puede cambiar.
¿Pero cómo se
resuelve un problema como ese, como en el caso de Argentina, donde hay decenas
de partidos y una división atroz?, preguntamos y responde con una
conceptualización política.
La derecha se
une por interés, y la izquierda por principios, y cuando la izquierda pierde
los principios, ahí está el lío.
Qué izquierda
esta, afirma, que en Brasil admite corrupción, que hace políticas de ajuste
fiscal para penalizar a los pobres y favorecer a los ricos. Entonces, cuando la
izquierda viola el horizonte de los principios y va por los intereses, le hace
el juego a la derecha.
En Brasil hay
una frase definidora: "con esta izquierda no necesitamos tener la derecha
porque ya está". Hay gobiernos progresistas pero con una tremenda
corrupción y creen que se puede movilizar a un pueblo a través de consignas. No
es así.
¿Cuál es la
salida entonces?, preguntamos.
La tarea de la
izquierda es movilizarse en la línea de una alta formación política y por ese
camino es que debemos trabajar.
A corto plazo no
hay salida, a corto plazo es que Cuba logre cómo establecer buenas relaciones
con Estados Unidos y administrar bien la suspensión del bloqueo sin tornarse
vulnerable a la seducción capitalista.
Eso es lo que me
preocupa cuando veo a jóvenes irse del país para aprovechar la ley de ajuste
porque es señal de que la gente está corriendo contra el tiempo para tornarse
ciudadano de Estados Unidos porque en el momento en que termine el bloqueo esa
ley va abajo. Pero Cuba tiene que preguntarse por qué jóvenes formados en la
revolución quieren ser ciudadanos de Estados Unidos.
Esa visión suya
de un asunto al que el gobierno cubano presta la máxima atención sirve de
entrada para abordar uno de sus temas preferidos: el quiebre de los sueños.
El peligro que
hay aquí, dice, es que la revolución la ven esos jóvenes como un hecho del
pasado y no un desafío del futuro, y cuando la gente la ve como un hecho del
pasado ya mira las cosas no por sus valores, por su horizonte revolucionario,
sino por el consumismo también: quiero tener esto, lo otro, todas las cosas, y
entonces aquí no pueden ahora, estiman que demora mucho y ven solo a aquellos
pocos a quienes las cosas les han ido bien afuera.
El socialismo,
asegura, ha cometido el error de socializar los bienes materiales, y no
socializó suficientemente los bienes espirituales, porque un pequeño grupo
podía tener sueños de cosas distintas que se podían hacer, y los demás los han
tenido que aceptar.
El capitalismo
lo hizo al revés, socializó los sueños para privatizar los bienes materiales.
Miras la telenovela de O Globo, socializó los sueños, una familia está en la
favela pero con el sueño de que un día será como esa heroína de la novela, yo
también voy a llegar al mundo de los ricos y eso es el opio de los pueblos.
Es algo que el
capitalismo descubrió para garantizar los bienes, no para compartirlos ni
sacarlos de los sueños. Todos deben soñar y que cada uno alimente esa esperanza
de que un día podrá ser también rico, un Pelé, una Lady Gaga, un Michael
Jackson es su propuesta.
Y ahí llega el
sufrimiento de los jóvenes que ponen en su vida cuatro cosas: dinero, fama,
poder y belleza, y cuando no alcanzan ninguno de esos parámetros van siempre a
los ansiolíticos, las drogas, viene la frustración de los falsos valores, la
cual viene siempre desde donde hemos puesto nuestra expectativa.
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