Desde Panamá
Fecha:
05/Marzo/2016
¿Hacia Dónde Va El País?
Pronunciamiento
Del Polo Ciudadano
La corrupción
continúa carcomiendo al régimen político panameño, ahora bajo el gobierno del
partido Panameñista, encabezado por Juan C. Varela.
Frente la mirada
del pueblo panameño, el régimen político panameño continúa su proceso de
putrefacción heredado de los gobiernos de los últimos 25 años, disfrazados de
"democracia", pero en los que una oligarquía corrupta sigue mandando
a través de un puñado de partidos (PRD, Panameñista, CD, Molirena y PP).
Los grandes
negociados y la corrupción, que las actuales autoridades denunciaban en el
gobierno anterior del CD - Ricardo Martinelli, ahora aparecen ante la faz
pública como actos cometidos por los funcionarios actuales, demostrando que
sólo cambiaron las formas, pero el fondo sigue igual.
Constituyen
manifestaciones actuales de ese proceso de putrefacción y corruptela: en el uso
continuado del PAN (ahora DAS), para repartir contratos públicos a empresas
favoritas a través del método de la "fragmentación de materia", que
ha salpicado al ministro de vivienda; la detención de allegados a dos diputados
con importantes cargamentos de drogas y dinero sucio; y las declaraciones
auto-incriminatorias del magistrado de la Corte Suprema, Harry Díaz, por las
que reconoce actos de corrupción en el sistema judicial.
A esta nueva
fase de corrupción podemos sumarle la aplicación continuada de una política
económica neoliberal que sigue deteriorando la calidad de vida del pueblo
panameño y aumentando la pauperización. Pese a las estadísticas manipuladas, es
evidente un aumento de precios considerables en los alimentos de la canasta
básica; un crecimiento ligero del desempleo abierto y de la informalidad que
afecta a la mitad de la fuerza de trabajo; la continuidad del deterioro de los
servicios públicos en los barrios populares: (el transporte, agua, educación y
salud) siguen en picada y cada semana alguna comunidad protesta en las calles y
solo tiene por respuesta los antimotines y la policía.
Con relación a
lo que en su momento hizo Ricardo Martinelli B., Juan C. Varela solo ha
cambiado los métodos y maneras de actuar. Ya que en vez del uso inmediato de la
represión y la fuerza para imponer sus políticas, cada vez que puede, este usa
(como se dice en el argot popular) la "vaselina" del diálogo.
Un diálogo
tramposo y amañado que sólo sirve para distraer y continuar con sus
imposiciones. Ejemplo de ello fue la trampa a la dirigencia Ngäbe-Buglé con el
proyecto de Barro Blanco; y la que se tendió a los gremios de la salud a cambio
de un aumento salarial (incumplido a los técnicos de enfermería) para legitimar
una "integración" que cargue sobre la Caja de Seguro Social el
presupuesto del MINSA.
Y viene más: ya
se anuncia la privatización de la producción de agua en el lago Bayano, que
implicará carestía del "vital líquido"; vienen nuevas reformas al
sistema de jubilaciones para aumentar la edad y las cuotas legitimando el
saqueo de los fondos del programa para favorecer el negociado de la
"ciudad hospitalaria"; continúa el esquema de las "escuelas
modelo" de Lucy Molinar, mientras que las escuelas públicas se caen a
pedazos; las concesiones mineras e hidroeléctricas a grandes capitales
nacionales y extranjeros, etc.
Todas estas situaciones
reales, requieren de parte de los ciudadan@s concientes y honestos del país,
del movimiento obrero y popular, una respuesta que frene el proceso de las
nuevas y estilizadas imposiciones neoliberales y frente a la avanzada de la
corrupción galopante.
Urge la
importancia de crear conciencia y unidad en la diversidad, que permita ir
construyendo un movimiento social unitario y combativo, que sea referente para
las luchas que a diario se producen en el país, y que sea la base sobre la que
se construya un movimiento ciudadano, político y alternativo, a la
partidocracia existente de la oligarquía y de los empresario corruptos.
Aunque persisten
algunas siglas, la realidad es que todas las referencias que existían hace diez
años, han desaparecido del imaginario popular.
Frente a esa
realidad como Polo Ciudadano creemos que hay que unir esfuerzos en aras de
construir, sobre la experiencia, algo nuevo que le de espacios reales de
opinión, participación y acción al pueblo panameño.
Debemos superar
la persistencia de métodos soberbios, sectarios y autoproclamatarios en el
movimiento sindical y popular que están dificultando, obstaculizando y
entorpeciendo la construcción de esa alternativa real de referencia. De lo
contrario, las diversas acciones de protesta solo servirán para beneficiar a
uno de los sectores burgueses en pugna. Y, en la eventualidad de que se
convoque una Asamblea Constituyente, como ya suena y se rumora, corremos el
peligro de quedar sin representación real y efectiva como pueblo.
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